Hemos llegado al verano y nos han puesto a vender gafas de sol, y aunque digan que las cosas se ven dependiendo del color con que se mira, con todas ellas vemos que lo que nos dieron de atrasos por un lado, con los incentivos nos lo están quitando por otro. Y de la negociación sindical no se oye nada, se ve que la están haciendo en diferido en forma de simulación.
ESTACIONES DE SERVICIO REPSOL "Hola compañeros, soy un expendedor como vosotros. Este blog esta creado con el ánimo de que dejéis vuestros comentarios, quejas, opiniones, etc.
COMPAÑEROS DE CAMPSARED
Este blog, como indica en la cabecera, originariamente fue creado por un compañero llamado EXPENDEDOR-VENDEDOR el 20 de noviembre de 2008 pero problemas técnicos le impidieron actualizarlo, lo que dio pie a la creación de esta segunda etapa renovada que es la que se abre a continuación.
Como aquel, mantiene la idea de tener una plataforma de comunicación, de reivindicación y sobre todo un medio de expresión para todos los trabajadores de CAMPSARED y de REPSOL, y a la que quedan invitados cualquiera de los trabajadores de EESS sean cuales sean sus marcas.
Bienvenidos todos a este foro de diálogo e información.
Recordar que si visitais esta página por primera vez, para conocer el contenido completo de este blog desde su nacimiento, deberíais comenzar por el antiguo blog pinchando en este enlace:
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1 de junio de 2015
24 de mayo de 2015
EL SEÑOR DE LA TRISTE ESTAMPA
Por
aquel tiempo era un hombre feliz. Entró a trabajar en la empresa
Campsared hace 15 años.
Cumplió con su trabajó, se esforzó, y demostró ser valedor de un reconocimiento.
A los dos años fue ascendido de expendedor a encargado general. Le gustaba su trabajo y se implicaba al cien por cien en todos los proyectos de la empresa, tanto que aquella estación, como en la canción de Antonio Vega, era el sitio de su recreo, una de sus mayores ilusiones.
Pasaron los años, formó una familia, y estaba orgulloso de llevar una vida alegre, de formar parte de una gran compañía y de hacer bien su trabajo.
Sin
embargo, un buen día empezó a sentirse mal y a bajar su
rendimiento. Puede que fuera la responsabilidad, puede que fuera el
exceso de trabajo o la exigencia continua de sus jefes. El no decía
nada. No le oías hablar, sólo lo hacía consigo mismo y nadie mas.
Se volvió solitario, más huraño, más preocupado de su estación.
Aconsejado por la familia fue al psicólogo y no se creía el diagnóstico: Depresión grave por ansiedad. La solución: No tomarse las cosas tan a pecho, y alejarse una temporada del foco de los males: el trabajo.
No hizo caso y no cogió la baja a pesar de que era la única forma de curarse. Esto no me está pasando -se dijo- no soy un "apenado" sin remedio. No hay nada que yo no pueda solucionar con más esfuerzo, con más concentración, solo es una tristeza temporal. Nada podía sufrir que el no supiera solucionar tirando hacia delante como siempre, y haciendo su trabajo bien y honradamente.
Y pasó tanto tiempo que llegó a ver sombras en color.
Y pasó tanta gente por delante que al final dejaron de verlo, y aunque el estaba allí, ya a nadie le llamó la atención. Su tristeza pasó a ser compañera sin saber que lo estaba devorando por dentro.
Cuándo estaba bien -o lo creía- alargaba sus días trabajando, y mientras fuera, el amanecer se fundía con la tarde, y esos días con otros días.
Con el tiempo empezó a temer al amanecer. Le parecía un vendaval de esos furiosos que quieren vapulearte a cada paso, de esos que no amainan, y que acaban haciéndote sentir más débil e insignificante, como los trozos de un quemado papel que no quieren aproximarse a la ventana para no perderse para siempre.
Pasaron los años y un calvario interior. Sabía de su fragilidad. Se acostumbró a montar esa armadura de cartón piedra que muestras a los demás pretendiéndoles convencer que es de acero forjado y que dentro no estás hecho pedazos sino indemne, con toda la fuerza para enfrentarte a los dragones de la vida.
Pero solo es una apariencia, ya no eres el guerrero invencible, y cada mañana sientes la pesadilla de una bestia corriendo tras de ti, como la muerte, como el cáncer.
Esperaba que le dijeran que todo era mentira, un sueño tonto y nada mas. Esperaba que un día ese viento amainase, soplase en otra dirección. Esperaba el sol y la calma. Esperaba la comprensión, y el apoyo. Esperaba un refuerzo de la suerte.
Pero no... el señor de la triste estampa ya no está en la empresa; nada les reprocha, no supo reaccionar a tiempo, optó por el camino de la lucha, y perdió.
De vez en cuando podeis verlo paseando su preocupante delgadez, con la mirada perdida, sin entender muy bien lo que pasó.
Cree en los fantasmas terribles de algún extraño lugar y no puede ocultar que ha tropezado con el monstruo de papel. Solo él lo ha visto y ha sufrido su asfixia.
Cierra los ojos. Inspira. Pero no os preocupéis, el señor de la triste estampa se recuperará y volverá a pensar en sus tonterías para hacer tu risa estallar.
Cumplió con su trabajó, se esforzó, y demostró ser valedor de un reconocimiento.
A los dos años fue ascendido de expendedor a encargado general. Le gustaba su trabajo y se implicaba al cien por cien en todos los proyectos de la empresa, tanto que aquella estación, como en la canción de Antonio Vega, era el sitio de su recreo, una de sus mayores ilusiones.
Pasaron los años, formó una familia, y estaba orgulloso de llevar una vida alegre, de formar parte de una gran compañía y de hacer bien su trabajo.

Aconsejado por la familia fue al psicólogo y no se creía el diagnóstico: Depresión grave por ansiedad. La solución: No tomarse las cosas tan a pecho, y alejarse una temporada del foco de los males: el trabajo.
No hizo caso y no cogió la baja a pesar de que era la única forma de curarse. Esto no me está pasando -se dijo- no soy un "apenado" sin remedio. No hay nada que yo no pueda solucionar con más esfuerzo, con más concentración, solo es una tristeza temporal. Nada podía sufrir que el no supiera solucionar tirando hacia delante como siempre, y haciendo su trabajo bien y honradamente.
Y pasó tanto tiempo que llegó a ver sombras en color.
Y pasó tanta gente por delante que al final dejaron de verlo, y aunque el estaba allí, ya a nadie le llamó la atención. Su tristeza pasó a ser compañera sin saber que lo estaba devorando por dentro.
Cuándo estaba bien -o lo creía- alargaba sus días trabajando, y mientras fuera, el amanecer se fundía con la tarde, y esos días con otros días.
Con el tiempo empezó a temer al amanecer. Le parecía un vendaval de esos furiosos que quieren vapulearte a cada paso, de esos que no amainan, y que acaban haciéndote sentir más débil e insignificante, como los trozos de un quemado papel que no quieren aproximarse a la ventana para no perderse para siempre.
Pasaron los años y un calvario interior. Sabía de su fragilidad. Se acostumbró a montar esa armadura de cartón piedra que muestras a los demás pretendiéndoles convencer que es de acero forjado y que dentro no estás hecho pedazos sino indemne, con toda la fuerza para enfrentarte a los dragones de la vida.
Pero solo es una apariencia, ya no eres el guerrero invencible, y cada mañana sientes la pesadilla de una bestia corriendo tras de ti, como la muerte, como el cáncer.
Esperaba que le dijeran que todo era mentira, un sueño tonto y nada mas. Esperaba que un día ese viento amainase, soplase en otra dirección. Esperaba el sol y la calma. Esperaba la comprensión, y el apoyo. Esperaba un refuerzo de la suerte.
Pero no... el señor de la triste estampa ya no está en la empresa; nada les reprocha, no supo reaccionar a tiempo, optó por el camino de la lucha, y perdió.
De vez en cuando podeis verlo paseando su preocupante delgadez, con la mirada perdida, sin entender muy bien lo que pasó.
Cree en los fantasmas terribles de algún extraño lugar y no puede ocultar que ha tropezado con el monstruo de papel. Solo él lo ha visto y ha sufrido su asfixia.
Cierra los ojos. Inspira. Pero no os preocupéis, el señor de la triste estampa se recuperará y volverá a pensar en sus tonterías para hacer tu risa estallar.
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8 de mayo de 2015
SOY O NO SOY (AUTOCLUB)
SOY / AUTOCLUB DE MUTUA MADRILEÑA
Solo los que llevan unos cuantos años a las espaldas en este mundo traidor en el que nada es verdad ni mentira, conocerán los orígenes de la tarjeta SOY de la Mutua Madrileña. Os voy a contar parte de la historia, y además varias cuestiones que manejándome entre compañeros veo que algunos desconocen.

El 28 de noviembre de 2003 bajo el lema “El club del automovilista que se ocupa de todo para que tú no te preocupes de nada”, el presidente de Repsol YPF, Alfonso Cortina, y el de la correduría de seguros Aon Gil y Carvajal, Santiago Gil de Biedma, presentaron el Autoclub Repsol. La asociación, participada en un 60 por ciento por la petrolera y en un 40 por ciento por la consultora, nacía con el objetivo de convertirse en el club de referencia del conjunto de automovilistas en España.
El objetivo de la empresa era, “alcanzar a medio plazo los 700.000 socios" y convertirse en el principal club de automovilistas del país, desbancando así a las dos grandes compañías de este negocio, RACE y RACC.

Los propios empleados fuimos animados a asociarnos con un atractivo descuento (se nos quedaba el integral en 75 €), y se nos animaba a captar a los proveedores y a nuestros amigos para conseguir que el proyecto floreciese, ¡Nos ofrecían 3 € por cada contrato que hiciéramos!
Autoclub Repsol ofrecía a sus socios, desde el mismo momento del pago, una amplia gama de productos y servicios, tales como asistencia mecánica desde el kilómetro 0, asesoría y defensa jurídica, seguros, agencia de viajes y compra-venta y financiación de automóviles.
En aquel tiempo, poca gente tenía contratada asístencia en su seguro -algo impensable hoy día-, por eso fue la época dorada de los grueros. Llegamos a ser tan ladinos, que aprovechábamos cuando un cliente se quedaba tirado en la estación, para darle la charla y persuadirle de que le salía más a cuenta contratar la asistencía de Autoclub Repsol que soportar el sablazo de la grua de turno. Y los convencíamos.
Además de la asistencia en carretera, A.Repsol ofrecía una completa asistencia personal y sanitaria, que protegería completamente a todos los socios en sus desplazamientos. Por ejemplo, se comprometía a trasladar hasta su domicilio a todos aquellos abonados que, por cualquier motivo, sufrieran un percance en viajes por España y Europa. Ofrecían asistencia a todos los miembros de la familia aunque no fueran en ese viaje ¿?, asesoramiento telefónico sobre averías, y sobre el costo de facturas (te informaban de si te estaban cobrando mucho o poco en ese taller sospechoso), ¡unos linces, vamos!

Otro de los ganchos que se utilizaban era el de los descuentos, se advertía en letras muy grandes un descuento de hasta el 5 por ciento en el repostaje de carburante de todos los abonados. En realidad, se trataba de un recurso publicitario, ya que, mediante su tarjeta Autoclub, se obtenía sólo un 3 % de rebaja en europuntos "que podían ser automáticamente canjeados" y el otro 2 % provenía de la utilización de la tarjeta Solred o la Visa Repsol en las estaciones de servicio Repsol, Campsa o Petronor.
También se aseguraba que los asegurados podrían seguir disfrutando de sus puntos Travel Club, cosa que ya en la misma presentación del producto, nos pareció una locura. ¡Pasar tres tarjetas seguidas! Si hubiéramos sabido la rutina de hoy en día hubiésemos dicho que era una bagatela.
CAMBIO DE DUEÑO
El 28 de diciembre de 2006, aprovechando el día de los inocentes, en un movimiento estratégico de amplio calado, la Mutua Madrileña adquiere la totalidad de las acciones de Autoclub Repsol, el club de conductores puesto en marcha por Repsol por un importe que ronda los 30 millones de euros.
Hasta entonces, el Autoclub era propiedad de Repsol, que tenía el 50,1 por ciento de las acciones, y de las empresas Aon Gil y Carvajal, que poseían el 20,4 por ciento, y la propia Mutua Madrileña, poseedora de otro 29,5 por ciento.
Sin embargo, en pleno proceso de expansión, la Mutua decide quedarse con todo el Autoclub, que, en adelante, se llamará Mutua Autoclub. Los clientes sumados de Mutua y Autoclub ascienden a dos millones, con lo que el nuevo club de conductores se convierte en el más numeroso de España, con 200 grúas con imagen propia y acuerdos con otras 2.000 empresas de rescate en carretera, lo que garantiza la cobertura en todo el territorio nacional. Dado que los asegurados con Mutua Madrileña ya eran (desde 2004), de forma gratuita, socios del Autoclub, ocurre que, en la práctica, no hay cambios para el usuario. Todos los afiliados a una y otra empresa mantienen sus derechos y no hay ninguna merma en el servicio.
El acuerdo de compra incluye también la cesión temporal a Mutua Madrileña del uso de la marca Autoclub Repsol, y el mantenimiento, por un plazo de cinco años (hasta el 1 de enero de 2012), de los descuentos y ventajas que disfrutan los titulares del Club en las más de 3.600 estaciones de servicio de Repsol, Campsa y Petronor.
En ese momento, Antonio Brufau, presidente de Repsol YPF señala que “una vez consolidados los objetivos comerciales y de rentabilidad que impulsaron la creación del Autoclub Repsol, esta venta asegura la continuidad del programa de fidelización de clientes para nuestra red de estaciones de servicio en España”. Una buena excusa para el anticipado final de una aventura dudosamente rentable.
La petrolera, en virtud del acuerdo, se hace también con el 100% del accionariado de la empresa Euro 24 S.L., una filial de Autoclub dedicada a la asistencia en carretera para camiones, que tras la operación pasará a formar parte de su núcleo estratégico de prestación de servicios a sus clientes en el ámbito del transporte profesional.
VENTAJAS E INCONVENIENTES
Una vez gestada la compra comienzan los primeros cambios. El primero por cuenta de Repsol que, desgraciadamente para los asociados, elimina la posibilidad de pasar dos tarjetas de puntos en los terminales de las gasolineras, de modo que tuvieron que elegir entre la Travel Club o la tarjeta de la Mutua. Aún llega gente que nos pregunta al encontrarse ante el dilema ¿Y cuál es mejor?
El resto ya es historia conocida, pero vamos a repasarla:
Presentando la Tarjeta SOY / Autoclub de Mutua Madrileña en las Estaciones de Servicio de Repsol, Campsa o Petronor se consigue acumular en la tarjeta el 1% del importe de la compra en Europuntos (osea, dinero) canjeables directamente por carburante, productos de tienda o lavados en las Estaciones de Servicio cuando le salga de las narices al cliente.
La Mutua ofrece descuentos en los repostajes, compras de tienda y lavados, es decir, en todo consumo que se haga en la estación de servicio. Los importes máximos que dan derecho a europuntos son 80 euros por operación, 160 euros al día, 600 euros al mes y 2.500 euros al año.
Y una vez más a recordar, que la obtención de puntos en las Estaciones de Servicio Repsol, Campsa y Petronor mediante la tarjeta SOY no es acumulable a otros programas de fidelización por sistema de puntos (Como Travel Club o Iberia Plus). Solo se puede pasar una de las tres.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS
¿Cómo funciona la tarjeta Soy?
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¿Cuanto es el máximo anual que acumula la tarjeta Soy?
Veinticinco euros al año desde la fecha de renovación del seguro o la asistencia.
Anteriormente el descuento era superior (3 %) y el máximo acumulable también (45 €). Hoy en día solo es un 1 % y un máximo de 25 €.
He llegado a X € y ya no suma más ¿que ha pasado?
Sólo se pueden acumular 25 € entre una renovación de póliza y otra. Aunque gastes algo no volverá a sumar hasta que se inicie un nuevo periodo.
Mi tarjeta está a cero y no suma nada ¿Por qué?
Puede ser por tres razones, por que ya no pertenezcas a la Mutua, por que lleves más de un año sin utilizar la tarjeta, o por que hayas alcanzado el tope de descuento anual y lo hayas gastado. Ante cualquier duda llamar al teléfono de la Mutua que figura en la parte posterior de la tarjeta.
¿Caducan los puntos de la Mutua?
En condiciones de uso normal, los europuntos caducarán a los cuatro años. Sin embargo, los europuntos acumulados caducarán al año de su obtención, en el caso de que durante dicho periodo anual no haya habido ningún movimiento en la cuenta de Europuntos, es decir si no se ha utilizado la tarjeta ya sea para acumular nuevos puntos o para gastar.
Si ya no soy socio de la mútua, ¿cuando caduca lo acumulado?
Si la póliza que da derecho al uso de la tarjeta SOY Azul dejase de estar en vigor, el mutualista dispondrá de un plazo improrrogable de 2 meses para disfrutar sus Europuntos acumulados, y la tarjeta será desactivada.
¿Por qué me han desaparecido los europuntos de la tarjeta?
Puede ser por un desuso de la tarjeta de más de un año, o por que el mutualista tenga pactado que en la renovación, sea descontado el importe de los europuntos del importe del recibo.
Otras cuestiones en los teléfonos que aparecen al dorso de la tarjeta 902 555 550 y 91 557 83 22
.Puede ser por un desuso de la tarjeta de más de un año, o por que el mutualista tenga pactado que en la renovación, sea descontado el importe de los europuntos del importe del recibo.
Otras cuestiones en los teléfonos que aparecen al dorso de la tarjeta 902 555 550 y 91 557 83 22
1 de mayo de 2015
MAYO 2015, Comentarios
Da la sensación de que el tema de los incentivos solo es un arma arrojadiza en manos de los sindicatos. La piedra de la onda, el perdigonazo en el culo que se disparan para tratar de hacerse daño. Creo que nuestros representantes sindicales no se dan cuenta que manejan una parte de nuestro salario, un pellizco de ilusión por el que trabajar más a gusto. Esperemos que al final encuentren el equilibrio entre la aritmética empresarial y la justicia laboral.
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