Cuando empece a trabajar en esta tienda con gasolinera, me sentí bastante contenta pues el ambiente de trabajo era muy bueno, yo estaba muy agradecida porque era mi segundo trabajo en este país y el anterior que había tenido había sido una completa pesadilla. No pude evitar las comparaciones, y el trato que recibía por parte de los compañeros y del encargado y responsables de tiendas, era bastante satisfactorio. Las únicas frustraciones que tenía se debían a que, en mi país de origen, por motivos que ahora no viene al caso mencionar, no pude terminar mi carrera de Derecho en la universidad. Desde entonces, si hay algo que odio en esta vida -y como ex estudiante de Derecho especialmente- son las injusticias y más aún cuando estas van disfrazadas de una sonrisa hipócrita, algo de lo que me vine a dar cuenta un poco tarde.
Tardaron un año en hacerme fija, incluso el supervisor de zona llamó a Madrid para que no me echasen, pues ellos pensaban no renovarme el contrato. El supervisor de esa época me tenia un cariño especial, yo siempre he sido muy trabajadora, nunca cogía bajas, y en su momento les acompañe a un juicio por atraco que hubo en la gasolinera, en el cual yo estuve presente. Me la jugué, y como odio las injusticias, fui a una rueda de reconocimiento y estuve en los juzgados al lado de ese atracador poniéndome en riesgo, pero aún así, estaba satisfecha porque este sujeto tendría su merecido.
Como era de esperar los jefes se mostraron agradecidos y me hicieron fija pero con la condición (claro nada es gratuito aquí) de que me cambiarían al turno de las noches. A mí no me importó pues, yo no tenia ningún tipo de responsabilidad familiar y no me daba miedo quedarme sola por las noches, al contrario, me gustaba disfrutar de esa soledad, poner música y hacer mi faena. La noche se me pasaba volando y al menos ganaría un poco más (una mierda en realidad que no compensa en nada; los que han hecho nocturnidad saben a lo que me refiero).
Pasados unos meses y como era de esperar este turno empezó a quemarme, la zona en la que trabajaba no era muy buena que digamos, y la abundancia de niñatos irrespetuosos y clientes maleducados era constante, tantos como para llegar alucinar. Me pedían las cosas -muchas veces burlonamente- y yo tenia que ir por toda la tienda para traérselas sin recibir siquiera las buenas noches o las gracias. Fui muy maltratada por parte de la clientela. Parece que el ver allí a una mujer sola currando aún les daba rabia a ciertos machistas primitivos.
Desde siempre padecí cierta depresión. Aquello no hizo más que acrecentar el problema, y como ya no podía más con las crisis de ansiedad que tenia, incluso cuando estaba trabajando, acudí al psiquiatra (aún a fecha de hoy sigo yendo al psiquiatra y al psicologo). Me mandaron tratamiento con antidepresivos y todo el rollo ese, en fin, pero por mas que pusiera de mi parte, confinada en aquel turno deprimente, sometida a continuas amenazas y burlas, y lógicos temores, mi situación psíquica no fue precisamente mejorando. Llegué a autolesionarme y las crisis continuaban, mas aún cuando me insultaban y me gritaban improperios o groserías de carácter sexual... me han dicho de todo en esa maldita gasolinera.
Al llegar la mañana yo le contaba mis problemas a las que pensé, eran mis compañeras, y amigas, pues incluso habíamos llegado a salir juntas, pero bien dicen que el peor enemigo de una mujer es otra mujer. Ellas solo me escuchaban pero sin ponerse en mi situación, luego iban diciendo que yo me lo buscaba, que no callaba, que me arriesgaba a que me hicieran algo, y me pasaba peleando con los clientes, etc.
Esto trajo como consecuencia que empezaran a ascender a gente que había entrado después que yo. No obstante a esas alturas había dejado de interesarme el ascender, ya que ése no era el trabajo de mi vida ni mucho menos. Tampoco quería cargarme de responsabilidades por una miseria más de dinero. Pero lo que me molestaba de verdad era el hecho de que no se tomara en cuenta el trabajo que yo hacía, el esmero que ponía en mis tareas, y la conciencia de realizar un trabajo bien hecho. Nunca recibí una felicitación por parte de nadie, y hoy con la perspectiva del tiempo, creo que esta chusma solo se fija en lo malo.
Seguí aguantando la situación hasta que una noche me amenazaron de muerte y esa fue la gota que colmó el vaso. Tuve unos días horribles que pasaba llorando, encerrada y no quería ir a trabajar. Finalmente mi médico me dio la baja. Casualmente fue en diciembre, y coincidió que otras dos compañeras se pusieron enfermas en esas mismas fechas, y claro, fuimos el centro de todas las habladurías de la empresa, las que provienen de los que solo piensan en nosotros con la calculadora, y las que salen de la lengua bífida de ciertas peloteras, esas que se supone, eran mis compañeras, a las que nunca fallé y a las que siempre aconseje de corazón y trate con todo el cariño. Esas duelen más que ningunas.
Al cabo de unos meses -no recuperada del todo- volví a trabajar pero ya no fue lo mismo, algo se había roto en mi relación con los demás, era como si los observase desde una nueva perspectiva. Advertía demasiada hipocresía en el ambiente, realmente me daban asco todas esas personas que venían sonriendo a preguntarme cómo estaba, sabiendo que antes me apuñalaron por detrás, que iban a seguir haciéndolo, que actuaban con una máscara de falsedad.
También engendré un sentimiento de rencor, de rabia, me preguntaba como podía haber gente tan mediocre que se contentase estando ahí, siendo el o la pelota de los mandos intermedios, y haciendo todo lo que les dicen, ¿qué se creen, que van a heredar El Corte Ingles?.
En fin, aquello no era un buen caldo de cultivo corriendo por mis venas así que tuve que coger una segunda baja. De mis quebrantos y problemas fui a hablar con el encargado, al que siempre consideré cercano y me inspiraba confianza, ¡que ilusa fui! me despachó diciéndome que en cinco días empezarían mis vacaciones de verano (junio) y que era lo que me tocaba porque yo al estar de baja no había podido escoger nada. No hubo más conversación.
Me fui en junio a mi casa y estuve centrifugando mis problemas durante todo el tiempo de las vacaciones. No cabe duda de que estaba tocada, casi hundida, no acababa de arrancar mi ansiedad y mi dolor del pecho. Volví a trabar en julio, el final estaba cantado, la rabia y la depresión no me dejaban y volví a coger la baja...
A mediados de septiembre me reincorporé, y ahora si que el trato era hostil. El encargado ni me miraba, y las compañeras, las mismas hipócritas envidiosas de siempre me hicieron un vacío que certificó mi ruina. A partir de ahí me sancionaron dos veces, una por impuntualidad y otra por no justificar una falta, me dio igual, en verdad ya no sentía la más mínima motivación por este empleo. Si quisiera contar aquí los menosprecios y desaires que sufrí tendría para horas, y también las tendría para relatar faltas de los otros, todas las que mi indignación me pedía desvelar. Al final, lo único que les dije es que esperaba que tal como me habían sancionado a mi, que también sancionasen las faltas de los otros, por ejemplo, de los que fichan, y se quedan media hora en el vestuario chismorreando y de ahí se integran al trabajo, etc., ellos me respondieron con un "de los demás no te preocupes".
El día que me echaron estaba yo en la caja y tuve un incidente con un cliente ebrio, que además de hacer ademan de golpearme, me amenazo, y me dijo de todo, desde la puerta de la estación seguía insultándome, puta, guarra, sudaca, vete a tu país... yo llore de rabia e impotencia. Ahí afuera estaban el delegado de personal, el encargado y otra gente tratando de calmarlo, un escándalo, en fin...
Yo me quedé asustada y muy nerviosa pero no esperaron ni 10 minutos para llamarme a la oficina y echarme, ya lo tenían planeado, era obvio, era mi tercera sanción y por lo tanto era un despido disciplinario. Desde la primera sanción, ellos ya sabían lo que querían hacer, que era echarme como a un perro. Esta tercera sanción era porque ellos dicen que falté dos días y no llevé ni el parte de baja y alta, ni los justificantes, ¡lo cual era mentira! ¡Yo presenté esos documentos! ¿Qué hicieron con ellos? Hay que tener cuidado con las empresas vengativas.
Ellos piensan que perderé todos mis derechos, pero no es así , y saldré en los diarios si hace falta pero a mi me indemnizan si o si. Ahora mismo estoy en tramites con la abogada, estos individuos son una gran basura. Algún revolucionario dijo eso de que "es mejor morir de pie que vivir de rodillas"; que gran razón tenía.
PD.: Por mi encargado ficha una de las encargadas de turno cuando el no va, vaya injusticia.
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Hola soy un ex empleado de la mierda de repsol llevaba 14 años trabajando en una gasolinera desde el 2001 hasta q em 2009 la asorbio repsol me despidieron en enero de este año porq supuestamente e ROBADO la cantidad de 21euros todo por una persona q es asquerosamente mala y RACISTA me queria despedir sin nada tengo dos niños y e estado desde enero sin poder cobrar el paro el juicio fue el 15 d septiembre me acusan de ladron cuando los ladrones son ellos me quieren dar la mierda d 1.700 euros por indenizacion
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