1 de abril de 2022

ABRIL 2022, Comentarios

Waylet, Waylet, Waylet, estamos en temporada de caza (de clientes), y Waylet se ha convertido en un arma de captación masiva, 10 céntimos por litro de descuento, nada menos, en plena etapa inflacionista resulta tan interesante que los clientes caen como vareados de un olivo, a cientos. El que ha ideado esta estrategia ha dado en el clavo, seguro que no es el mismo que el que decide los pedidos dirigidos, que luego por su falta de ventas tenemos que regalar ¡Y cuanto dinero no habremos perdido en eso! Bueno, pues este se ve que es un lince, ha dado en la tecla para que los clientes desfilen por las estaciones buscando eso que el gobierno no les da, el ansiado descuento en los carburantes. 


En plena guerra Ukrania-Rusia, han aprovechado para subir los productos de la tienda y ofrecer el carburante a un precio sin igual. Cada día los esforzados expendedores-vendedores-captadores y yo que sé cuantos oficios más, se afanan en explicar al cliente como introducir sus tarjetas, como aprovechar los descuentos, como ser más felices en la vida ahorrando como buenos administradores que son, y el cliente sale tan encantado, no se ha enterado de la misa la media, pero sale contento por que el expendedor de turno tras veinte minutos de enredar en su móvil le ha instalado la aplicación y aplicado las promociones. El negocio es redondo, por cuatro míseros euros por plantilla consiguen un cliente enganchado por el Waylet y la Travel, un contacto de luz y gas y unos datos personales muy valiosos para seguir ofreciéndole productos de por vida.  ¡Bien por ellos! Pero al expendedor de turno, le ha supuesto un estrés añadido (en el caso de que esté sólo), o un tiempo de dedicación absoluto para una tarea poco recompensada y que no exime por supuesto de tener que ofrecer (hasta conseguir vender) los malditos tornaditos, el vino que tiene Asunción, las mini flautas, los bocatas y toda la retahila de productos que durante años han ido inventando para conseguir que seamos muy, muy productivos y eficientes. 

En fin, mi enhorabuena al lince que ha tenido la idea, pues parece que ha pillado a contrapie a la competencia, que ha tardado más de quince días en reaccionar, aplicando también diez céntimos y doce, y hasta a ver quien da más; y me pregunto: ¿Esta bajada significa que las petroleras se estaban forrando a costa del consumidor? No creo que estén vendiendo a pérdidas, luego sí había donde rascar, ¡que pìllos! Con razón dicen que cuando sube el petroleo los precios de los carburantes suben como un cohete, pero que cuando baja los carburantes bajan como una pluma, ¡se las saben todas!