Un señor me dice que al descolgar la manguera ha salido un chorro de gasolina y que le ha manchado los zapatos, que es culpa mía por no estar donde debía estar, que ahora quien le paga el traje. Tiro la imagen de San Nicasio a la papelera, me doy cuenta que tiene menos influencia en el cielo que los que pasan la fregona cuando llueve. Mientras tanto, trato de cobrar a todos los clientes que entran, que si descuento Repsol Más, que si descuento Corte Ingles, que si el descuento que se inventa cada uno. Cuando cojo aire intento ofrecer lo que puedo, que es poco, lo reconozco, a estas alturas bastante tengo con aguantar los pantalones que se me escurren por el culo; he debido perder dos kilos -lo único bueno- junto con la sonrisa y las ganas de trabajar, después de la última movida.
Un señor viene con la cartilla del Marca pidiéndome un reloj. Le comento que no sé nada, y después de dedicarme un minuto a leerlo con atención, le explico lo que ha de hacer para conseguirlo. Solo me ha faltado tener que explicarle también como ir al baño, como bajarse la cremallera y como buscársela dentro del calzoncillo. Estamos aquí para todo, ¡Jo...derrr!
Son las once y llevo tres horas metida dentro de la caja, sin apenas respirar ni poder ir al baño. La cola me llega casi hasta la puerta, las ganas de... hasta el ombligo. Con la caja atestada de clientes me escapo corriendo hacia el servicio. ¡Dónde va esta loca!, pensarán, da igual, ya no aguantaba más, de saberlo, me hubiese echado al bolso el Indasec de la Concha Velasco, y en el botiquín de la estación no hay nada parecido. De vuelta en caja, otro señor me pide una bombona de butano. Salgo corriendo y se la doy, diez segundos de aire fresco. Eso si, sprint para arriba, sprint para abajo; ahora me explico el nombre de las tiendas.
En esto me llama una señora de unos setenta años para que le ponga 20 litros de gasoil. Le pregunto que si 20 litros o 20 euros, y me repite que 20 litros, que le ha comentado su nieto que echándolo por litros le entra mas combustible. Yo no lo entiendo, pero le doy gusto a la vieja, y le pongo sus veinte litros de diesel. Mientras tanto pienso en la gente que tengo dentro de la tienda, miro hacia allí y se ríen, como si estuvieran metiéndose los chicles dentro de la ropa interior. En esto el coche de la vieja escupe una bocanada de gasoil, empapándome parte del pantalón. Entro en la tienda con un olor a carburante que tumba a cualquiera y sigo cobrando. Tanto apesto que parte de las moscas caen fulminadas a mi alrededor.
Miro el reloj, las once y cuarto. Quiero que el día se acabe, ya no aguanto mas, pero aun me quedan casi tres horas. Rescato la imagen de San Nicasio de la papelera y le dedico dos lágrimas de desamparo. Sigo cobrando a los clientes, dándome toda la prisa que puedo y aguantando que alguno diga que "las había visto mas rápidas", o que "mujer tenia que ser", que éste no era lugar para estar sola, que por fuerza y por sexo debía de estar en casa, en la cocina o con los niños. Por ser mi primer día, me mordí la lengua hasta casi hacerla sangrar y me calle la boca. Eso si, le puse a caldo con mi mente, y de mis ojos salían dos rayos fulminantes como los que lanzaba Supermán para fundir las piedras.
A todo esto me estaba quedando sin cambio, ya que la maquina de tabaco había funcionado tanto como yo. Más stress para añadir a mis espaldas. Para más inri, descubro que alguien se había suministrado treinta euros y que no había pasado por caja. Fuga al canto. Marrón que te crió. Miro a San Nicasio de reojo, por un instante me da la sensación de que él está mirando hacia otro lado desviándome la vista. Ya empiezo a ver visiones. Me tomo un paracetamol.
Pasan dos horas y yo creyendo que ya nada podía ser peor; me equivocaba.
Un señor con el coche en el tren de lavado nos avisa de que se había quedado atascado en su interior. Al ir a ponerle la maquina de nuevo, a otro señor del box nº 1 se le dispara la pistola y me rocía de agua desde el pelo a las bragas. Pensé, que para lo quemada que estaba, me vendría bien enfriar mis ánimos. Cuando voy a secarme al cuarto de baño, me miro al espejo y me veo hecha un cromo. No es que una se pinte mucho, pero todo el maquillaje, rímel, etc, se había corrído y descolgado, parecía un cuadro de Picasso visto en el espejo, o una elementa peligrosa de cualquier tribu urbana. Echo un vistazo -ya que estaba- a los cuartos de baño, pues no había tenido tiempo en toda la mañana de acercarme, y descubro como alguien había usado mas papel del necesario, atascando el retrete y desbordandolo al tirar de la cadena. Mientras llega el agua a mis pies pienso que si me pongo yo a mostrar mi desconsuelo con lágrimas, podría causar una inundación mucho mayor que aquella. Es un síntoma del derrumbe definitivo. Habría que limpiar bien el WC y el suelo. Pero, yo ya no puedo más. Cuando llegue a mi casa voy a meterme en cama con dos valium, ¿O debería ir a una medium para que me quitara el mal de ojo?.
En esto oigo una voz de un chico que me estaba pidiendo un café con leche, largo de café y dos terrones de azúcar, y un capuchino al punto, con leche desnatada y sacarina. Paso detrás del mostrador con mi pinta de monigote desteñido, le preparo los cafés, y ya de paso me dice que le haga un bocadillo de tortilla para llevar. Le miro de reojo y murmuro un rosario de maldiciones por lo bajo.
Entre tanto llegó mi relevo. Casi me echo a llorar en sus brazos, ¿O lo hice?. Mi día había sido una completa pesadilla. Me comentó que no era habitual todo aquello, por lo menos al mismo tiempo, pero que si era normal que pasaran ciertas cosas. Gajes del oficio, je je, se sonrió. Maldita la gracia que me hizo. No sé si se dio cuenta, pero mientras contaba el cambio le saqué los colmillos para reirle la ocurrencia, ¡Grrr...!.
Desastre total (Campsared Blog) |
Me fui de allí como Napoleón después de haber perdido en Waterloo, arrastrando los pies, con la cabeza baja, como un muerto viviente falto de vitaminas.
Al día siguiente mas tranquila, la segunda encargada me comenta que a pesar de haber vendido unos 13.500 euros en una mañana, no habíamos cumplido ni en bollería, ni en rascas, ni Sp, ni Cruz Roja, con lo cual, la mañana fue un desastre. Si a eso añadíamos la fuga, y las tres reclamaciones, podía cruzar los dedos para que todo aquello no pesara en mi futuro. Ese mismo día vendrían a visitarnos el DR y el JZ, a recordarme que lo primero era cumplir los objetivos, ya que si no, no superaría el periodo de prueba.
Desilusionada, me fui a casa pensando, dando vueltas a todo lo ocurrido, reflexionando sobre donde me había metido, y si no seria mejor dejar este trabajo, y volver al bendito supermercado, donde cobraba menos pero vivía mejor.
Ha transcurrido desde entonces un mes, pero cada día me lo pienso de nuevo. Aún me pregunto si cuando acabe, lo haré bien, vamos, en mis cabales, o tendré que ingresar en un centro de rehabilitación para neuróticos para volver a ser yo misma.
FIN
P.D.: Dedicado a VENDEDOR ACTIVO y a todo el que se identifique con la protagonista.
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Antes de leer este relato deberías dirigirte a PESADILLA EN LA ESTACIÓN (1ª Parte) y leer el principio de esta historia.
Me ha gustado mucho tu relato,es la cruel realidad de este trabajo,pero hay que pensar que es un trabajo y nada más.
ResponderEliminares buenisimo he pasado por esto y aun llevando tiempo en la empresa me siguen pasando, obvio q sabes como afrontar la situacion, pero me sigue pasando cada cosa q siempre flipo mas jajajaja excelente relato. La pura realidad sí señor!!!!
ResponderEliminarcatu
ResponderEliminarcadea estacion es un mundo pero hay que reconocer que nos tenian que pagar el plus de paciencia,incluso por ser aveces hasta sicologos animo y habra que tener bastante paciencia y esperemos que pronto no solo nos traten como maquinas si no que nos valoren que si capsa red esta hay es gracias a los que estamos detras del mostrador dando la mejor imagen para la empresa VENGA VAMOS A UNIRNOS TODOS PARA EMPEZAR A LUCHAR POR NUESTROS DERECHOS y tapar bocas que estan de mas
ResponderEliminarMUY BUENO.DESPUES DE MAS DE 20 AÑOS SIGO PENSANDO QUE ESTE TRABAJO CADA DIA ES MAS UNA P.M..PERO ES SOLO ESO,TRABAJO.UN TRABAJO EN EL QUE NO TAN SOLO YA NO TE RESPETAN COMO TRABAJADOR, SI NO LO QUE ES MAS GRAVE NO TE RESPETAN COMO PERSONA TANTO POR PARTE DE LA EMPRESA COMO DE LOS CLIENTES QUE SE PIENSAN QUE TIENEN TODOS LOS DERECHOS DEL CONSUMIDOR Y NINGUNA OBLIGACION.POR ESO VAMOS A DARLES ESTOPA A TODOS DE UNA P...TA VEZ Y A LA EMPRESA UNA HUELGA INDEFINIDA COJONUDA,HOMBRE, A VER SI REVIENTAN TODOS Y LOS UNOS TIENEN PERDIDAS Y LOS OTROS SE JODEN Y NO PUEDEN IR A CURRAR NI LOS PUTOS FINES DE SEMANA A LLENAR LOS BOSQUES Y LAS PLAYAS DE MIERDA
EliminarMuy bueno, hasta me he reido unas cuantas veces...
ResponderEliminarTengo que reconocer, que he pasado por todas y cada una de esas situaciones al menos una vez (a excepción de las derivadas del Lavadero que NO tenemos)...
Se nota que lo ha escrito alguien que SI ha trabajado en estaciones de servicio de Campsared...
He llegado x casualidad a este Blog, y me parece bastante bueno (x los temas que trata), a ver si entran mas compañeros y se anima ésto...
Saludos desde la 05361... hasta pronto!!