Eso deben pensar los que repostan, aunque tengan un coche que cuesta más que mi hipoteca, "Ojito, no te pases", debe chistarles la Blackberry, y ellos juiciosos, y obedientes, repiten NO y que NO, con tanto aplomo que ya hubiese querido mostrar Pedro, cuando le interrogaron por Jesús, el nazareno.
La gente ha aprendido a decir que no. Se cuadran y no hay forma, tienes que andar bien listo, para que no te vendan ellos algo a ti. Se comportan como un ligue difícil, se acabaron las fórmulas de siempre, se han vuelto estrechos, y es laborioso llevártelos al huerto. La 'cópula', supone un éxtasis muy raro de lograr, me refiero a una venta buena, del que se lleva varias cosas sin remordimiento y sin aprecio, como si fueras un perista que le ofrece unas gangas imposibles de rechazar. Esos clientes, han pasado a la historia, se los comió la crisis de un bocado a las primeras de cambio; después lanzó un eructo para que pudiésemos al menos venderles algún frasco de almendras.
Con este panorama, el de que hay mucho ruido (o coches), pero muy pocas nueces o ganas de comprar, nos enfrentamos cada día comprendiendo el problema, pero dejándolo de un lado, por que a nosotros, si comen nitos fritos nos da igual, lo que queremos es que se dejen si es posible el sueldo entero y parte de la paga en loterías o en caprichos para que el encargado nos haga unas caricias en el lomo diciéndonos lo buenos que somos.
Con la crisis, la gente ha vuelto a los valores que tenían sus abuelos, austeros en los vicios, cicateros en los gastos superfluos, pendientes como nunca de ahorrarse centimillos, "¡Que cara teneis la gasolina! En Argamasilla de Calatrava cuesta la mitad" ¡Vaya por Dios!, pero no estás en allí, ni en Huelva, ni en La Manga, sino en la agreste llanura burgalesa, ¡Qué le vamos a hacer! ¿Le cobro?
No, que no, que no me llevo nada te replican, y ¿no regalais algo? añaden. Si hombre si, besos y abrazos, ¿qué más quieres, abrazos gratis, y palabras de amor si es que te llevas un lote de Sps?. Las invitaciones pasaron a la historia, y no hizo falta reformar nada, fue un acuerdo tácito: los regalos en casa, y por tu cumpleaños. Eso si, ofréceles una tarjeta con descuento o algún cupón de ahorro, que andarán bien despiertos para que les apliques la rebaja al día siguiente sin faltar. ¿Le pongo un...?, que no, que no, pero ¿Me has hecho el descuento? ¿Y usted ha hecho el gasto que me demandan? Pues no hay descuento leches, me dan ganas de contestarles, pero luego me ablando, "Si hombre si, te he quitado los treinta céntimos, puedes dormir tranquilo. Venta tira..."
Estamos apañados, cada vez que entra un cliente por la puerta, aquello es como un duelo, se ralentiza el movimiento, nos miramos, yo disparo mis ofertas verbales, y el cliente sus pretextos, que si, que no, que caiga un chaparrón con azúcar y turrón. Generalmente éste se marcha, y el que se queda remojado y chorreando desconsuelo soy yo. Otro que se me escapa, otro que no me compra, Santa María de la Crisis no me quiere, ¡Virgencita, virgencita, que se rompa la racha! Quiero ser productivo para que me den un azucarillo con mi próxima nómina.
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