Luego hay broncas pequeñas, broncas grandes y broncas 'E+10', que están expresamente prohibidas en el artículo 31 del Convenio, así que ni me entretendré en ellas, sólo decir que esas no esperan al amanecer para aclararse bajo la luz final del monolito, mientras el turno 3 y el turno 1 ejercen de padrinos, esas se solventan en juicio sumarísimo, y aunque no tienen sexo, si que terminan con frases alusivas del tipo: "¡Que te follen!", para acabar la discusión.
Las otras broncas, las pequeñas y grandes se desarrollan entre las bambalinas, por lo bajo, 'el espectáculo debe continuar', son siempre por minucias, un quítame allá esas pajas, un donde has puesto ésto, un no me has hecho aquello, bobadas que se resolverían en nada, si todos dispusiéramos de tablas adecuadas donde medir la importancia de las cosas.
¿ Discusión de trabajo?, uno con siete en el baremo, de leve a moderada, tres padrenuestros y marchando, poca cosa, más pajas para aquello del quítame, no penseis mal.
Todo en la vida desmerece en comparación a otros sucesos, ya sean problemas o momentos felices, siempre hay gente que ha padecido o disfrutado más. El baremo no engaña. Nuestro momento más feliz, encuentra réplica en la fiesta de las fiestas, y se convierte en un momento alegre y nada más. Lo triste también se topa fácilmente con la montaña que da sombra más grande y más oscura. Todo lo que se siente en esta vida es relativo, y por lo tanto intrascendente.
Las broncas de los jefes o de los encargados, o mantenidas con otros compañeros, se disolverán en el tiempo, que es un océano tan voluminoso, que incluso témpanos muy grandes, desaparecen engullidos por su magnificencia.
¿Quién se acuerda de las broncas de chico?, ¿De los rapapolvos de joven?, ¿O de las charlas de mayor?.
¿Y de la penúltima bronca conyugal? Discutir dentro del trabajo es tan inútil y contraproducente como hacerlo contra los sindicatos dentro de este blog.
Cada acontecimiento negativo se refleja en nosotros, como si estuviéramos frente a un espejo, lo que decimos o atacamos nos afecta a nosotros mismos, porque somos garbanzos en una misma saca, somos iguales, somos dos ramas cualesquiera de un árbol, y por fuerza nos rozamos unas con otras.
En este punto debo decir que las mujeres son mucho más chinchosas, el doble, bueno, el doble no, el triple tal vez, mientras que un hombre resuelve diferencias con un simple "Date el piro vampiro", o incluso desdeñando el problema, quitándole hierro a la disputa, usando sabiamente el 'baremo', la mujer, utilizando su visión de las cosas - Que es distinta diametralmente a la del hombre -, lo cocina despacio, lo hierve a fuego lento, y lo dispone en cómodas raciones: Para el compañero, para la amiga, para el encargado... de una raquítica 'tartera', saca un banquete para quince, ¿Y total qué?, La misma albóndiga en el plato y mucha propaganda.

Un sindicato es el único salvavidas que encontrarás que flote de tu parte en caso de naufragio, y un compañero, el brazo más cercano que puede asirte o hundirte según quiera. No seamos tontos, salvémonos del temporal los unos a los otros, las rencillas mejor, en el contenedor, junto a las cosas caducadas.
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