COMPAÑEROS DE CAMPSARED



"Podeis decir lo que pensais de vuestros encargados, de los objetivos, de la venta activa, de los cursos, de Sumando valores, seguridad, promotores del cambio, sindicatos, y todo lo que querais. Hubo en tiempos un blog de un compañero en donde mucha gente dejó sus comentarios, hoy no existe y como alternativa nace CAMPSARED BLOG, para reunir a todos los que somos COMPAÑEROS DE CAMPSARED"

Este blog, como indica en la cabecera, originariamente fue creado por un compañero llamado EXPENDEDOR-VENDEDOR el 20 de noviembre de 2008 pero problemas técnicos le impidieron actualizarlo, lo que dio pie a la creación de esta segunda etapa renovada que es la que se abre a continuación.
Como aquel, mantiene la idea de tener una plataforma de comunicación, de reivindicación y sobre todo un medio de expresión para todos los trabajadores de CAMPSARED y de REPSOL, y a la que quedan invitados cualquiera de los trabajadores de EESS sean cuales sean sus marcas.

Bienvenidos todos a este foro de diálogo e información.

Recordar que si visitais esta página por primera vez, para conocer el contenido completo de este blog desde su nacimiento, deberíais comenzar por el antiguo blog pinchando en este enlace:

'www.campsaredsprint.blogspot.com'





4 de julio de 2014

EL PODER DEL ANILLO

También se puede titular: Como convertirse en mojón sin ser consciente del olor (Autocrítica de encargado). Veamos:

Desde siempre me he preguntado por qué los encargados se avienen a soportar carros y carretas y como es el proceso de cambio que experimentan, desde que les hacen encargados de turno hasta que finalmente consolidan la categoría de encargado general, es un misterio de Cuarto Milenio; aquí trato de explicar, como se observa desde fuera.
El camino para ser encargado se inicia dando un paso al frente con los ojos cerrados, adentrándose en un parque jurásico armado de ilusiones, con un Convenio Sindical y unas ensoñaciones poéticas de expendedor colega y buenrollista, que se pierden más pronto que tarde en la obligada lucha por la supervivencia. Osea, si hay alguien que tiene que caer que no seas tu, por encima de cualquier consideración.

En tu forzado mimetismo (ése que te quiere preservar del fracaso que es la renuncia) pasas a formar parte de la jungla, te conviertes en una bestia más entre esa fauna depredadora que constituye el mando, y aún no lo sabes; tal vez jamás lo llegues a saber. Has dejado tu piel de ser humano, para transformarte poco a poco en serpiente con los sucesivos cambios de piel. Y lo peor de todo, es que empiezas a oler a bicho muerto. La ceguera por conservar tu puesto ha anulado el resto de tus sentidos y la humanidad.

Entre las muchas cosas que dejarás en el camino -ese que sigues como si llevaras anteojeras- están la honestidad, la solidaridad y por supuesto, tu valor* (puedes creer que las tienes. pero el pacto de sangre que has firmado conlleva el abandono paulatino de las mismas). Te debes a quien te debes, y al final arrinconas toda tu independencia y tu objetividad desaparece.

Has vendido tu alma a cambio de una poltrona movediza (y no por los ruedines), y entregas tu ilusión envuelta con papel de regalo. Visto y no visto. De la noche a la mañana, pasas de estar jodido, a estar superjodido y no lo quieres reconocer; esa mejora en sueldo no compensa pertenecer al lado oscuro, pero la asistencia a congresos y saraos -que aunque son pocos en época de crisis, de vez en cuando se producen-, hacen que te sientas importante, como un pollo en el horno, una celebridad que huele a naftalina, a cuarto de los trastos, pero con purpurina en las pestañas. Has dejado de ser un maldito papagayo de tres al cuarto para pasar a ser una vedette con espectáculo propio. Si no sabes manejar eso, es cuando la transformación a mojón ya es irreversible; empiezas a oler a mierda y no lo sabes, das asco y tu crees que infundes respeto.


Pero volviendo a los inicios; al poco tiempo de convertirte en encargado, emerge la pesadilla que te acompañará el resto de tus días, un miedo que se hace compañero y colega, será tu saga de Elm Street particular. La paranoia se reinventa en cada jornada, un día te asalta por que si, aparece con sus cuchillas y ¡zas!, te corta en rodajitas la serenidad para siempre. A partir de entonces, cualquier crujir de pasos, cualquier wasap intempestivo, cualquier email de tu jefe de zona puede ser el tiro de gracia. No quieres errar en tu trabajo, cualquier tropiezo puede significar volver al frente, y has descubierto que a ti te gusta la intendencia, adoras esa jaula de oro en la que vives, temes volver a estar en caja, en las trincheras, como si fuesen fosos llenos de cocodrilos, o fosas sépticas donde sobreviven a duras penas los expendedores sin futuro.

Tu no, tu tienes un futuro fantástico; eres una especie de sicario de la mafia, y aunque nunca podrás vivir tranquilo, quieres engancharte al carro de los triunfadores. Te vuelves precavido y receloso, siempre mirando por los retrovisores, te conviertes en un maldito repelente niño Vicente que cree saberlo todo y lo que falla, siempre es culpa de los demás, ese es tu lema, no quieres que te pillen en ningún renuncio: los demás son los malos y tu el bueno.  No vas estrellarte de ninguna manera ahora que perteneces al establishment.  A estas alturas has archivado tus doctrinas sociales en carpetas definitivas y cruzas los dedos cuando cualquier expendedor molesto te reclama derechos que supongan un deterioro del resultado operativo. Ahora que te ha tocado ir por la lana, lo que no quieres es salir trasquilado. Has elegido vivir sobre el alambre, eres el novio o novia de la muerte, y aunque te huela el culo siempre a mierda, tu quieres resistir. Los problemas de los demás, ya no son cosa tuya, mejor mirar para otro lado.

Es cierto que como encargado, juegas con pocas cartas favorables; ser mano y poco más, y eso provoca un miedo subcutaneo que va forjando tres tipos de encargados: los licántropos convencidos, los chow-chow, y los del hortelano, que ni comen, ni dejan comer.
Dentro del primer grupo se encuentran los más fieros, los que ladran y muerden, y carecen de conciencia; trepan a dentelladas y tienen muy claro su futuro. Luego está una manada numerosa de falderos, el pelotón de pusilánimes y acogotados. Justificándose dicha postura, en el hecho innegable de que pisan sobre terreno pantanoso, entre penumbras, sin brújula y en solitario, como un explorador en la isla de Perdidos, esperando siempre, salvar sus vidas in extremis.
En nada ayuda saber que el propio satanás (J.Z) les dió la bienvenida al submundo disfrazado con su piel de cordero, a sabiendas que esa bondad fingida no durará mucho, que pronto aquel infierno incandescente se mostrará tal cual, en cuanto cometamos un error, y lo que no queremos es quemarnos. Conocemos tantas leyendas de delegados devorando encargados que metieron la pata, que lo que no nos apetece es ser los próximos que entremos en menú. Quizás por eso, este encargado se avinagra, trocea sus convicciones, y se pone los cuernos sin remordimiento, trata de controlarlo todo temeroso de dar un paso en falso que le haga dar con sus huesos en el infierno de los expendedores acabados. La solidaridad desaparece de su imaginario de palabras.

El tercer grupo lo forman quienes creen conservar las tres virtudes que citaba al principio: la honestidad, la solidaridad y el valor, pero las tienen en una vitrina, donde todos podemos verlas revestidas de polvo, sin atreverse a utilizarlas, encontrando buenas excusas para no tener que romper esa vitrina ni en caso de emergencia.

Estos dos grupos últimos tienen un acojone visceral, aunque lo nieguen. Esa inquietud constante aún acobarda más, y tienden a fabricarse una coraza de misterios. Por eso siempre se andan con secretitos, con mentiras, es su prueba de fe ante Mefistófeles (O el que tengan como jefe de zona). Ocultan codiciosos, como una fórmula de eterna salvación, todos los mails nocivos, los rumores, las injusticias sobre colegas, las protestas, incluso los derechos. Hacen luces y sombras sobre la iniquidad para engañar la vista, o el corazón -vaya usted a saber-, preservando su asiento con cada vez mas avaricia: Si tiene que caer alguien, que caigan los demás. Tras los primeros años se vuelven superiores y mezquinos, como si la justicia saliera de su sueldo.

Un encargado sincerándose (Campsared Blog)
Plenamente integrados en la jungla, pierden la humanidad, dejan atrás la rectitud y la nobleza, la complicidad, y desde luego sacan de su cabeza aquel convenio sindical que al principio portaban ufanos bajo el brazo como si fueran las Tablas de la Ley, o un distintivo personal de decencia.

Significa que han mudado nuevamente la piel. Es por entonces, cuando comienzan a filtrar sus mensajes discriminando la palabra de "dios" (de su Jefe de Zona, vaya) bajo su propia traducción. Aquel caldero de correos infernales les pertenece en exclusiva, es su tesoro, y tu eres un don nadie para querer saber más de la cuenta. Para ti quedarán tan solo las migajas, los check-list, la morralla, los papeles que solo sirven para tirar a la basura, lo interesante, lo esencial se escribe en citrix, y constituye el gran poder que proporciona el anillo. Has pasado de ser un compañero, a ser un número que no merece destacarse.

Ultima muda, el encargado apesta a falsedad, ya es un mojón adulto. Con la seguridad que da tener las claves del tesoro de los secretos, se hacen fuertes, perversos, sus órdenes ahora son en voz alta, las contraórdenes siempre en voz baja y misteriosa, envenenada y traicionera. Son palabras que reptan silenciosas a través de la linea telefónica o en correos que te envilecen e inyectan su veneno de forma inesperada. Los secretos que cuidan sólo protegen intereses oscuros. Al sol, hasta el infierno parece un balneario; los encargados enferman de miseria moral, se transforman en lameculos.

Quienes participamos o hemos participado del hermetismo de la empresa estamos aceptando el juego de traiciones, la red de redes que despliegan sus arañas en cada zona. La comunicación es nuestra fuerza, la unión es nuestra fuerza, los encargados y los expendedores somos el mismo bando, la colaboración y el diálogo nos fortalece, la guerra de guerrillas sólo beneficia a la empresa. Si no aprendemos eso por que nos ciega la codicia de ser el perro predilecto en la jauría, estaremos dando pasos atrás en la búsqueda de nuestra justicia laboral, esa que vindicamos tan frecuentemente. El oscurantismo sólo beneficia al poder. Es una lástima que la serpiente que nos ofrece la manzana, sea tan terriblemente tentadora, y su fruto tan aparentemente apetitoso.

Un encargado en ciernes, es un pececillo en el cebo. Muestra sus dotes llamando la atención, y haciendo reverencias varias veces al día. Los tiburones le permiten vivir por que se trata de una elemento inocuo, sin importancia ni interés. Cuando se cansan lo devoran de una sentada. A encargado muerto, encargado puesto, el ascenso que les conceden (ese sillón de la oficina), es un regalo envenenado, una manzana lustrosa que se aprestan a degustar sin precaución, sin encomendarse a ningún santo, pretendiendo brillar en la constelación de estrellas rutilantes de la empresa. Pero la fruta está maldita, si no se es fuerte e íntegro su veneno te devora las entrañas y te convierte en un ser vacío. La tentación es fuerte, y el brillo del anillo, irresistible.

Hay que probar su tacto alrededor del dedo, para embriagarse del poder que desprende, aunque conlleve renunciar a los principios de equidad, compañerismo y lealtad que siempre pretendiste.
¿Qué tendrá ese sillón que aunque duela y condene engancha tanto?

Mi sillón de encargado (Campsared Blog)


* PD.: Si es que crees que aún conservas estas tres virtudes, es que la enfermedad ha hecho metástasis en tu cerebro, confundiendo tu juicio para siempre. El proceso de conversión en lobo es imparable. No hay esperanza alguna, es algo irremediable. Tu olor nauseabundo llega hasta aquí.

Dedicado a mi encargada, a quien admiro y odio dependiendo de los días.


POR FAVOR, NO DEJES DE VOTAR ESTE ARTÍCULO A CONTINUACIÓN. GRACIAS

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