Enseguida me llamó la atención, era un tipo educado, de poca envergadura, misterioso, llevaba un traje gris marengo brillante, diferente, como si regresara de una boda en Las Vegas. Su cuerpo enjuto, sus ojos distraídos y una calvicie galopante, le conferían un aire entre gracioso y enigmático.
Me preguntó en voz baja, temeroso, como esperándose una respuesta negativa, - "¿Tienen ustedes plutonio?, ¿No, verdad?, ¿Y alguna central nuclear cerca?" -
- Lo más cerca de Burgos para encontrar algo tal que éso está en la Tobalina, la central de Garoña, a unos 75 kms. de aquí, o si no ya en Guadalajara - Le respondí.
Frunció el ceño, consultó su reloj, que era espectacular como su coche, muy moderno, fulgurante, con muchos dígitos, botones y lucecitas que brillaban y del tamaño de una muñequera.
- ¡Vaya 'peluco'! - le dije, - ¡Y vaya carro!, parecen del futuro -
Me miró con ternura a los ojos esbozando media sonrisa - "Si yo le contara..." - Respondió.
- Cuente, cuente... - le supliqué intrigado. Era temprano, y era fiesta, así que desplegué toda mi artillería de halagos, florilegios y encantamientos para lograrle convencer.
- Tu en tu pueblo no tienes naranjas como éstas, ¿De que pueblo eres?. Mira, tienen tal cantidad de vitaminas que, es comerte una caja y se te pone tiesa, ¿A que te tienta? -
Lo cierto es que al final, le convencí para llevarse seis cajas de naranjas y un sustancial descuento con el queso, y sólo entonces, me confesó su historia alucinante.
Me dijo que venía del futuro, ¡Agárrate!, Del futuro, y no del mes que viene, ni de Semana Santa, ¡Venía de treinta años después! ¡Acojonante!, Como cuando te dan las nóminas antes de estar los sueldos ingresados, ¡Una pasada! ¡Del futuro!
Se acercaron dos viejas que querían un café - ¡Aire, aire!, ¡Está la máquina averiada! - Les dije. Estaba entusiasmado, y por que no, también un poco receloso ¿No me estarás tomando el pelo carcamal?. ¡Tu te has 'metio' unos tripis en la fiesta de donde vienes, y estás que flipas! -
Volvió a reir, esta vez con sonoras carcajadas - Si no fuera por... - y como recordando la realidad volvió a torcer el gesto, - Necesito plutonio para poder alimentar el condensador de fluzo que genera la energía del coche -
- ¿Lo qué? - Le dije sorprendido - Abra usted el capó que le eche yo un vistazo -
Dicho y hecho. A mi siempre se me dio bien eso de la mecánica, de modo que le eché un ojo al motor, le hice varios ajustes, y en diez minutos ya estuvo listo para alcanzar 300 a la hora.
- Ahora le echamos un Wynns limpia-inyectores, un poquito de aceite Kraft de trasmisiones, un litro de 2T. Mezclamos unas guindillas machacadas con dos pastillas barbacoa, lo molemos, lo echamos al depósito, le añadimos una botella de Blue Flame, después cogemos salsa Dippas, pero de la picante, dos botes de Red Bull, una litrona y unos taquitos de jamón. - Estas dos cosas últimas no son necesarias pero amenizan mucho el trabajo, y ¡Que narices!, encima vendo una paletilla.
- Al resultado le añadimos zumo de dos naranjas, una cucharada de bicarbonato, y a continuación llenamos el depósito de 98, damos un par de acelerones, y listo. -
Se ve que andaba un poco mosca, no estaba plenamente convencido e inquirió: "¿Seguro que con esto va a alcanzar los Gigawatios de potencia necesarios?"
- En otra cosa no, pero en mecánica quántica no me gana ni Dios - Le aseguré - Coges la A-1 y en media hora te plantas en Madrid, 500 'giraostias' de ésas te coge por lo menos -
Meneó la cabeza dubitativo - Si usted lo dice -
- Una vez le hice esto a mi tractor - le serené -, y aquello era un cohete. Hubo unos catalanes que hasta le compusieron una canción. Na na ná, na ná, na na ná, ¿Le suena? -
Puso cara de imbécil, - Esto va a tirar 'tela', - le aseguré de nuevo, pero eso si, le insté a que me explicara lo del viaje en el tiempo. Le perdonaba la propina pero quería saber de aquella historia misteriosa y fantástica. Estaba emocionado.
- Muy bien - Me dijo - ¿Tienes unos minutos? -
- Desdeluego, voy por los conos y me explica -
Después que hube cerrado surtidores y bloqueado la puerta, me acomodé a su lado dentro de aquel coche flipante. - "¿No será usted uno de esos que abusa de los muchachos en los coches?" -
Me rogó que me serenara. Me explicó que el futuro es algo serio, no lo puedes tomar a 'chufla', construimos nuestro futuro con cada paso del presente, nuestras acciones de hoy, determinarán nuestro mañana, debemos ser mejores para que el futuro sea un lugar más armónico y perfecto. Me dió la 'chapa' diez minutos que tuve que aguantar con paciencia, como cuando te para un picoleto y dices que si a todo, como cuando el Jefe de Zona te da consejos de trabajo, pues igual. Se alargó tanto que tuve que salir hasta tres veces por que vinieron a repostar varios de esos que no respetan ni el domingo por la mañana.
Cuando volví a sentarme en aquel coche por tercera vez, el vejete arrancó el motor, y en un suspiro, tras dos acelerones como prueba, pisó a fondo y nos fuimos... ¡¡Hostia puta!! Se me pusieron de corbata mientras duró aquel viaje extraño. Era una sensación mezcla de tunel de lavado y centrifugadora, como si andáramos metidos dentro de un microondas, un 'güevo' de calor, y un acojone en todo el cuerpo.
De pronto ¡Zas! , se hizo la luz, y tras hacer un trompo de los buenos, aparecimos en mitad de la pista de una gasolinera... ¡¡Del futuro!!
Nos bajamos del coche, y el viejo me dijo que le acompañara sin chistar, que no hablara con nadie, que no tocara nada, que no me separase de su lado. Yo estaba boquiabierto, los coches eran raros, acristalados en el techo, recubiertos de pantallas solares pequeñitas, como mosaicos de colores, como vidrieras de una catedral. Y en la forma, unos parecian huevos, y otros patatas aplastadas ¡Vaya flipe!
Los surtidores también eran distintos, unos de acero inoxidable, muy grandotes, con pantallas de plasma a cada lado y largos brazos como gruas, parecían un transformer en la posición de reposo, ¡Y el surtidor, hablaba tres idiomas! ¡Que pasada! Y mientras echabas combustible, los monitores daban publicidad e información del tráfico, ¡La leche!, "Ha elegido usted plutonio enriquecido"
Los otros surtidores eran muy diferentes, transparentes, con la estructura de cristal, o de metacrilato, y unas mangueras de metal, finas, muy largas, niqueladas, como si fueran los tubos de una ducha. El mecanismo quedaba al descubierto y era posible ver el combustible circulando por serpentines de cristal haciendo juegos de colores atrayentes, mientras cadenas y poleas hacían su movimiento acompasado y silencioso, perfecto y regular, moviéndose como la maquinaria de un reloj suizo, haciendo que fluyera el carburante.
Yo estaba con la boca abierta, marchaba a un metro de aquel hombre como un perrillo idiotizado, babeando, con temor a perderme como si fuera un niño en una feria. Y entonces, pasamos dentro de la tienda.
FIN
DE LA PRIMERA PARTE
No os perdais...
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