Esta historia se ha prolongado durante varias temporadas. Llegó como una novedad a la 'parrilla', la trajo a España un
guionista portugués de cuyo nombre no quiero acordarme. Según parece fue un gran éxito en Estados Unidos, y bien traída la historia a nuestro territorio patrio, supuso un nuevo estilo de hacer series encadenadas con un mismo argumento:
La venta activa. "Si tenemos 20 millones de clientes, y a cada uno le vendemos una coca-cola, 20 millones de coca-colas". Matemática pura, marketing de laboratorio.
Al principio tuvo un '
Share' espectacular, chicles y chupa-chups, promovidos en lote desbancaron cualquier propuesta de la competencia, e hicieron augurar prometedores tiempos a la empresa, y una larga vida a la serie.
Como digo, los primeros capítulos fueron de un dulzor exquisito, se llamaron las '
5 ks', y fueron un éxito rotundo, ¿Quién no probó una 'K' en este país?. Era la 'sensación de vivir' del nuevo siglo, consumir, consumir, y si es posible 'Ks', ponga una 'K' en su vida. Sacaron hasta un coche con ese nombre: El Ford 'K' .
La serie tuvo un sin fin de personajes, pero todo giraba en torno a cinco historias parecidas con un mismo argumento: La Comida Rápida, la Bollería, los Refrescos, los Helados y los Dulces.
Ya en el final de la primera temporada, alguien decidió 'matar' entre comillas a los
Helados, aunque dicen las malas lenguas que se fueron por propia voluntad, cautivados por la propuesta de un millonario ruso que les propuso mucho dinero y mejor clima.
Aquella 'K' fue breve, pero con un papel muy recordado y muy valioso. Tras su marcha, se incorporó a la serie un actor consumado, versado en mi historias, con cientos de películas a sus espaldas, ¿Quién no ha escuchado una '
película' sobre lo que pasó en aquel o en ese otro
lavado?. Todo el mundo. Se trataba de la primera gran estrella, - tanto que hay establecimientos en los que no ha llegado a intervenir por propia voluntad. - Aquí me instalo, y aquí no. El dictamina su actuación.
Una vez conformado aquel equipo de actores populares, comenzó la batalla por la audiencia.
Las cinco historias que componían cada capítulo cobraban importancia según los meses y los días.
Los Dulces se ocupaban de la parte romántica, los episodios amorosos, las aventuras más tiernas y golosas del guión.
La Bollería no estaba dedicada solamente a historias de lesbianas, eran vivencias de colegas, de amigos, de amistad.
Los refrescos ocupaban la franja más salvaje, la parte de la acción, las explosiones, los disparos, el universo de colores sin límite de fuerza.
Los Sándwiches eran para viciosos, aunque albergaban a mucha gente, los estudiantes, los viajeros, los gafapastas, y por supuesto los tipos con dinero. Cualquier historia relacionada con los sándwiches estaba salpicada con dinero, aunque ya de por sí, el dinero, el deseo y el placer, suelen ir moderadamente unidos.
El principio de cada producción es una incógnita absoluta, y en este caso, no fue distinto, se comenzó con titubeos, el argumento
no le gustaba a todo el mundo, hubo protestas y alguna manifestación, el público no estaba acostumbrado a una serie tan rompedora, con unos guiones tan agresivos.
Se llamó al orden a esos chupópteros y correveidiles, a esos 'estómagos agradecidos' según decía la productora, y la serie comenzó a remontar.
Transcurrió la primera temporada, y luego la segunda, siguió invirtiéndose en la serie, se buscaron especialistas en el método
stanislavski, los '
impulsores', que introdujeron nuevas formas de acción y de actuación, el drama, la comedia, un poco el esperpento, y unas primeras incursiones dentro del género del
thriller.
Hasta mediados de la segunda temporada, una parte importante de episodios los protagonizaron
los lavados, 'el más caro, siempre el más caro', se referían a su caché.
Pasado el tiempo, aquello es pura anécdota. Se recuerdan interminables jornadas donde cada episodio era aumentar un tanto la popularidad del anterior, había que conseguir el presupuesto, subir el '
Share', batir todos los récords.
El sindicato de actores intervino, se redujo la intensidad, pero en la quinta temporada, entró una estrella de las grandes, de las que habitan el firmamento de la fama, de las que exigen tratamiento de diva, una divina, voluble, caprichosa, capaz de hacer cambiar las reglas para adaptarlas a sí misma.
Nada sería lo mismo desde entonces. Conocida lo mismo en Hollywood. que en Estocolmo, Pekín o en la dehesa extremeña,
la SPO, significó un renacimiento, la nueva cima, el culmen de esta nueva propuesta cinematográfica y televisiva marcada por el ansia, los argumentos repletos de tensión y sadismo, el
thriller psicológico, y algún que otro capítulo con elementos de terror.
La SPO era un elemento impulsivo, dominaba con agresividad, con amenazas, resolviendo la mayoría de las historias de manera violenta, da lo mismo que se tratara de una viejecita simpática, de una mujer madura, de un chico joven, o un jornalero sudoroso, todos recibían el 'sopapo', y algunos, un 'leñazo' considerable, pero subía la audiencia y los ingresos, la productora quería sangre, más víctimas, los actores nos convertimos en asesinos compulsivos, el argumento se centró en hacer víctimas de todo el que pasaba por allí.
La serie dejó de ser un entretenimiento familiar para convertirse en una pesadilla sin final, aquellos argumentos nos convirtieron en psicópatas, éramos asesinos en serie, 'liquidábamos' a trabajadores, a parados, a amas de casa, los personajes secundarios sabían a lo que iban, y algunos la palmaban con una dignidad gloriosa. Otros se iban haciendo sabios, precavidos, esquivos, sabedores del tema, pero nosotros al ataque, lo mismo les 'arreábamos' con una paletilla de jamón, muy del estilo de Almodovar, o les 'atizábamos' con una caja de naranjas, con un tarro de miel, con unas nueces o con frascos de almendras, que es con lo que afinábamos mejor la puntería.
Con una situación como la que hay en España, hubiésemos tenido que buscar historias de ternura, de solidaridad, temas sencillos, asequibles, cercanos para todos los públicos, pero los directores exigieron violencia máxima,
impusieron un número de crímenes en cada capítulo, los asesinos se convertían en víctimas de sus verdugos, el negocio de la televisión se había enviciado hasta los huesos.
La reciente incorporación de una estrella infantil de padres ricos, nos '
rasca' a todos dejando al descubierto la mísera esperanza de mejora que le aguarda a la serie.
El juego de
la audiencia y el dinero marca los pasos ambiciosos de quien posee estos medios, ya no hay aprecio, no hay hermandad , los beneficios los dan,
lanzarse al cuello y hacer cachitos diminutos de cualquier árbol, incluso del caído.
Somos sicarios al servicio de esta
Red de 'televisión', hacemos un programa basura, que ni satisface a los clientes, ni recompensa nuestro esfuerzo, ¡Maldito parné!, Quienes trabajamos en ello, necesitamos el dinero, y aceptamos estos papeles denigrantes. Las empresas engullen la buena voluntad de los hombres queriendo acumular fortunas faraónicas que no gastarán nunca. Establecen sus postulados inquisitoriales sobre las espaldas de trabajadores agotados, clientes hastiados, ilusiones burladas y derechos arrinconados.
La 'televisión' de Campsared, es un territorio de una aplastante ley. O aceptas esas reglas, o te retiran de la parrilla.
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