ESTACIONES DE SERVICIO REPSOL
"Hola compañeros, soy un expendedor como vosotros. Este blog esta creado con el ánimo de que dejéis vuestros comentarios, quejas, opiniones, etc.
COMPAÑEROS DE CAMPSARED
"Podeis decir lo que pensais de vuestros encargados, de los objetivos, de la venta activa, de los cursos, de Sumando valores, seguridad, promotores del cambio, sindicatos, y todo lo que querais. Hubo en tiempos un blog de un compañero en donde mucha gente dejó sus comentarios, hoy no existe y como alternativa nace CAMPSARED BLOG, para reunir a todos los que somos COMPAÑEROS DE CAMPSARED"
Este blog, como indica en la cabecera, originariamente fue creado por un compañero llamado EXPENDEDOR-VENDEDOR el 20 de noviembre de 2008 pero problemas técnicos le impidieron actualizarlo, lo que dio pie a la creación de esta segunda etapa renovada que es la que se abre a continuación.
Como aquel, mantiene la idea de tener una plataforma de comunicación, de reivindicación y sobre todo un medio de expresión para todos los trabajadores de CAMPSARED y de REPSOL, y a la que quedan invitados cualquiera de los trabajadores de EESS sean cuales sean sus marcas.
Bienvenidos todos a este foro de diálogo e información.
Recordar que si visitais esta página por primera vez, para conocer el contenido completo de este blog desde su nacimiento, deberíais comenzar por el antiguo blog pinchando en este enlace:
Todas las estaciones con puente de lavado arrastran la leyenda de la existencia de un hombrecillo transparente, resbaladizo y húmedo que juguetea entre los cepillos.
Habreis oído hablar de la chica de la curva, o de los cocodrilos de las alcantarillas de Nueva York, pues bien, en las estaciones de servicio tenemos: el fantasma de los lavados.
Y he dicho fantasma, pero en realidad mas bien parece un duende, un trasgo, un espíritu burlón de esos que transformaban a los gremlins en psicópatas integrales.
El dueldecillo en cuestión enreda en los botones, juega con los cepillos, tapa las células, y provoca todo tipo de travesuras.
Cuantas veces os advierte un cliente de que ya ha echado la moneda o la ficha, y aquello que no arranca. Os acercais, todo correcto, los automáticos arriba, todo bien, ¿Pues qué?, otra vez él, interviniendo en vuestras vidas.
Es invisible pero puede sentirse su presencia, y entre la espumarada de jabón, a veces se distingue su imagen. Los fantasmas existen, 'haberlos haylos', dicen los expendedores gallegos.
Qué los cepillos no se mueven y allí no pasa nada: el fantasma del lavado.
Qué vuestro tunel se queda funcionando con un coche atrapado en su interior: el fantasma del lavado.
Qué de pronto arranca 'limpias' y resquebraja lunas como jamás había ocurrido... pues otra vez nuestro fantasma del lavado.
Qué raya la carrocería de un vehículo como nunca antes lo había hecho: el fantasma... del cliente, pero ésa es otra historia.
Qué los lavarruedas enchufan cuando y donde quieren... pues el jodído fantasma del lavado. Siempre él, malmetiendo entre la maquinaria.
Hasta que se endemonia un día el lavado y ya no arranca, ¿Y...?
Cuando ya nada surte efecto, cuando la botonera se disloca y no hace caso, cuando después de repetir todos los pasos aquello no funciona, llamamos al teléfono de la esperanza: "¿Jose Ramón?, ¿Ismael?, ¿Iván?", "¿Dime...?" -Contesta el técnico de lavados que nos toca. Y respiramos.
Ellos y algunos más, son los J.J. Benitez de los autolavados. Ahí donde hay un misterio sin resolver, ellos encuentran explicación científica al fenómeno, y cuando no lo logran, despliegan raudos a su equipo de CSI Istobal que son como exorcistas de guardia. ¿Qué hay un fenómeno paranormal en tu lavado?, ellos y su cuarto milenio de experiencia acuden, gritan encantamientos y lanzan sortilegios, y el duende retrocede, se "amohína" como dirían algunos extremeños. Esos técnicos de lavado son la píldora del día después, los cazafantasmas de emergencia.
Imagen del fantasma dentro de un lavado de Repsol - Campsared
Pero el conjuro solo es temporal, el trasgo se queda adormilado, pero sigue viviendo oculto entre la maquinaria del lavado, y cuando pasan los efectos reanuda sus trastadas, conecta y desconecta funciones, abre las puertas cuando ya están cerradas, vacía conductos, paraliza rodillos, tapa las células cuando le place, vacía los garrafines que tu llenaste ayer de champú y cera hasta los topes, salta automáticos por pura diversión... ¿Qué no me crees? ¿Que tu no tienes el 'bicho' en tu lavado? Verás que si.
Cuando llegue un cliente y te diga: "El lavado no funciona", tu acudas y descubras el botón de emergencia pulsado y le preguntes "¿Ha tocado usted este botón?"
-No, yo no - contestará, y mil veces no -Yo no he tocado nada -
No habiendo nadie más ni a izquierda ni a derecha, ni deambulando por allí, nos preguntaremos, y entonces...
Nos encontrábamos en el vestuario, la concentración era máxima. Esa tensión podía sentirse en el ambiente, en cada rostro y en cada silencio; se vislumbraba en las miradas. Había llegado el día, el partido más importante de todo el campeonato lo jugábamos hoy.
Ahí estábamos todos, dando la cara ante la historia. El entrenador soltó las últimas consignas en la preoperativa: "Hay que atacar desde un principio, y a partir de medio partido, a muerte. Tu Xavi, te distribuyes por una caja y otra, y Andrés que corra los pasillos mostrando las ofertas. Sergio que salga al paso dando caña con las SPs entre los coches mientras echa el carburante, y "el niño" que enchufe loterías desde los lavados. Nos jugamos nuestro pretigio en este encuentro. Somos buenos, pero debemos demostrarlo ahora, en este instante crucial de nuestras vidas." - ¿Y casillas? - Casillas, mejor no me saqueis de ellas.
Durante diez minutos nos hizo ver que estábamos preparados para el reto, los rankings indicaban que era posible ganar por goleada. Éramos los mejores, ahora tocaba demostrarlo, dejar constancia de que éramos la mejor estación de la cartera.
El resto de encuentros precedentes no servía. Victorias anteriores serían inútiles si en el momento decisivo de esta operación salida doblábamos nuestras rodillas y resultábamos vencidos.
Y entonces por la puerta del vestuario asomó elpresi.
- ¿Quién, Brufau? -
- No, he querido decir el Delegado Regional.
Se acercó a desearnos buena suerte junto al mánager general, bueno, el Jefe de Zona.
Nos dió un rosario de consignas, y algún que otro mensaje soterrado: El que no siga, crea y apoye este proyecto podría ser traspasado o despedido, y hasta subarrendado si el Club no llega a lo presupuestado.
Fue un mitin plagado de amenazas, que aunque comenzó bien: Ganareis el oro y el moro si conseguís tal cosa y si meteis más goles duplicareis los incentivos, osea la prima, y tal y tal..., trajo consigo una advertencia envenenada: "Este puesto hay que ganárselo, las consecuencias de no seguir las reglas serán apocalíticas. Os bajaré las primas, os venderé a un rico Saudí, o al grupo Ruiz Mateos, penareis por los campos de la 3ª división."
Realmente, aquella era una consigna conocida, pues cada partido, cada día, era lo mismo, el utillero, por cuenta de cualquier directivo nos preguntaba una y otra vez: ¿Cuantos goles llevais?, atormentándonos con frases del tipo: "No poneis suficiente empeño", "Teneis que alcanzar tal resultado cada día" "Teneis que insistir en la frase: ¿Le pongo un gol de falta desde fuera del area? Con un solo gol te clasificas un millón de veces."
Uno de nuestros compañeros, Andrés 'el mellao', mostró su queja frente a tanta presión por parte de la directiva, que quería goles y espectáculo, más goles, muchos goles, sin importar la forma y el modo de meterlos, sometiéndonos a un riguroso agobio laboral.
El presidente le miró, nos miró a todos, y luego al manager del club le dijo: "apunta, apunta". Después siguió arengándonos con acaloro:
No la dejes... ella nunca lo haría. Llévate una SP (Campsared Blog)
"No queremos vagos aquí, ni tampoco un equipo de segunda, nos quedaremos con los 'cracks'. Los que se resistan a este modelo de juego portugués y los demás, al paro, no somos monjas de la caridad, aquí los goles son amores y no buenas razones", es nuestro lema de futuro. Nosotros utilizamos otros, los que podemos, los que nos inventamos, como: "Ponga una SP en su vida" o "No la dejes... una SP nunca lo haría"
El presidente siguió con su discurso: "Asi que, -dijo extendiendo el dedo índice de su mano derecha- teneis las baldas repletas de balones, sólo teneis que traspasar la red. En la salida de este fin de semana hay que salvar el presupuesto."
Siguió la moralina: "Cuando cientos de clubs se convierten en sociedades anónimas, aquí estamos nosotros aguantando la crisis, manteniendo éste y otros equipos a costa de nuestro esfuerzo y nuestro dinero, vosotros, solo haceis que poner el cazo. Hay que vender más, ¡Goles, goles! quiero muchos goles, goleadas históricas que queden en los libros de cuentas."
Nuevamente se levantó 'el mellao', alegando que algunos balones estaban deshinchados y que con semejante material era imposible desarrollar un juego favorable, además, era caro y difícil cada gol, los contrarios se cerraban mucho.
El Delegado puso el grito en el cielo, para advertir que esa actitud no era apropiada para afrontar ningún partido, que todos los balones eran buenos, con D.O. Indonesia, cosidos por manos artesanas, y que de ningún modo almacenábamos exceso de ellos en los vestuarios. Eran los mejores para sellar goleadas históricas.
- Mi hijo que está en el cole, juega con uno de ellos en el patio y no tiene ningún problema, y mi mujer igual, y varios jugadores por ahí, hacen virguerías con ellos. Qué me vais a contar - Alegaba el presi.
Nadie opuso más objeciones. El manager escribió el nombre de 'el mellao' en una hoja, le puso un asterisco y escribió algunas notas más al pie que no pude leer: "Revisar contrato a la baja..." No se que más.
La charla continuó un rato: "Para que todos os acostumbrarais al toque de bola recibisteis estas navidades, bien emblistadas, unas muestras de pelotas de España en miniatura, con distintos colores y sabores, para que jugueis al fútbol chapa en vuestras casas, y compartais el regustillo del buen juego con vuestras familias."
-Es mas -añadió- teneis tramos horarios para cada fase del partido. Qué más quereis. Hay una chica en Huelva que juega como dios, los mete de tacón, de pecho, de cabeza, con el culo...
-La conozco -dijo uno- utiliza mucho el juego sucio, yo la he oído decir: "Con este aceite yo me unto todo el cuerpo ¿Quieres llevarte una garrafa por si acaso?"
- Bah, suda como una guarra, de tanto empeño que le pone...
-Que no suda -explicó Sergio- es que se pringa aceite por los brazos y el pecho para vender mejor el Parqueoliva. La verdad es que yo le compraría una lata.
-Y yo, no te jode, pero aquí estamos para vender y no para comprar- Senteció el mister.
Había llegado el momento. Se marcharon el presi yel delegado, y volvimos a estar a solas con el entrenador. Insistió en que negociaramos un tiqui-taca correcto, nada de loterías perdidas, ni balones sueltos, mucho toque, triangulación, y pases largos a la Marga, que era ladelantera centro del equipo, una garantía en la punta.
En fin, era el momento de salir, después vendrían las vacaciones, la responsabilidad podía leerse en las miradas. Adelante, -dijo el entrenador, mientras nos daba palmaditas cariñosas en el culo (que a alguno le gustaron)- ya está bien de estrellitas que no sudan la camiseta.
-Querrás decir el polo -Lo que sea, sois los mejores, los primeros de la cartera, sois galácticos..
-Yo no soy galáctico, soy de Móstoles.
-Que te den. El resto salid, y hacer historia.
Mis compañeros y yo abrimos el turno, nos distribuímos por la estación, y nos santiguamos, antes de enfrentarnos a las colas de coches que ya empezaban a formarse en la pista, preparándose para iniciar las vacaciones de verano.
Yo no entiendo de marcas, lo siento, me da lo mismo la tarjetita verde que me dieron en la BP, que la tarjetita azul que me endiñaron en cualquier otro sitio, me da lo mismo si Pedrosa compra su lubricante en la Repsol, o si la gasolina me cuesta cuatro centimos menos en la Cepsa o en el Carrefour. Yo no quiero naranjas ni melones, y lo que rasco lo rasco por mi cuenta cuando puedo y me dejan. Soy una mujer libre que lo que quiere es disfrutar siempre que pueda, y las gasolineras no son mis sitios de ocio favoritos.
Con ésto, quiero deciros que en realidad acudo a repostar porque no tengo más remedio, y aunque rechine, yo siempre voy a la misma gasolinera porque me ponen la gasolina y no me mancho las manos, lo demás me es indiferente. Además, qué quereis que os diga, mi gasolinero bien merece la pena darse el paseo hasta allí, ¿No os parece?. Aunque a mi amiga Nines le pese, es a mí a la que el gasolinero sonríe, le mete la manguera y deja llena. Aunque sí, me cobra, y eso que durante muchos minutos permanezco sin respiración.
Sin embargo, no intercambio palabras con él, nada de compromisos, ni mentiras ni verdades a medias. Yo le digo lleno y él siempre me responde con la misma pregunta: “¿95?”.
Noventa y cinco, noventa y ocho, eurodiesel… ponme lo que quieras, pienso yo mientras asiento, tímida, con la cabeza. Y él, como un artista, enchufa la manguera, le pone el segurito, y lo hace todo sin manos, sin mirarme, sin dejar de medio sonreír.
Mi gasolinero acaba pronto. Ni tengo mucha capacidad ni él parece muy interesado. Es un profesional. Me mira, esta vez serio y dice: “45”.
Mientras le entrego el billete me pregunto si todo su vocabulario consiste únicamente en cifras. El, sin saber en lo que pienso, acaricia el billete de 50, le palpa la vena varias veces, lo mira al trasluz, chasquea la lengua y vuelve a sonreír.
“Ciao”, me dice mientras me da la vuelta. “Ciao”, respondo yo con carita de tonta, mientras me lo imagino sentado en clase de italiano, aprendiendo los números aplicadamente. “Ciao”, repito una vez más con un suspiro esta vez a la nada, mientras mi gasolinero va a enchufar su manguera en cualquier otro agujero. Eso sí, cobrando. Siempre.
En unos días volveré, aunque no necesite gasolina ni puntos desdeluego, los que tengo los llevo puestos sobre la piel y se me erizan cada vez me mira, y él lo ha notado por que me atisba con disimulo tras la blusa entreabierta , le he visto. A ver si alguna vez me atrevo a decirle que me mire alguna cosa más, eso si, sin cobrarme, aunque si lo hace bien, tal vez le deje una propina.
Dedicado a las chicas de este Blog.
( Znb/Relato adaptado por Anksunamun)
El mes pasado fui a ver de nuevo el hundimiento más famoso de la historia (Con permiso del Crack del 29). Quería meterme nuevamente -y esta vez en 3D- entre los pasajeros del Titanic, sentir el agua al cuello y el frío de las gélidas aguas atlánticas subirme por el culo, e impresionarme bajo la realidad impactante de las tres dimensiones como si fuera un paria más de los que sucumbieron la fatídica noche del 14 de abril del año 2012.
Francamente, estas películas de imágenes glaciales, deberían estrenarlas siempre en verano, para sofocar el calor y ahorrar en aire acondicionado. Aún recuerdo los fotogramas y el sonido del viento de la película "El día de mañana" (2004) poniéndonos la carne de gallina como si estuviésemos en pleno mes de enero, y en realidad era verano sofocante, pero en aquella sala solo faltaban las mantas y braseros, y un acomodador orondo, de barba blanca, repartiendo polvorones y copitas de ponche para combatir el helor.
Ahora, dispuesto a revivir las imágenes de este naufragio tan famoso, le hice un desfalco a la cartera, y solté las 9,50 por cabeza que costaba el evento, sin incluir las palomitas, la bebida y las gafas de dos colores, que, pensádolo bien, por el precio de aquella juerga y poco más, me hubiese costeado un crucerito de segunda por la costa brava -aunque me hubieran desembarcado en el siguiente puerto-, y habría visto delfines y disfrutado del agua y el aire en pleno rostro. Y además hubiese subido buenas fotos al Facebook.
Bueno, pues no, pasé por caja, y lo ofrecido a cambio me pareció un sablazo, similar a cuando hago la compra o lleno el coche de gasolina hasta que completo el depósito. Nada de brisa marina, nada de vértigo, nada de sorpresas. Nada. Solo una quizás, y es que aquel espectáculo de gente acobardada e indefensa, aquel concierto de mentiras y de silencios me sonaban a familiar, como si el hundimiento completo fuera una parte cotidiana de nuestras vidas.
Salí del cine con la sensación de que no hay espectáculo más trágico y dramático que la realidad de la vida. Y que el naufragio del Titanic, no era sino una transposición de la catástrofe a la actualidad.
Digamos que este país, se ha estado hundiendo desde que chocamos contra el iceberg de la crisis. Lehman Brothers -que así se llamaba el iceberg- hizo una gran grieta por la proa de España, y enseguida se fueron inundando los compartimentos estancos de la burbuja inmobiliaria.
De golpe y porrazo -nunca mejor dicho- hacíamos agua de manera alarmante, y la insumergible economía española, 'el barco de los sueños' que más o menos nos dijo Zapatero, un ejemplo para el resto de flotas europeas, se hundía irremisiblemente.
Desde entonces ha pasado algún tiempo -téngase en cuenta que España es más grande que el Titanic- pero las aguas heladas de la deuda financiera no han dejado de llenar las bodegas, han apagado las calderas, han anegado las cocinas, y poco a poco van hundiendo el barco, que ya en la zona de Levante está completamente sumergido, y todo el mundo se pregunta, qué momento será el definitivo en el que nos vayamos a pique..
Los ministros han lanzado bengalas de emergencia, pero el Carpathia europeo, solo acude cobrando, y caro, como los buenos profesionales, así que no sabemos si es mejor apañarnos o esperar el rescate, después de que no queden mas que cadáveres flotando sobre la superficie, y unos pocos supervivientes natos embarcados en unos cuantos botes.
Como veis, todo el proceso se parece bastante al naufragio del Titanic. Todo, desde el comienzo, empezando por el mecanismo económico, un sistema propulsado ciegamente hacia delante por las calderas de la ambición, que sorpresivamente, encontró en su camino un iceberg de tamaño descomunal que hizo una grieta, que todos nos tememos, acabará hundiéndonos donde nunca, en nuestra soberbia, hubiésemos imaginado.
Rajoy estupefacto ante el naufragio (C.Blog)
Por lo pronto, el naufragio nos ha pillado a todos con lo puesto, y a la mayoría, sin lugar en los botes salvavidas.
Es fácil encontrar bastantes mas similitudes.
Reconozcamos que nuestro capitán clava el papel, y hasta la caracterización barbuda de un comandante patidifuso que no sabe como cortar las vías de agua, que observa atónito como el barco se hunde sin pronunciar palabra, sobrepasado por la grandiosidad del cataclismo.
Los primeros oficiales (Santamaría, De Guindos y Montoro) se desgañitan buscando algún remedio, dan órdenes de evacuación, cortan y recortan salidas, y al final determinan quienes podrán salvarse y quienes se hundirán con el barco. Tienen la potestad, como los dioses, de hacer y deshacer, de perdonar o condenar, de conducirnos hacia las zonas sin salida o hacia los botes salvavidas. El resto somos pasajeros sin futuro, los que, con un chaleco de prudencia deambulamos de un lado a otro intentando escapar del desastre.
Sabemos que primero serán los pasajeros de primera, los bancos y las grandes empresas, luego los de 2ª clase, la mediana empresa, los ricos, y más tarde si queda alguna plaza, nos salvaremos los pasajeros de 3ª, que ya os anuncio van a ser cuatro plazas chungas -y a los remos- para recomendados y mamones. La suerte está echada.
La orquesta, que es vocal, la ponen las tertulias radiofónicas y televisivas, que entonan tristes duduás al estilo de los Platters, con letras que nos abocan al desastre.
Los pasajeros del Titanic español, somos zarandeados, agredidos, atropellados, excluidos y menospreciados. Nos cierran puertas y recortan derechos. Nos llueven golpes y patadas por todas partes. La ilusión, que es fina loza, se estrella en mil pedazos. Se nos han inundado los bolsillos. Las hipotecas flotan por encima de nuestro alcance. Los impuestos y sobrecostes acrecientan la confusión. No sabemos hacia donde correr y no podemos hacer nada. No sabemos qué es lo que ha ocurrido, y algunos dicen, que somos los culpables, por viajar en un barco muy por encima de nuestras posibilidades. Solo tratábamos de hacer nuestro viaje, solo... y ahora estamos a merced del destino. La temperatura económica ha bajado tanto que todos los negocios hacen aguas, incluidas las gasolineras. Hombres, mujeres, niños, todos tenemos miedo, y algunos tiritábamos viendo aquella película, no por que el espectáculo de la sala fuera -pese al 3D- impresionante y gélido, sino por la terrible semejanza con la situación actual.
Al salir del cine Van Golem, junto al río, fui a dar un paseo por la orilla del Arlanzón. Hacía frío, pero no tanto como el que destilaba mi cabeza sobrecogiéndome el corazón, pensando que yo también estaba en un Titanic que se va a pique por momentos, y en el que muy poquitos van a poder sobrevivir. De momento ya hay, mas de cinco millones de víctimas.