Era un deportista completo. Toda una vida de entrenamientos y esfuerzo cotidiano, mañana y tarde para lucir en muchas disciplinas: atletismo, natación, ciclismo, hasta boxeo. Le gustaba ser el mejor, conquistar metas, superarse a si mismo. Poseía disciplina, coordinación e inteligencia, dominaba enseguida a sus rivales, aunque tuviera cara de todo lo contrario. En su fuero interno se había fijado una meta que le inculcó su abuelo desde chico: quería llegar a ser gasolinero como él.
El "Crack" (Campsared Blog) |
Durante varios meses se estuvo preparando a conciencia, normativas, legislación, venta cruzada, venta horaria, idiomas, sabía que alguna vez le llegaría su momento, la oportunidad que anhelaba. Había hecho varías suplencias pequeñitas, de días, y nunca pudo sobresalir en ellas. Por eso no dudaba en echar currículos en todas las gasolineras de su zona.
Durante su vida, había ganado varios campeonatos y títulos, pero le gustaban los desafíos, por eso estaba ahí, esforzándose siempre como el mayor pringao que había en la empresa y aledaños, y entonces, se produjo el milagro, una baja de última hora, y aprovechó ese trance para buscar su sitio en el Olimpo. Un email de una Delegación cualquiera publicaba el aviso:
- Nos hace falta alguien para cubrir una baja en la operación salida de la A-3 esta semana santa.
- No, si solo vas a estar de todas formas, el refuerzo también está de baja. ¿Pero te atreves? Es una salida de puente - Le insistieron.
- Lo que sea, yo por la empresa lo que sea -
Aquel gesto sin duda, gustó a su Jefe, al encargado, y agradó al Delegado Regional, que se frotó las manos en clara muestra de optimismo.
- Tienes que aprovechar, vender al menos 300 € en SPO, doscientos sándwiches, el palé entero de refrescos y tropecientos dulces. ¡Y no te olvides de los Rascas! 150 ó 180 estarían bien , y las ofertas... ¡Y dos o tres paletas!, ¿No será mucho para tí? -
- En absoluto, ni hablar, yo, lo que sea, yo por mi empresa ¡MA-TO! -
El gracejo y la valentía de aquel expendedor despertó el interés de varios superiores en la Delegación.
- ¡Vaya huevos! - Exclamó un Técnico de Zona.
- ¡Que se joda! - Dijo otro - Que ponga el culo por candelero si se quiere ganar un puesto- Comentario que hizo estallar las risas en todo el auditorio.
- Pues si, que se lo curre, que esa es su obligación, aquí no queremos perroflautas-
- ¿Y si no alcanza lo que dice? -
- Pues le largamos una charla del copón para que se cague encima - dijo uno.
- Le amenazamos con echarle a la calle - añadió otro, - y le mandamos una carta de apercibimiento.
- Eso, eso - dijo un tercero.
- ¿Y los sindicatos? - Adujo el más novato. Y los antiguos se miraron entre ellos sin poder reprimir otro aluvión de risas que sacudieron las paredes de aquella habitación. Hubo hasta alguno que se cayó de espaldas en la silla.
- Le amenazamos con echarle a la calle - añadió otro, - y le mandamos una carta de apercibimiento.
- Eso, eso - dijo un tercero.
- ¿Y los sindicatos? - Adujo el más novato. Y los antiguos se miraron entre ellos sin poder reprimir otro aluvión de risas que sacudieron las paredes de aquella habitación. Hubo hasta alguno que se cayó de espaldas en la silla.
Dos días después, llegó el momento clave de aquel temido día. Hicieron el relevo y allí quedó este hombre ante el peligro. La suerte estaba echada en el intento, y el baile empezó pronto. Comenzaron a amontonarse coches en la pista, pim pam pum, y aquel muchacho vende que te vende, ¿Unos garbanzos? ¿Cerezas?, ¿Unas naranjas? ¿Unos chicles de oferta caballero? ¡Como! ¿No va a llevarse unas patatas o unos fritos? Snikers 2x1, sándwich más cocacola, quince cafés, ocho con leche, cuatro cortados y tres solos... ¡Marchando! -
Fue una batalla encarnizada. Durante un par de horas se le fue incluso la Solred. Se enganchó con precinto su movil a la oreja, y sin colgar, hizo bacaladeras una tras otra sin parar, cincuenta, cien... ¡Qué se yo cuantas!.
Al final de la tarde llegó el relevo, y el merecido descanso a aquella lucha sin cuartel. Estaba extenuado, sin aliento, con un hilo de voz, con las yemas de los dedos enrojecidas, la mirada perdida, exhausto, se había orinado encima para no perder tiempo en ir al baño, pero lo había logrado, había cumplido con creces su trabajo, había vendido todos los objetivos, los cupones, toda la torre de naranjas, las paletillas, casi todos los quesos y el aceite. Con su actitud había superado muchas expectativas. Había nacido un "crack"
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