UNA DE ZOMBIES
Hemos pasado a ser bustos parlantes enmascarados o debería decir ¿enmascarillados? bueno, ahí seguimos con nuestro medio rostro oculto, vendiendo quesos, aceite y paletillas, y atrezzos cirujanos, que se han colado en las baldas de la prensa con sus equipaciones completas, bueno, faltan las chanclas de enfermer@, por lo demás, pasan los años y el cuerpo se ha adaptado a las rutinas, y más los nuevos, esos expendedores 3.0, que venden, limpian, pulen y dan esplendor a la figura del vendedor perfecto sin protestar ni un poco. Pero recorriendo estaciones, te das cuenta sin embargo, que la media de edad va siendo alta, de los 50 a los 55, los que nacimos sin internet, ni móvil, ni ordenador, ni más zombies que los parsimoniosos muertos vivientes de Romero, hoy nos vemos un tanto hastiados de planes de mejora, del perverso e3 nacido de un pacto satánico entre Campsared y Repsol, de las campañas de venta a tutiplén, de pedidos dirigidos que languidecen hasta su retirada, cansados de proyectos y normas que han tapizado nuestros cuadros de corcho por completo, agotados de estirar nuestra vieja profesión de expendedores como si no hubiera un mañana ¿lo habrá?
Ahora que todo va tan deprisa, que los zombies del cine corren como el hijo del viento, que la informática vuela sobre 600 Gb y el 5G nos lo van a encajar como un supositorio en una próxima pandemia, seguramente nos gustaría pedir, respetuosamente, una prejubilación o jubilación anticipada, un pequeño paso para Repsol, pero un gran paso para la humanidad, la nuestra, que anda ya renqueante, y que agradecería, infinitamente, con reconocimiento de deidad para esta magnífica empresa a la que hemos dado nuestros mejores años, y a la que nunca olvidaríamos. Una palabra tuya, Campsared, bastará para animarnos a correr como zombies de última generación hacia la soñada jubilación. Te lo juro por Snoopy o por el terminator Rev-9.