ESTACIONES DE SERVICIO REPSOL
"Hola compañeros, soy un expendedor como vosotros. Este blog esta creado con el ánimo de que dejéis vuestros comentarios, quejas, opiniones, etc.
COMPAÑEROS DE CAMPSARED
"Podeis decir lo que pensais de vuestros encargados, de los objetivos, de la venta activa, de los cursos, de Sumando valores, seguridad, promotores del cambio, sindicatos, y todo lo que querais. Hubo en tiempos un blog de un compañero en donde mucha gente dejó sus comentarios, hoy no existe y como alternativa nace CAMPSARED BLOG, para reunir a todos los que somos COMPAÑEROS DE CAMPSARED"
Este blog, como indica en la cabecera, originariamente fue creado por un compañero llamado EXPENDEDOR-VENDEDOR el 20 de noviembre de 2008 pero problemas técnicos le impidieron actualizarlo, lo que dio pie a la creación de esta segunda etapa renovada que es la que se abre a continuación.
Como aquel, mantiene la idea de tener una plataforma de comunicación, de reivindicación y sobre todo un medio de expresión para todos los trabajadores de CAMPSARED y de REPSOL, y a la que quedan invitados cualquiera de los trabajadores de EESS sean cuales sean sus marcas.
Bienvenidos todos a este foro de diálogo e información.
Recordar que si visitais esta página por primera vez, para conocer el contenido completo de este blog desde su nacimiento, deberíais comenzar por el antiguo blog pinchando en este enlace:
Un día de primavera, mientras sacudía mis espuelas junto a la calle 6 apareció ÉL: El pistolero-Auditor.
Su presencia imponente, su inconfundible silueta negra tocada con el chaleco reflectante me estremecieron. Cruzamos las miradas sin pronunciar palabra, cogí con fuerza el 'Winchester' y lo puse en el cargador. El sacudió sus manos levemente reavivando los dedos sobre las culatas de nácar de sus revólveres advirtiéndome de sus intenciones. Lucía una media sonrisa, barba de varios días, y masticaba tabaco sin parar. Escupio una o dos veces sobre las tablas del salón. Un expendedor-vendedor salió raudo a limpiarlo ¡Que remedio!.
Al pistolero lo mandaba el comisionado, y aunque nunca se refería a ello, en la culata de sus Colt podían verse las muescas de sus víctimas.
El sol lucía en lo más alto como ocurriera ya hace mucho mucho tiempo, en el siglo pasado, cuando nos enfrentáramos por primera vez en Whichita, al oeste del Manzanares. La tensión se palpaba en el ambiente, todo el mundo cruzaba rápido las calles y desaparecía, -calle 1, calle 3, no quiero nada, cóbreme-
Una cuadrilla de navajos generalmente muy ruidosos salía por piernas del salón con sus latas enteras de Red Bull, brebaje que consumían por litros (Siempre que estaba en promoción).
Uno de mis ayudantes nervioso, disparó un par de veces, -¿Unas naranjas? ¿Un refresco?- El pistolero sonreía. Dentro de mí, sabía que alguna vez estos enfrentamientos traerían una desgracia. El auditor, enfundado en su traje negro mascullaba la misma cantinela de siempre: “Es mi trabajo, cumplo la ley Sheriff”. -Ayudante de Sheriff- Le contestaba -Aún no tengo la categoría-
Entre tanto, mis ayudantes se preparaban para el duelo. Nelly tarareaba canciones de Willie Nelson mientras limpiaba surtidores. Joe (léase You), se afanaba detrás del mostrador ordenando la zona de la barra y haciendo los ‘checklist’.
Todos sabíamos que el momento de la pelea había llegado, y enseguida comenzó la refriega. -Liquidaciones, Fondo Fijo, Fondo de maniobra- Joe salió herido – Te faltan siete euros en el arqueo de caja- -Dónde diablos está la pasta busca aguas, hay que untarle la herida, a ver si brota sangre u otro líquido sospechoso-
La reyerta tomaba tintes críticos cuando llegaba el tiempo de hacer el inventario, - Cocacola, Fontvella, algo te va a faltar... – Yo iba esquivando proyectiles. ¡Bang! Unas galletas caducadas. ¡Bang! Faltan algunas etiquetas, ¡Bang! La promoción del Mahou está agotada.
La disputa terminó en tablas, no hubo triunfantes ni vencidos. El Pistolero-Auditor volvió a montar en su caballo, escupio sobre la pista, y chascando la lengua se alejó velozmente entre una polvareda de documentación revuelta perdiéndose en el horizonte junto a los últimos rayos de sol.
Una vez más había sufrido pero quedado indemne, ¿Y la próxima vez?. El tiempo lo dirá. El oficio de Sheriff es lo que tiene, siempre hay una bala dispuesta, grabada con tu nombre.
Dedicado a los encargados de estaciones de servicio.
26 de mayo de 2010 01:19
PLAY
Ese verano, fue un verano especial que nunca olvidaremos, no fue un verano de 'Chanquetes', ni bicicletas nuevas hechas para el tiempo, pero fue un gran verano azul, o rojo de pasión, según se mire, en el que nos dolió, -y mira que es raro-, hasta coger las vacaciones y alejarnos de allí, sabiendo que nunca en nuestras vidas tendríamos otra experiencia tan vital como aquella.
Corría el mes de junio cuando se incorporó a nuestra plantilla un ángel que haría cambiar el curso en cifras de la gasolinera. Se llamaba Purita, vino a hacernos las vacaciones, pero también, hizo nuestras delicias.
Desde que entró por vez primera en la estación, sentimos el flechazo de sus ojos, y por supuesto de todo lo que estaba más abajo de su cuello. Ese día, se dispararon las alarmas de fuego, los surtidores se quedaron sin conexión, los helados se derritieron y las bolsas de hielo se hicieron agua hervida que salpicaba sus piernas y su piel al andar como si caminara decidida chapoteando por la orilla de alguna playa.
A Antonio, mi compañero, le dio un ataque al corazón y ya no pudo incorporarse -cosa que siempre lamentó- hasta noviembre, por que le daba taquicardia pensar en esa expendedora de vanguardia, y nunca mejor dicho.
Purita tenía el cabello rubio, caminaba con desparpajo, y era rotunda y convincente por delante y por detrás. Hasta llevando el uniforme causaba sensación entre la gente, venía de un pueblo pequeñito de Burgos que no acierto a recordar. Era una moza castellano-leonesa con dos razones sustantivas en los ojos (Y otras dos en el pecho). Te miraba y perdías las fuerzas, como si te arrojase kryptonita a las rodillas, y además olía a gloria, desprendía una fragancia a ducha fresca y a jazmín, como si la envolviesen los efluvios de una cascada, como si utilizara Evian Deluxe para bañarse en vez de agua del grifo.
Purita sabía adornarse con dulzura, hablaba con los ojos como el ventrilocuo que habla con el estómago, ella era explícita con la sonrisa, vencía la voluntad con la mirada, y conquitaba territorios con su cuerpo.
Sabía decir las cosas, darles el punto justo, la ebullición venía detrás, por ejemplo cuando inclinaba el torso para pasar una tarjeta, ella se daba cuenta a donde le lanzaban las miradas y alzaba las pestañas, sonreía, y dos o tres clientes caían al suelo desmayados. Y lo mismo cuando bebía de la botella de agua mineral, derramando una parte del líquido por fuera sus labios, yéndose aquel reguero por la barbilla hasta llegar al cuello y más allá... cortando el vuelo de las moscas, y por su puesto la respiración de los que estaban en la tienda. Más desmayos, más hielo, la gente compraba bolsas con cubitos y se las colocaba en la cabeza, y algunos más al límite, debajo del volante, en la entrepierna, sofocando niveles de ansiedad que amenazaban el entorno.
Era un poco dejada en el vestir, pero nadie le decía nada, por que seguramente hasta con traje de astronauta Purita hubiese estado sexy desde detrás del cristal de su escafandra. Le gustaba llevar los pantalones anchos, un poquito caídos, con lo que al agacharse, cosa que hacía cien veces ante la sandwichera o para colocar los chicles, mostraba el tanga por detrás y nadie tenía urgencia por irse de la tienda "Pase, pase, que yo no tengo prisa", se iban diciendo los unos a los otros, mientras hacían acopio de chicles o galletas.
Pero, como si fuese un concierto bajo el sol, la belleza que irradiaba Purita causaba estragos entre la gente cuando llevaban varios minutos en la cola, mirándola y soñando... Hasta la Mutua recomendó tranquilizantes y aire acondicionado tres grados por encima para las horas de trabajo en que estuviéramos con ella.
Pero Purita sobre todo, era una vendedora impresionante, con unos números de escándalo, tanto en el cuerpo como en la venta de productos, sus registros batieron marcas que en muchos años nadie podrá igualar.
A veces, se anudaba la camiseta por encima de la cintura alegando que hacía mucho calor, y aquello se convertía en una verbena, empezaba a vender como una loca, aceitunas, jamones, los quesos de tetilla de dos en dos... Por que cuando le hacían el chiste, ella decía que estaban hechos con el molde de las suyas, y allí mismo teníamos que andar limpiando las babas que derramaban los clientes por el pasillo y sobre el mostrador de caja. Y tan pronto se echaban a la calle les hincaban el diente con la ilusión hecha esperanza de degustar esa ambrosía.
- ¿Quieres un par de melones? - Preguntaba sin disimulo, recostándose sobre el mostrador. Los tíos caían todos, nos duraba la torre de la fruta media hora. Y algunos venían dos veces "Me voy a llevar otros para mi tía" decían.
- ¿Cuales te gustan? - Les preguntaba ella con picardía y un toque de inocencia en la voz, y por supuesto luciendo esa sonrisa demoledora como de una diablesa resabiada.
- ¡Es que sea, el que sea! - Salían de allí sudando, con la cabeza echando humo y aullando por la pista.
Fue un éxito total, se acercaba la gente de los pueblos limítrofes, hasta de Zaragoza o de Zamora llegaban autocares de solteros para comprar SPOs. Con deciros que combustible sólo llegaban dos cisternas por semana, pero pedidos de fruta, uno cada mañana y algunas veces dos, los días que estaba ella de turno.
Era imposible negarle nada. Hasta yo, cuando le hacía el relevo, salía cargado con mi correspondiente caja de melones o manzanas. Y es que te miraba a los ojos, y te fundía los plomos. Y si observaba resistencia bajaba su mirada a tu entrepierna y allí, tenía todo ganado, todos los tíos nos desplomábamos, y los sesos nos empezaban a arder con el sonrojo más sofocante que pudiéramos aguantar. Yo mismo, tuve que meter la cabeza varias veces en el arcón del hielo para recuperar la compostura.
Vendíamos tanta SPO como toda la que se pudiera vender en la provincia, ¡que digo en la provincia, en la Delegación entera!.
Algún Jefe de zona quiso ascenderla antes de tiempo, ponerle un piso, llevársela a un congreso, pero Purita lo rechazó directamente y con soltura. Cuando se lo propuso, pasó su lengua lamiéndose despacio el labio superior mientras miraba fijamente al Jefe con su escote entreabierto y la mejor de sus sonrisas... ¡haciéndole después una peineta con el dedo!.
Cuando salió de la oficina, oímos los bramidos del Jefe tirándose del pelo, golpeando su cabeza, bufando varias veces como si fuera una locomotora de vapor. Purita no aceptaba esas cosas, quería ganarse un dinerillo ese verano, y después ver mundo, echar un polvo bueno, aprender cosas... (A lo del polvo nos ofrecimos voluntarios), estar aquí y allá, probar de todo menos eso para lo que encarecidamente nos ofrecimos voluntarios. Y así fue, terminó su contrato y se marchó.
Desde entonces la he visto varias veces, unas en Tele-5 luciendo su palmito. Unos meses salió con Paquirrín y apareció en robados por las playas de Ibiza. La vi en una película de Bigas Luna, y en la portada del Interviu, ya no recuerdo, o del FHM, pero nunca jamás volví a tener delante a una mujer con tanta maña y con tamaña cara, cuerpo y destreza para vender, desde unos huevos Kinder aplastados, a la balda completa de ultramarinos o patatas para que las pudiésemos limpiar más facilmente.
En noches como ésta, aún me acuerdo de ella como para tener que levantarme de la cama, darme una ducha fría, y ponerme a escribir.
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Solo somos unos cuantos, una parte representativa en todo caso del total, unos 'pescaditos' que se mueven entre el acuario y la sartén, temiendo que nos sirvan de menú cualquier día.
Como decía una compañera tiempo atrás, en esta empresa y en el universo marítimo hay mal ambiente por distintas razones, unos por que deben de soportar presiones muy por encima de lo admisible, como si sus pequeñas oficinas sin ventanas fueran un batiscafo a 10.000 metros bajo el mar, donde todo es amenazante y peligroso, donde unos bichos de entrañas transparentes o sin ellas, de corazón pequeño, o sin el, se mueven como escualos amenazándote con dentelladas
si tu movimiento no va al compás de la corriente.
Por otro lado están los pececillos, que mercadean con caracolas y conchas con origen, que venden chapapote licuado al por menor, y se mueven por aguas procelosas, obedientes como el velo de una medusa, como peces de superficie embarcados en una tempestad. ¿Qué hay que ir arriba?, pues se va, qué ahora toca hacia abajo, pues de cabeza, qué mañana nos dicen que de lado, pues a ponernos de costado y no se hable más. Los pececillos van en grupo, como una nube de bichillos, como un manto volátil que acepta raudo la dirección del agua tal vez por que la marejada nos asusta, o el temor a las redes nos aterra, pero por que mil ojos pueden más que dos, la realidad se ha retratado ante nosotros como un oscuro cascarón hundido sobre el fondo de una pecera, donde los peces agonizan por la falta de libertad y oxígeno añorando una claridad de luna llena que les haga soñar que hay esperanza más allá de aquellos cristales.
Hasta ahora hemos seguido el curso que imponen las corrientes, hemos doblado cabos y soportado tempestades, pero, se nos arroja contra las rocas, se nos maltrata por que las algas se han comido la vida y los recursos de la gente, el plancton no se mueve y hay un estancamiento de las aguas... Los sindicatos no se preocupan lo bastante del entorno, o se preocupan mal, y los peces estamos sumergidos ya hace unos años, en aguas sucias que cada vez se enturbian más. El cardumen se mueve entre el malestar y el hartazgo. Aunque la voz y el rastro sólo queden escritos porque gente con más agallas sacan la cabeza del agua, estoy seguro que muchos expendedores y encargados de toda España ya están hasta la aleta superior de soportar caprichos y de trabajar a disgusto. No es cuestión de vender o no vender, todos entendemos los problemas y necesidades de incrementar las ventas, de procurar que el cliente compre y aporte su puñado de euros para que todos nos alimentemos decentemente .
El problema es la sobreexplotación de los recursos naturales y esas rocas con las que vamos estrellándonos en los últimos tiempos, unos acantilados levantados con el beneplácito de los sindicatos, que han negociado las distintas 'leyes de costas' con blandura excesiva permitiendo que se nos arrincone frente al arrecife, sometiéndonos a un acoso constante no denunciable, porque se trata de una presión disimulada, pero conocida por todos, un malestar que se mueve como una bruma impidiéndonos ver la superficie y hasta el sol. Nuestro trabajo -y eso es una evidencia-, ha empeorado o ha aumentado considerablemente en estos años deteriorando nuestras condiciones laborales dentro del 'entorno marino'. Los peces hablan en voz baja, casi con la mirada, pero su indignación por el estado de las aguas es evidente y comprobable, y el porcentaje de indignados ha crecido de forma exponencial. ¿Por que vamos cediendo terreno año tras año?, ¿Por que aceptamos nuevas tareas y cometidos a cambio de unos dudosos incentivos?
El vaivén de las olas lo provocan los Delegados regionales y sus Jefes de Zona, pero también otros abusos en el sector pesquero. Mientras, los sindicatos contemplan el paisaje desde el muelle ensalzando las grandezas de la puesta de sol, ignorando que una corriente nos va minando por debajo, acabando con la ilusión, las fuerzas, y hasta el empleo de muchos que cometieron el desliz de no llevar la perfección impresa en colorines vivos y chillones como para que quieran conservarte en el acuario.A lo mejor no queremos ganar tanto, y preferimos trabajar más a gusto, nadar sin amenazas. No se trata de denunciar hechos concretos, sino de mejorar el ambiente general, hacer nuestro trabajo más llevadero, acabar con la competición que existe para vender productos como rascas o Spos, y cometidos de camarero o panadero, etc., que poco o nada tienen que ver con el paisaje de los fondos marinos que debería de ser nuestro trabajo, ¿Por qué los aceptamos?
Indignado (Campsared Blog)
Varios pescados saltarines ponen la voz al pensamiento de muchos de nosotros. Ya no es cuestión de incrementar el salario a costa de horas o de ventas, se trata de vivir y trabajar a gusto procurando la prosperidad del ecosistema y el bienestar de los moluscos clientes.Todo lo que no vaya encaminado a éso, tarde o temprano nos erizará las escamas y calentará aún más si cabe, nuestra fría sangre de pez.Estas branquias no pueden depurar ya el aire que reciben, porque el afán oceanográfico se ha convertido en una esquilmación sin límites del entorno marino y sus recursos. ¿Cuanto más nos van a exigir?, ¿Acaso tenemos la culpa de la 'contaminación' que sufren los océanos? En ocasiones -siento decirlo-, nuestros sindicalistas, todos aquellos que nos visitan por las estaciones, se parecen bastante al cangrejo Sebastian, que trataba de convencer a la sirenita de que bajo el mar, por muy mal que vayan las cosas, siempre es mejor que fuera de el. Y lo dicen con entusiasmo de sindicalista convencido.
DESDE LA PLAYA, FELICES VACACIONES Y PRÓSPERO MES DE SEPTIEMBRE.
Dedicado a nuestro compañero Sacco_Vancetti para que tome nota.