En los últimos meses, los jefes de zona han cambiado su actitud altanera y distante, y se muestran -al menos con los expendedores- más cercanos y dispuestos a escuchar, cosa que se agradece. Me imagino que forma parte de la nueva idiosincrasia que representa "hacer equipo". Ahora te saludan, te hablan, escuchan, como si les interesara lo que dices, y te sonríen como si quisieran hacerse tus colegas. Nada más lejos de la realidad, pero se agradece ese cambio de rol que durante unos minutos te hace sentir que importas, y te da alegría en el trabajo. Así que, felicidades a la empresa, por abandonar las actitudes prepotentes y acercarse con campechanía a sus subditos. Es un buen comienzo, y ese buen rollo, una muy buena idea.
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