COMPAÑEROS DE CAMPSARED



"Podeis decir lo que pensais de vuestros encargados, de los objetivos, de la venta activa, de los cursos, de Sumando valores, seguridad, promotores del cambio, sindicatos, y todo lo que querais. Hubo en tiempos un blog de un compañero en donde mucha gente dejó sus comentarios, hoy no existe y como alternativa nace CAMPSARED BLOG, para reunir a todos los que somos COMPAÑEROS DE CAMPSARED"

Este blog, como indica en la cabecera, originariamente fue creado por un compañero llamado EXPENDEDOR-VENDEDOR el 20 de noviembre de 2008 pero problemas técnicos le impidieron actualizarlo, lo que dio pie a la creación de esta segunda etapa renovada que es la que se abre a continuación.
Como aquel, mantiene la idea de tener una plataforma de comunicación, de reivindicación y sobre todo un medio de expresión para todos los trabajadores de CAMPSARED y de REPSOL, y a la que quedan invitados cualquiera de los trabajadores de EESS sean cuales sean sus marcas.

Bienvenidos todos a este foro de diálogo e información.

Recordar que si visitais esta página por primera vez, para conocer el contenido completo de este blog desde su nacimiento, deberíais comenzar por el antiguo blog pinchando en este enlace:

'www.campsaredsprint.blogspot.com'





9 de julio de 2013

FUGATE (1ª parte)

Últimamente, con la crisis y el desplome de nuestros incentivos, rondaba en mi cabeza el cometer un acto delirante. Tantas horas frente a la cristalera, dándome el sol y los reflejos de los coches, tantos turnos contemplando lo mismo, se había engendrado en mi, una vena insolente que me impulsaba a cometer una locura. Indudablemente se trataba de una operación peligrosa,  había que preparar un plan muy concienzudo, proyectarlo sobre un papel trazando cada paso milimétricamente, sin dejar cabos sueltos o elementos que pendiesen de la fortuna. Este tipo de fechorías, no se pueden emprender a la ligera, para que luego te trinquen en cualquier rotonda por que llevabas un intermitente fundido, o una rueda sin tapacubo. Tenía que ser planeado hasta en sus últimos detalles, como si se tratara del secuestro de un avión, o de una operación a corazón abierto. Punto por punto. Así lo hice.

Lo primero era eludir remordimientos, olvidarme del corporativismo, si empezaba con ñoñerías aquel ambicioso proyecto estaba abocado al fracaso. Así que, lo primero fue pensar: "a tomar por culo", hoy por ti, mañana por mi, eran los gajes del oficio.

En los últimos meses las cosas no marchaban muy bien, el alza de los precios, la luz, el agua, la contribución, ¡los carburantes!...  El teléfono ya no cuadraba con la oferta que me ofrecieron, pronto tendría que renovar el coche -que ya no es de este siglo-, y además, los cabrones de los niños habían chafado de un pelotazo la pantalla de plasma, y aparecía una mancha negra, justo a la altura de los ojos, dando la sensación de que todos los que salían en ella, fueran testigos protegidos.
En fin, el caso es que, por unas o por otras, la economía doméstica me estaba pidiendo una ayudita, y decidí que aquella era la solución a mis problemas. Que mejor que una fuga de vez en cuando para cuadrar las cuentas de la casa: Los repostajes gratis. Decidido.

Había probado el amargor de dicha 'medicina' muchas veces. Durante todos estos años, mis compañeros y yo mismo, habíamos padecido como, coches de todo tipo, motocicletas, y hasta ¡un camión! se me fugó una vez, nos demostraban que aquel delito estaba al alcance de cualquier conductor, era la práctica perfecta -junto con el sexo- para alegrarme la semana, y por qué no decirlo, darle un corte de mangas a la vida.

En primer lugar, se trataba de escoger una gasolinera que me ofreciese unas mínimas garantías de fuga. Pensé que hacerlo en la mía -aunque la conocía muy bien-, no era elegante, y además se trataba de hacerle una putada a un compañero. Demasiado mezquino, tuve que desdeñar la idea. Tampoco era de recibo fugarme de una gasolinera de Repsol, ¡menuda cabronada!, era arrojar piedras sobre mi propia compañía, restar ganancias a los accionistas, colaborar en la ruina de la empresa, no, no podía ser, tendría que optar por una de la competencia, alguna donde los empleados fueran chulos, las expendedoras unos callos, o que las baldas no fueran de mi gusto, tuvieran mugre o telarañas, para que escarmentasen.

Hice una lista con las posibles candidatas. Pensé que hacerlo en Cepsa, no era muy profesional, al tratarse de una compañía española, además me gustaba como decoraban sus tiendas, y los expendedores eran simpáticos, buenos chavales, no les podía hacer una faena así. Seguí con el repaso de estaciones, descarté las que no me ofrecieran la posibilidad de escabullirme de un buen acelerón, las atendidas, y aquellas con varios empleados, especialmente una privada, de Petronor, cuyos expendedores parecían aizkolaris o porteros de discoteca, y no era cosa de jugarse el pellejo.

No obstante tenía aprendida la lección, caso de llegaran a pararme lo importante era decir que "no me había dado cuenta", "menuda distracción", "lo siento mucho". Aquello no fallaba, me lo habían repetido mil veces. Con un tapón puesto en el culo tenía que sonreír escuchando la sarta de explicaciones y mentiras que tenían preparadas mientras sacaban la cartera, y yo, sin poderme cagar en ellos.

Volviendo al tema. Escogí para mi proposito una estación de cierta enjundia, con horas punta que llenaban sus calles, buenos escapes hacia el centro (de la ciudad), y que pudiera recordar algún detalle malo, no sé, algún saludo con desgana, gente sin afeitar, o que no me hubieran permitido echarme yo mismo el combustible, algo que me daba bastante rabia. Estaba decidido, aquella BP, era mi objetivo, solo había que establecer el día D, y la hora H.


Era viernes por la tarde, hora de salida de los trabajos. Llevaba unos minutos detenido junto a la zona de aire/agua simulando que miraba la presión a las ruedas, esperando el momento más idóneo. Me temblaban las manos, sobre el volante agitaba los dedos como si fuera un pistolero, como Sebastian Vettel antes de producirse el arranque de un Gran Premio, estaba más nervioso que un gato, en cierta forma, me sentía como "El Vaquilla", antes de dar un golpe en una sucursal de correos. Pura adrenalina. Había cuidado hasta el más mínimo detalle: gafas negras, chupa de cuero, pantalón de chándal fosforito de hace una década, y una gorra del barsa con la visera hacia atrás, para llevar a la confusión más absoluta. Había cambiado mi atuendo en un polígono cercano, disimulado la matrícula con un rotulador de portaprecios, tuneado el coche con unas pegatinas de AC/DC, y lo mejor de todo, me había adherido al rostro un bigotazo y una barba postizos de los niños, que guardaban desde los carnavales como parte del disfraz de demonio. Me sentía el puto amo -con retortijones eso si-, pero una 'máquina de matar', Tom Cruise al volante. Había llegado el momento del gran golpe.

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