Hete aquí que estamos, después de una travesía por el desierto de cuatro años, expectantes esperando firmar el "convenio prometido" cuyas pretendidas ventajas se diluyen ante la apabullante realidad económica. En realidad lo que ahora se dirime es el Pacto Sindical, pero luego será el Acuerdo Marco, y antes fue el Convenio de Estaciones de Servicio, una "operación salida" de derechos (nunca mejor dicho) que nos tienen con el corazón en un puño desde hace varios meses. Pero, ¿Qué nos aguarda después de este ramillete de pactos?
Se comenta que ha pasado la crisis pero que estamos viviendo la resaca, y por lo que dicen, vamos a salir de ella con los pantalones enganchados con alfileres, sin varios pluses que nos los sujeten, prácticamente con el culo al aire en cuanto levantemos los puños para protestar.
El terremoto económico ha sido de tal calibre, que ha devuelto a los ricos a su sitio, y a los pobres, a ocupar sitios de alquiler. Por más que repasemos las mejoras sociales del último decenio, las alzas de salario, los acuerdos... ahora parece que ni la zanahoria en el palo nos va a quedar. Desde que en la primavera de 2012 llegara el tío Paco con las rebajas; el tío Mariano, he querido decir, aquí ya no crece una flor sin permiso del gobierno, y si crece hay que tributar por ello.
Se acabaron los años del pelotazo -para los ricos- y el rebote -para los pobres- en el que todos sacaban su ganancia con la filosofía del "y yo más". Que tienes esta casa, pues yo más, el coche X, pues yo más, o una tele de la leche, pues yo otra mejor. Yo siempre más que mi vecino. Ahora se rivaliza en saber quien tiene más deudas que el de en frente, quien aguantará más meses la "resaca" sin venirse abajo, y algo terrible para llevar una vida serena: quien tiene menos miedo a perder el empleo y más seguro su futuro.
Nosotros trabajamos para una multinacional. Nuestro presidente no ha sido el que dijo que hay que trabajar como los chinos si queremos poder sobrevivir, nuestra empresa gana dinero año tras año, a espuertas, como si les tocara cada semana El Cuponazo, no paran de encontrar petroleo, de extraer gas, y de producir derivados que proporcionan ingentes cantidades de dinero a la buchaca. Este trimestre 387 millones de un global de 1.410 en el año. Pero, ¿Y nosotros: Campsared? ¿Donde estamos en la cadena de ganancias?
Alguien ha utilizado la palabra mochila y voy a apropiarme de ella; Campsared es la mochila de Repsol, y se la cuelga, la zarandea, la utiliza, y de vez en cuando hace limpieza en ella tirando las migajas y pelusas, todo lo que no les interesa mediante reducciones de partidas, de personal y por subrogaciones. ¿Por qué?, por que les pesa la mochila y como dueños de ella quieren una mochila ligera, atractiva, y funcional. ¿Responde Campsared a esos criterios?
Alguien ha utilizado la palabra mochila y voy a apropiarme de ella; Campsared es la mochila de Repsol, y se la cuelga, la zarandea, la utiliza, y de vez en cuando hace limpieza en ella tirando las migajas y pelusas, todo lo que no les interesa mediante reducciones de partidas, de personal y por subrogaciones. ¿Por qué?, por que les pesa la mochila y como dueños de ella quieren una mochila ligera, atractiva, y funcional. ¿Responde Campsared a esos criterios?
Ahora ha llegado el momento de cerrar las negociaciones del Pacto sindical (la cremallera de la mochila) y unos ven que se ajusta más o menos, y otros, que ese cierre tiene más peligro que la boca de un tiburón.
Bajo esto se amontonan las cifras, cientos de ellas, de todos los tamaños, adornadas como los árboles de navidad por diagramas de múltiples colores, utilizando decenas de signos ortográficos, todos los que contienen los teclados para explicarnos la situación en la que estamos, si somos sostenibles y lo que se espera de nosotros.
Ciertamente a los criterios de la empresa nuestra mochila ya no es tan nueva, tan bonita ni tan útil. En los últimos años ha tenido que invertir en ella para que no se desfondara (últimamente 70 millones), está llena de costurones y por los sietes se le escapa parte del beneficio, lo que me hace pensar que ya no somos el complemento perfecto sino más bien un lastre ¿Puede prescindir de nosotros?
Está claro que el mundo se ha desmoronado, los últimos escombros son de Fagor, con 5.600 trabajadores a la calle, Panrico con 914, la televisión valenciana 1.600, limpiezas de Madrid 1.100 y muchos más, hasta llegar al Bar de Luis, frente a mi casa, con dos empleados menos. Y si hablamos de sueldos la realidad hace llorar, cientos de empresas han rebajado o piden rebajar ¡¡hasta un 45 % los salarios!! ¿Es este derrumbe general motivo suficiente para rebajar nuestras pretensiones? ¿Precarizar nuestro futuro es una opción o una necesidad?
Unos (CCOO) nos dicen que las concesiones son las mínimas, pero nos hablan de un plus (de relevo) que inquieta en su nueva definición, por lo que pueda suponer. Como la mayoría no entendemos, lo vemos con recelo, como al muñeco Chucky, no sabemos si darle un abrazo o hacerlo picadillo con la batidora.
Por otro lado (UGT) considera que el tema no está claro, buscan gato encerrado alrededor de los ratones, que somos nosotros, les parece que eso del plus independiente "ad persom", es un truco tan viejo como el de la bolita y las tres nueces, "ahora la ves, ahora no la ves", y que en cualquier momento en el futuro, se esfumará el dinero, que habrá volado entre los dedos de un virtuoso trilero de la empresa.
En este punto estamos, con los papeles sobre la mesa, con dos guiones diferentes sobre una misma historia ante los que debemos decantarnos. En realidad, todo es cuestión de cifras: Perdemos, o perdemos, o perdemos más, la casa gana siempre. Se trata de aceptar los recortes o apostar todo a impar y rojo.
Estas dos últimas semanas no ha habido reuniones. UGT no está ni se le espera, su planteamiento es que las cosas no están claras, y que con la mosca zumbándole detrás de la oreja ellos no se atreven a firmar. CCOO ha recogido los bártulos, ha hecho las maletas y se han marchado cada uno a su pueblo a la espera de que los ugetistas se decidan. ¿Y ahora qué? Si lo que se negoció hasta ahora no vale, es decir, si lo que ha costado varias semanas de reuniones y discusiones (desde el 11 de septiembre) y que se plasmó en distintos comunicados conjuntos, no es lo que se acepta, no queda otra que volver a empezar de cero, coger folios en blanco y comenzar a escribir propuestas.
¿La empresa va a aceptar esta indecisión? ¿Va a refrendar lo ya acordado o va a adoptar posturas más rígidas?
Yo creo que la posición de UGT es loable, quieren lo mejor para todos, entendiéndose por todos, los trabajadores antiguos y los nuevos, pero... ¿Nuestros sindicatos no han patinado enfrentándose a la empresa sin antes haber ajustado sus criterios?
A mi modo de ver, la empresa va a reforzar su estreñida posición y va a decir, "que la cosa está mu' mal", que hay que adaptarse a los nuevos tiempos o enfrentarse a la desaparición, esto último lo dirán con énfasis, en tono fantasmal, alargando como un aullido la última sílaba.
¿Es cierto? ¿Es posible? He ahí nuestro dilema, nuestra posición. No condenemos a los sindicatos si finalmente optan por una decisión errónea que nosotros mismos dudamos. Es cierto, algunos lo teneis muy claro: HAY QUE LUCHAR, pero ¿Y la mayoría? ¿Pondríais la mano en el fuego por vuestros compañeros?
Por si os queda alguna duda, yo tampoco quiero que nos bajen el sueldo, me jodería como a cualquiera, pero ¿Qué hacemos? ¿Revolvernos por amor propio? ¿Cuántos? ¿Los 150 de siempre?
Y si así fuera, una reflexión: ¿Le ha servido de algo a los empleados de Iberia, Roca, Fagor, Panrico, etc., salir a la calle a protestar? ¿Han renunciado a sus planes las empresas? ¿La coyuntura laboral protege las posturas heroicas?
Estamos entre la espada y la pared. Yo creo que hemos de apostar por la supervivencia apoyando los planes propuestos en principio por nuestros sindicatos. Lo de UGT es fantástico pero nos pone al borde del abismo. Debemos optar por una garantía en el empleo y si tiene que haber bajada de sueldo, que esté condicionada a la situación económica, y tan pronto -aunque sea en el 2018- ésta mejore, recuperemos un nivel aceptable de salario y de capacidad adquisitiva acorde a los tiempos que corran por entonces. No se trata de sacrificar el futuro, sino de asegurar el presente.
Yo no quiero volver al 2012 con el temor continuo a un subarriendo, prefiero cien planes cicateros de mejora, u oscuros objetivos, el maquiavélico proyecto de los ratios de venta, cualquier cosa menos vivir en la zozobra diaria del "qué pasará mañana".
Ocurra lo que ocurra, nuestra situación seguirá siendo mejor que en el sector. Sé que juegan con nuestro miedo, pero, visto lo que ocurre a nuestro alrededor ¿tenemos otra opción?
P.D.: Espero vuestras más feroces criticas para devolverme la fe y el valor que los años me han arrebatado. Quiero algo en lo que no creo: La unión por un objetivo común, en Campsared es imposible.
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Mi más sincera felicitación por este artículo extraordinario que has escrito y que refleja la verdad objetiva de campsared Ningún periodista o escritor de los de ahora lo hubiera expresado mejor.
ResponderEliminarLas críticas te las puedes pasar po el "arco del triunfo"
Muy acertada esta reflexión. La mochila no es lo mejor pero es lo menos malo. Mañana mo sabemos donde vamos a estar. El colmo es que Repsol prepara sustituto para Bufrau. Veremos donde nos coloca este tema. ..
ResponderEliminarProtestar y luchar siempre merece la pena. O si no, acordaros que antes de ayer hizo un año que empezó el periplo de la huelga indefinida de Estaciones de Servicio en Bizkaia. Fueron 47 días muy duros pero valió la pena.
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