Aquello fue el principio de una carrera al estrellato. Se convirtió en un correturnos compulsivo. Iba cubriendo bajas temporales y puntuales en estaciones diferentes y lejanas, durante un añó hizo más carretera que un conductor de La Continental. Estuvo en estaciones muy pequeñas, y en otras grandes, apropiadas para lucirse en su esplendor. En todas batió records, en todas rompió la media de las ventas dejándola unos puntos por arriba. Le invitaron a mas sesiones Vip de Estación 10, de Sumando Valores, pero el en vez de envanecerse, redoblaba su esfuerzo y trabajaba también en esos días, doblando turnos las veces que podía. Hasta de noche vendía productos con denominación de origen a través de la ventanilla. No había jornada que sus ventas fueran más bajas de cien euros, y otros cien en productos de la ONCE, sii era preciso prolongaba su turno por dos y hasta tres horas. Todo un caso.
A veces, te llamaba a tu casa para pedirte que vinieras más tarde, - ¿No te importa que trabaje un par de horas por ti? -
- ¡Hombre, a mi me pirria levantarme temprano para trabajar, pero si te empeñas! -
Con ese afán innato de conseguir la gloria, no sólo vendía como el super del barrio, también era perfecto para ofrecer los rascas, y las K's, chocolatinas, refrescos, promociones, cualquier cosa, desde que entraban los clientes, los hechizaba con las bondades sobre la calidad y el fabuloso precio. Si hubiésemos vendido apartamentos en la playa, hubiese liquidado Benidorm en tres semanas, y Torremolinos en dos.
No descansaba para comerse el bocadillo, hacía el relevo 20 minutos antes de la hora, alargaba sus turnos media hora para aumentar las ventas, animando a los conductores desde la misma puerta.
- ¿Ha probado nuestras naranjas?, son riquísimas, ¡Que digo ricas! ¡Espectaculares!, ¿Y el queso? ¡Dios bendito, qué queso! Lo fabrica mi abuelo en una cueva. No pierda la oportunidad, en serio, ¡Y qué paletillas! Cuestan 300 € y las estamos liquidando por cincuenta. Nunca podrá probar productos como estos. Los tiene todos en nuestra tienda, si no los compra se arrepentirá -
Su voluntad y su tesón eran inagotables. Dos o tres veces por semana, terminaba su turno y se marchaba a hacer traspasos, quería tener a punto la mercancía en la tienda, que no faltara nada, ni unas horas. No era capaz de tener libre más de un día, y cuando esto ocurría, cogía su coche y hacía portes desde los almacenes de Logista para traerse el pedido semanal en cinco o seis viajes.
Por supuesto, no se esperaba a que el repartidor trajera los melones o las naranjas cada semana, sino que se iba hasta Valencia o hasta Tomelloso con su coche y la familia, y se traía las cajas en el maletero y sobre las rodillas de los niños y la mujer.
Pasaron varios meses y fue condecorado. Le concedieron la Cruz al Mérito Civil para gasolineros de primera clase, y el 'Carburol de oro', premio especialmente creado para alabar su gran trabajo en el desempeño de sus obligaciones como expendedor vendedor. El Oscar de los gasolineros. El no va más.
Su rostro fue publicado en circulares, en revistas del ramo, en vídeos de la empresa, hasta en las navidades, nos regalaron un porta fotos de llavero con su cara. Era el hombre del año. Se comentó que podía dar las campanadas junto a la Igartiburu.
*Antes de leer este relato deberías dirigirte a EL CRACK (1ª Parte) y leer el principio de esta historia.
Lamento reventarte el final de la historia pero apostaria que me lo conozco. Algo asi como que llegó la crisis, bajaron las ventas y la empresa, al prescindir de todos los temporales, puso al crack de patitas en la calle.
ResponderEliminarComo tragaba con todo nunca nadie le propuso un contrato indefinido, para que.
No seas un cabrón revienta historias. Pues si, eso podía ser el final, me vas a obligar a cambiarlo.
ResponderEliminarPerdon, tenia que haber sido mas discreto. La proxima vez te hago la sugerencia por correo interno y como gesto de desagravio te cedo todos los derechos de autor de la idea.
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