El caso es que el dinero se ha convertido para nosotros en parte de un mito, en El Dorado que todos soñamos alcanzar mediante una quiniela o una herencia para invertirlo en la república independiente de nuestra casa. Algunos abandonaron esta empresa oyendo hablar de ello y sin haberlo conseguido. Unos amagan, y otros se irán habiendo esperado vanamente que les entregaran lo que es suyo.
Ahora resulta que UGT ha visto las orejas al lobo, ha interpretado que Repsol hace malabares para mantener las empresas del grupo y la bola que siempre se le cae es Campsared, la bola caliente somos las estaciones de servicio. No las perdidas de Vaca Muerta, no los sueldazos de los directivos, no los dispendios económicos como las motos o el Dakar; la china en el zapato se llama Campsared.
Eso dice UGT, lo ha leído en los posos del café que sirven en el Campus, o en algún grafitti de las paredes del lavabo. Campsared pesa por que las ventas se han desplomado, por que la competencia es -y va a ser- brutal. La liberalización para poner surtidores va a extenderse de tal manera que hasta el quiosquero de la esquina va a tener un poste de diesel. Son malos tiempos, lo veo y lo vengo rumiando, pero la osadía legionaria de UGT, y unos cuantos aguerridos compañeros, quiere plantar batalla a la compañia Repsol, tal como hizo David con el hormonado Goliat en las sagradas escrituras. Lo que nunca contaron las crónicas es que posiblemente después de la pedrada Goliat se levantó y le arrancó la cabeza de una hostia al pequeñajo.
La decisión es seria, y nos puede costar un disgusto. Ya hay compañeros con el cuchillo entre los dientes preparados para el asalto, pero esto no puede ser un paso dado alegremente como quien trisca por el monte. Actualmente no hay empresa que se libre de algún recorte ¿o si? Luego el camino no va a ser asfaltado compañeros, el camino es empinado y pedregoso, y así habremos de recorrerlo. No hay vereda que Repsol vaya a permitirnos cruzar sin un peaje, y eso, los que consigan superarlo claro, por que de ésta, las estaciones renqueantes van ha tener que plegar bártulos y convertirse en bajo coste, marca blanca, carne de privado, o en mamotreto abandonado por el cese de actividad.
¿Qué vamos a hacer?
Los sindicatos -que al fin y al cabo son los que entienden del asunto- se reunieron y se volvieron a reunir, estudiaron la situación y la manera de reducir los costes y aportar rentabilidad, se negociaron los puntos de un acuerdo; todo parecía casi atado hasta que UGT se levantó, fue a por tabaco y nunca más se supo.
CCOO siendo juiciosa -bajo mi punto de vista- había preparado una plataforma discreta, con mínima perdida de derechos, con posibilidades de aprobarse, acorde con los tiempos, osea, sin exigencias, pensando más en sobrevivir que en prosperar, pero algunos no lo ven bien, desconfían de esta empresa que ha mantenido el tipo en 2013 con el mínimo de subarriendos, inventando proyectos-unos más viables que otros- con el ánimo de remontar. Desgraciadamente no ha sido así, las ventas han seguido a la baja, y los beneficios hacen eco en el fondo de unos pozos negrísimos que nada gustan a los accionistas.
Ellos también ven las orejas al lobo, saben que no caben descuidos, la ley les proporciona el marco legal para asegurarse el terreno, poner coto, y protegerse de cara al futuro. Aún no bailan con la reforma laboral, pero UGT dice que alguno tararea las notas. Entonces, vuelvo a decir, ¿Qué vamos a hacer? Luchar dicen algunos, dar la cara ¿Pero cuántos? ¿Habeis preguntado a vuestros compañeros, a vuestros encargados, en las estaciones del entorno hasta donde están dispuestos a llegar?
Lo positivo es pensar que todo el mundo se va a unir, que esto va a ser como la Toma de la Bastilla, que los expendedores por turnos van a hacer seguimiento de la huelga, el paro, la protesta... lo que sea. Los encargados harán la vista gorda, se cerrarán las cajas, las oficinas, se abandonarán los handheld, los pedidos, no se atenderán las cisternas, se despedirá a los proveedores...
Después, todo el mundo se manifestará en frente del Campus, se coreografiarán bailes y cánticos, se apiñarán todas las fuerzas sindicales, seremos un ejército como el romano, con banderolas, pancartas, una marea humana que apabullará a los jefes de la empresa que abandonarán las oficinas en helicóptero y dejarán a los suplentes firmar la rendición y aceptar las condiciones -sean cuales sean- que quieran los trabajadores ¿Es creíble?
En la última huelga general participó un 1 % de los trabajadores de Campsared, y en la anterior un tres. Siendo un problema interno y estando -falsamente- en debate los atrasos, y tal vez el futuro, podemos esperar que llegue a un 6 %. Resultado: Irreductibles que pagarán con su salario la testarudez de no querer alcanzar un acuerdo. Aparte de la cara de tontos que se nos quede por ser los únicos en dar la cara.
Hay que ser realistas, también expendedores y encargados le han visto las orejas al lobo y su apuesta va a ser pequeña, testimonial, en la mayoría de los casos inexistente. Nadie quiere bailar con lobos a estas alturas y con el panorama actual; la solución tiene que pasar por un acuerdo a mínimos entre las partes: Trabajadores, sindicatos y empresa, y no en una batalla que desde lejos huele a Little Big Horn.
Inevitable es que ocurra lo que ocurra, los culpables van a ser los de siempre: Roberto Mora, José Avesada, y Ladislao Cañamero por no saber bailar la conga. Ellos mismos se encargarán de reprocharse unos a otros los altibajos del acuerdo.
Los sindicatos son como los médicos -siempre lo digo-, solo se les requiere cuando surge algo malo (o alguien se quiere ponerse tetas o pedir un traslado). Uno espera de ellos que nos curen de nuestro mal, que hagan milagros si es preciso, que se pongan la bata blanca y extirpen los problemas. Pero a veces no lo consiguen. Si alguien pierde una pierna, un ojo, o un plus, renegamos de ellos, les acusamos de vendidos, de ineptos, de chupones. Y mucho más si alguien resulta muerto en el intento de salvarlo; entonces los sindicatos son la peste. No lo es la bala que disparó la empresa, ni nuestro dedo que muy posiblemente acarició el gatillo; los culpables son los sindicatos que no nos salvaron la vida, que no hicieron bastante para sofocar la hemorragia y librarnos del despido.
Quiero decir con esto, que se firme lo que se firme, se acuerde lo que se tenga que acordar -y esperemos que se haga pronto- nunca será del gusto general, siempre habrá perdida de miembros, heridas, reducción de salario u obligaciones nuevas. Esta batalla no se salda con una noche loca de risas, baile y un buen polvo, se trata de negociar las dentelladas que la ley les permite arrearnos, y este trance se hace a cara de perro, o de lobo. Y hay que poner el brazo y señalar donde transigiremos que nos muerdan. Sin llegar al hueso claro, pero sabiendo que actualmente cualquier acuerdo laboral dejará heridas abiertas que sanarán con el tiempo. Sobre todo por que hay que mirar hacia delante. Aullando pero con señorío.
El sindicalismo ya no es poesía de libertadores, sino política de negociantes, festín de lobos, aunque todos se disfracen de corderos. Es normal que veamos orejas asomando,
Entre la empresa, los sindicatos y nosotros -que ululamos lo nuestro- no hay Félix Rodríguez de la Fuente que sea capaz de poner orden, y el caso es que hace falta. Necesitamos coordinar los aullidos para espantar a ese gran lobo que es la crisis. Ojalá vuelva UGT con el tabaco que fue a buscar, y que se fumen juntos el pitillo de la paz. O incluso un relaxing cup of café con leche in the Plaza Mayor.
Excelente como siempre
ResponderEliminarGracias Maly
EliminarY ni que decir tiene k no estoy conforme con la sentencia
ResponderEliminarFenomenal, Ank. Me encanta la cita de Terencio
ResponderEliminarEl escrito tiene un error.
ResponderEliminarYa hace más de un año que Carlos Garcia ya no lleva el timón de UGT en CAMPSARED
Gracias, tienes razón. Corrijo.
EliminarTiene más errores de interpretación,como que no es verdad que UGT se levantara a por tabaco y no volviera,ni es verdad que lean en los posos del café.
ResponderEliminarLo que es cierto es que otros sindicatos no han tenido esas sensaciones o filtraciones. Solo UGT interpreta por las señales que sea, que Rapsol quiere dejarnos fuera.
EliminarO no nos las cuentan......................
EliminarTe sorprenderias........................
EliminarHe querido decir Repsol.
EliminarUGT abandonó aquella reunión hace cuatro meses y desde entonces aún no se ha reunido con CCOO para llegar a un acuerdo. Fueran a por tabaco o a consultar, han tardado mas de la cuenta. Han hecho que perdiéramos cuatro meses. Las reuniones semanales eran para concretar, no para asistir como oyente y luego salir por peteneras. Desde aquel primer momento tenían que haberle dicho a Ccoo que ellos no iban a hacer el caldo gordo a la empresa, y que sus expectativas eran mucho más ambiciosas.
Veremos qué es lo que hacen al final.
Sentado en la chaise longue, fumando espera Ccoo, al hombre de UGT que la quiera, para firmar un acuerdo.
Creo que vives en una mentira.............................
EliminarTener un padre confesional y no saber que se cuece en la otra parroquia es muy grave por tu parte,y más dedicándote a llevar y gestionar un blog donde siempre dices que te consideras imparcial.
EliminarLlama a el delegado de UGT en tu zona y que de luz a tus incognitas.
como que eres de Madrid,no dudes en llamar a Miguel.
Lo mejor de todo....como esta la situacion laboral....lo suyo es no pensar en el problema...si no buscar soluciones.
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