De la noche a la mañana, de la misma manera que algunos descubren a dios en el STR, los compañeros de UGT, presionados por la carambola de Comisiones, decidieron sumarse al baile y bailar con la más fea, la que acababa de engañarles con un joven y apuesto sindicato en la firma del Acuerdo Marco: CCOO. Arriesgándose al qué dirán, firmaron con ellos el Pacto Sindical por el que tanto habían remoloneado.
CCOO no ha variado su actitud desde hace meses, ha estado apretando y respirando cadenciosamente para favorecer el parto de los pactos; son tan suyos que para evitar confusiones deberían rebautizarse como los "Pactos de Avesada", para el día que tengamos que referirnos a ellos en pasado no nos hagamos líos con las cifras y las letras, que si el VI, que si el VIII... los pactos de Avesada y sanseacabó; que se firmaron a mediados del año 14, referirá la historia.
Pese a los dimes y diretes, hay que felicitarse por cerrar este pacto/parto de la burra, que espero no vuelva a repetirse, primero con el Convenio, y luego con los pactos susodichos. La demora a la espera de mejores tiempos resultó contraproducente; se conoce que hicieron caso de los augurios socialistas que escamoteaban la crisis sacándose de la chistera una simple "desaceleración", ¡Tachaaaaan!
Me alegro que el PP haya recortado los límites temporales de las negociaciones futuras, pues en las del Convenio Estatal por ejemplo, los negociadores, cuando volvieron a casa, se encontraron con hijos que no recordaban claramente haber engendrado, y a otros les cambiaron la cerradura de la casa directamente. Solo en tiempos de las cruzadas pasaban cosas semejantes.
Volvamos al presente. El martes 16 de junio los sindicalistas estaban todos satisfechos, todos copularon para engendrar las criaturas, y cada uno advertía son satisfacción, que aquellos ojillos habían salido a UGT, la naricilla era de STR, y los defectillos, como las orejas de soplillo, cosa de CCOO.
Todos contentos, así lo manifestaron en sus comunicados, y en el fondo es muy cierto, todos deseaban pasar capítulo y empezar una novela nueva, o "ir a por la niña", por que esto no se para, y tras firmar el pacto caducado, hay que empezar a negociar el siguiente, como las series de televisión de mucha audiencia tienen que iniciar enseguida la siguiente temporada.
Ahora, el posparto es otra cosa, conlleva cierta depresión porque ninguno ha firmado los acuerdos que querían por culpa de los otros. Todos rumiaban que al final la empresa ha sacado tajada por el fiasco del tiki-taka entre los negociadores. Hasta UGT que hizo un coito interruptus para pensarlo bien (o tuvo un gatillazo de meses), ahora se queja de que el niño no se gestó con la cabeza serena y atendiendo a las consecuencias.
STR comulga y repica al mismo tiempo, como si hubiese echado un polvo con desgana, y CCOO se queja de ser un padre putativo, que no es lo que pensais, sino el que apenca con los actos de los demás. Acusan a UGT de mogigatería sindical, de andarse por las ramas, ¡Aquí jodemos todos o la puta al río! decían los ugetistas (más o menos), mientras los cocos esperaban con la pluma en la mano, ¡Pichaflojas! gritaban unos, ¡Puteros! respondían los otros (más o menos).
Los seterristas le dan también una colleja a la UGT por tarambanas, por joder a destiempo, por hacerse cargo del "hijo" de la noche a la mañana después de haber palpado las pelotas a los demás. Los ugetistas se defienden con la dignidad de un monarca: lo hicimos por los trabajadores, por garantizar sus derechos.
El caso es que la pesadilla ha terminado. En cuanto al resultado real, sabíamos que se iba a perder algo, y el que no quiera entenderlo es que ha estado enganchado a las series de la Fox y a la Play-station más tiempo del recomendado.
En España ha habido una crisis del tamaño del Everest, o debiera decir de la Fosa de las Marianas, por que todas las estadísticas se hundieron durante cuatro años sumergiéndose en la más oscura de las profundidades abisales.
El colapso de las empresas, los impagos, los desahucios y la lacra del paro ocuparon las portadas. La renta per cápita de los españoles ha caído un 8 % desde 2008. En Campsared aún cohabitamos con los peces sin ojos, el resultado operativo ha bajado un 51 % desde 2007, así que era imposible marcharnos de rositas, podemos darnos con un canto en los dientes, pues aún bailándonos los pluses, solo los de la jornada partida van a salir mellados, el resto, zarandeados por la Reforma Laboral, pero indemnes, y aliviados por el cobro de unos atrasos que sonaban a mito, y que generaciones de expendedores (de verano) habían visto pasar sobre sus cabezas sin removerles ni el flequillo.
El resumen es que baja el plus de relevo, pero la subida de atrasos que le corresponde se traslada a otro plus (digamos el "YPlus") y los atrasos de otros años tampoco repercutirán en el salario, sino que formarán también un plus ad personam que llevaremos con nosotros hasta la muerte (o el despido).
En definitiva, todo un baile de pluses difíciles de explicar y más difíciles de entender, como si se hubiesen pergeñado sobre la mesa de un trilero como insinúa STR, que teme que bajo las cáscaras de nuez desaparezca la bolita de algún dinero consolidado.
Ahora tras los fuegos artificailes toca fumarse un cigarrito, descansar, pasar página, al menos en el resto de España, porque en Madrid siguen a la greña como gatos en celo a ver quien se lleva más ratones a su redil.
Las negociaciones no cesan nunca, son como los reinados, a negociación muerta, negociación que empieza, ¡Viva la negociación! vocean en los locales sindicales cada vez que entierran una.
Ahora estarán sobre la cama, gozando del reposo del guerrero esperando hacerlo mejor en el futuro, unos haciendo carantoñas a los recién nacidos, y otros despotricando por que algo les huelen mal.
Pero tras el verano, otra vez a empezar, volverán a poner el cuerpo a punto para lucirlo entre los afiliados, afinarán sus discursos, templarán las armas, y cargarán sus dos alforjas, la de las propuestas, y la de las críticas, y en las redes sociales asistiremos a sus peleas sobre el barro, todo con tal de llevarse el gato al agua. Y es que las negociaciones no paran, no hay que dejar de hacerlas porque se pierde la costumbre ("esto es como el follar", me apunta alguien), se ponen fofos los cerebros y los músculos, y eso sería trágico para los que los que se dedican exclusivamente a eso ¡Vivan los negociadores! No vayamos a dejarles sin trabajo, hagamos negociaciones cada año, que ya estamos acostumbrados. ¿A quién vamos a criticar si no? ¿A la empresa? No fastidies, qué aburrido.
Negociadores en plena forma (Campsared Blog) |