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Un día de primavera, mientras sacudía mis espuelas junto a la calle 6 apareció ÉL: El pistolero-Auditor.
Su presencia imponente, su inconfundible silueta negra tocada con el chaleco reflectante me estremecieron. Cruzamos las miradas sin pronunciar palabra, cogí con fuerza el 'Winchester' y lo puse en el cargador. El sacudió sus manos levemente reavivando los dedos sobre las culatas de nácar de sus revólveres advirtiéndome de sus intenciones. Lucía una media sonrisa, barba de varios días, y masticaba tabaco sin parar. Escupio una o dos veces sobre las tablas del salón. Un expendedor-vendedor salió raudo a limpiarlo ¡Que remedio!.
Al pistolero lo mandaba el comisionado, y aunque nunca se refería a ello, en la culata de sus Colt podían verse las muescas de sus víctimas.
Una cuadrilla de navajos generalmente muy ruidosos salía por piernas del salón con sus latas enteras de Red Bull, brebaje que consumían por litros (Siempre que estaba en promoción).
Uno de mis ayudantes nervioso, disparó un par de veces, -¿Unas naranjas? ¿Un refresco?- El pistolero sonreía. Dentro de mí, sabía que alguna vez estos enfrentamientos traerían una desgracia. El auditor, enfundado en su traje negro mascullaba la misma cantinela de siempre: “Es mi trabajo, cumplo la ley Sheriff”. -Ayudante de Sheriff- Le contestaba -Aún no tengo la categoría-
Entre tanto, mis ayudantes se preparaban para el duelo. Nelly tarareaba canciones de Willie Nelson mientras limpiaba surtidores. Joe (léase You), se afanaba detrás del mostrador ordenando la zona de la barra y haciendo los ‘checklist’.
Todos sabíamos que el momento de la pelea había llegado, y enseguida comenzó la refriega. -Liquidaciones, Fondo Fijo, Fondo de maniobra- Joe salió herido – Te faltan siete euros en el arqueo de caja- -Dónde diablos está la pasta busca aguas, hay que untarle la herida, a ver si brota sangre u otro líquido sospechoso-
La reyerta tomaba tintes críticos cuando llegaba el tiempo de hacer el inventario, - Cocacola, Fontvella, algo te va a faltar... – Yo iba esquivando proyectiles. ¡Bang! Unas galletas caducadas. ¡Bang! Faltan algunas etiquetas, ¡Bang! La promoción del Mahou está agotada.
La disputa terminó en tablas, no hubo triunfantes ni vencidos. El Pistolero-Auditor volvió a montar en su caballo, escupio sobre la pista, y chascando la lengua se alejó velozmente entre una polvareda de documentación revuelta perdiéndose en el horizonte junto a los últimos rayos de sol.
Una vez más había sufrido pero quedado indemne, ¿Y la próxima vez?. El tiempo lo dirá. El oficio de Sheriff es lo que tiene, siempre hay una bala dispuesta, grabada con tu nombre.
Dedicado a los encargados de estaciones de servicio.
26 de mayo de 2010 01:19
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