COMPAÑEROS DE CAMPSARED



"Podeis decir lo que pensais de vuestros encargados, de los objetivos, de la venta activa, de los cursos, de Sumando valores, seguridad, promotores del cambio, sindicatos, y todo lo que querais. Hubo en tiempos un blog de un compañero en donde mucha gente dejó sus comentarios, hoy no existe y como alternativa nace CAMPSARED BLOG, para reunir a todos los que somos COMPAÑEROS DE CAMPSARED"

Este blog, como indica en la cabecera, originariamente fue creado por un compañero llamado EXPENDEDOR-VENDEDOR el 20 de noviembre de 2008 pero problemas técnicos le impidieron actualizarlo, lo que dio pie a la creación de esta segunda etapa renovada que es la que se abre a continuación.
Como aquel, mantiene la idea de tener una plataforma de comunicación, de reivindicación y sobre todo un medio de expresión para todos los trabajadores de CAMPSARED y de REPSOL, y a la que quedan invitados cualquiera de los trabajadores de EESS sean cuales sean sus marcas.

Bienvenidos todos a este foro de diálogo e información.

Recordar que si visitais esta página por primera vez, para conocer el contenido completo de este blog desde su nacimiento, deberíais comenzar por el antiguo blog pinchando en este enlace:

'www.campsaredsprint.blogspot.com'





13 de diciembre de 2012

LA HUELGA DEL 14

Hace ya un mes, en este país hubo una huelga; ya casi nadie lo recuerda. He titulado este artículo "la huelga del 14" por que me evoca tiempos muy remotos en el siglo pasado, como si hubiera trascurrido un siglo desde que nuestros sindicatos quisieron poner patas arriba a este país. ¿Y qué ocurrió? Apenas se recuerda ya por que su resultado fue más que cuestionable: ¿Un fracaso?, veamos.

Las crónicas nos hablan -más allá de las cifras inverosímiles y contrapuestas- de que el consumo eléctrico fue un 13 % inferior al de un día corriente, por tanto, ante tan rigurosa conclusión, la huelga fue un desastre.

Digamos que este porcentaje se obtiene de comparar el día de huelga con el previo, lo que lleva a errores de bulto, ya que en una oficina, por ejemplo, que hayan hecho huelga la mitad de los operarios, el resto van a gastar la misma luz al proseguir con el trabajo, y así, en bares, oficinas, y establecimientos varios. O se ponen todos los trabajadores a una, o las fuentes oficiales, se agarrarán al clavo ardiendo del consumo eléctrico, para decir que allí no hizo huelga ni dios. De las apreciaciones oficiales ni hablamos por lo ridículo de unos datos disparatados, políticamente manipulados por las partes que tratan de arrimar el ascua a su sardina como si los que lo observamos fuéramos cenutrios afectados de ceguera total.

Cuatro gatos, según Delegación de Gobierno (Campsared Blog)

Pero bueno, por encima del relativo éxito de la huelga, light por diversos motivos, la manifestación posterior, demostró que una gran parte de la población está hasta las narices de pasar estrecheces, y de ver sombras al final del túnel. Todos sabemos que en las circunstancias actuales (empresas económicamente renqueantes, otras que acarician un E.R.E., hogares que se han tenido que apretar el cinturón hasta extremos impensables, y el miedo, que es muy libre y humano), han hecho que el valor -muy necesario en estos casos para enfrentarse al empresario- haya sido superado por la prudencia, por el pensamiento resignado de que "en otro momento será", en definitiva, el arsenal de excusas que guardamos para estas ocasiones, a fin de conservar la dignidad.

Sin embargo, el éxito de una reivindicación, no se debe medir por el número de trabajadores en huelga (que ya hemos visto que es manipulable), ni por lo larga que sea la cola de manifestantes, sino por los objetivos logrados, por la capacidad de forzar a un gobierno a cambiar sus decisiones. En ese aspecto, si podemos decir que la huelga fue un fracaso, el gobierno no ha dado un paso atrás, ni lo dará, bien por que tiene las manos firmemente atadas por sogas made in Germany, o por que se ven fuertes y su autoconfianza les permite pasarse por el forro cualquier reclamación que les desvíe de su alocada hoja de ruta.

¿Y ahora qué?: La opción hubiese sido organizar rápidamente una huelga en diciembre, y otra en enero. Entre los polvorones y las uvas tendríamos que buscar fecha para la siguiente en febrero (tal como hacen los sindicatos de transportes), luego en Semana Santa, y en el puente de San José. O una serie de huelgas programadas cada viernes que significaran una presión real, la revolución de las clases bajas y un invierno caliente de verdad... Utópico desde luego. Y para bolsillos preparados.

La otra opción es rendirse, dar por bueno lo que pueda ocurrir y encomendarse a cualquier santo de nuestra devoción, escribiendo en las próximas pancartas: "Dios proveerá", como signo de nuestra sumisión tras haber llevado una vida disipada.

La tercera opción es mudar la táctica, renovarse, cambiar el discurso y por supuesto a sus representantes. Es evidente que tras varios fracasos, nuestros líderes sindicales, han tocado fondo, no se puede luchar con unos representantes caducados. Son otros tiempos, y las viejas consignas obreras suenan a documento sonoro en disco de vinilo. El tiempo, y el repetido discurso sindical, ha logrado que nuestros sindicatos sufran un desgaste similar al de la clase política. Esto, junto con las sospechas sobre los liberados -sagazmente manipuladas por los voceros de la derecha-, su dudosa participación en los consejos de administración de las Cajas,  escándalos sobre expedientes de regulación, etc., la reiteración de sus consignas (sesenteras) y la falta de resultados, han agotado su crédito, desilusionando al común de los trabajadores.

Un compañero nuestro, sindicalista (y posiblemente muchos anónimos), se afana cada día, en tratar de dar lustre a esa imagen deteriorada con sus consejos y asesoramiento (¡En horas libres!), pero la costra de podredumbre ya es irreparable, la gente no cree en los sindicatos, y los sindicatos -por mucho disimulado afán que le pongan- tampoco creen en la gente, saben que su "ángel" en otro tiempo encantador, hoy luce greñas y ojeras, y un triste porte de indigencia, que ya no llama la atención.

Este país está sobre quemado. En nuestro trabajo escuchamos cada día las penurias que nos relatan los clientes, los pocos que nos quedan, muchos de los que antes alegraban el depósito de su coche con un lleno, y ahora le echan diez euros tristes, o cinco míseros, pidiéndole el esfuerzo de mover esa maquinaria el mismo tiempo o recorrido que antes.

Si la gente no fue a la huelga no es por falta de ganas, ni de motivos, pero los sindicatos, ya no son capaces de ilusionar. Cuando al final de cada manifestación, los líderes sindicales hablaron con ese soniquete ridículo de nuestros derechos, criticando al gobierno, a los bancos, y pidiendo un utópico referéndum (que saben que nunca llegará), nadie los escuchaba, solo ellos mismos, sus familias, sus allegados, los sindicalistas y los liberados, por que en el seno de la manifestación, todo el mundo tenía preocupaciones peculiares, domésticas, pequeños dramas personales, vidas anónimas alejadas del discurso político, mareas de todos los colores, unos pidiendo que cesen los recortes en sanidad y educación, y que éstas sean de calidad por el bien de sus familias, por el temor a que sus hijos no sean tratados como ellos siempre imaginaron. Otros clamaban contra el cierre de sus hospitales, por privatizaciones, por desahucios  por miedo a que mañana no tengan trabajo ni tampoco futuro.

Cuando los líderes sindicales hacían su discurso, miles de personas marchaban ya hacia sus casas sabiendo que su voz  y su grito ya estaba dado, lo que quedaba, eran los fuegos de artificio políticos, en los que ya no cree la gente. Esta grieta entre sindicatos y ciudadanos, es difícil de arreglar, salvo con nuevos líderes, no importa que sean jóvenes o viejos, pero si diferentes, nuevas caras que ilusionen por que su voz y su discurso nazcan de escuchar a la gente, y no del brillo místico y fariseo de la política.

Con gente nueva, el futuro es posible (Campsared Blog)

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4 de diciembre de 2012

ALTERNANCIA

Hace unos pocos días (el 29/11/12) tuvo lugar frente al campus de Repsol, una concentración de los trabajadores de Campsared, unos cuantos de STR (el sindicato convocante) y otros tantos que no tenían bandera, sino ganas de las las cosas cambien.
Dicen que no hubo gente suficiente, dicen -con menosprecio- que los de STR se acompañaron de otros trabajadores reclutados de aquí y de allá (como si hubieran recogido adeptos en una cola de parados a cambio de un bocadillo de salami) para apoyar la causa.

El caso es que, como los encargados, los expendedores y los sindicalistas que acudieron no iban clasificados por colores ni tenían rasgos físicos que los diferenciaran (amén del anhelo nervioso de estos últimos, por que aquello saliera bien), se montó una protesta muy correcta y bien avenida, con sus banderas y pancartas, con sus pitos y sus consignas convenientemente dosificadas para calentar el ambiente, y que no decayese bajo los rigores del frío madrileño.

¿Había gente?: Si, había gente. ¿Hubo ruido?: Si, hubo suficiente jaleo para que nos prestaran atención, asomados desde aquellas oficinas acristaladas un buen puñado de curiosos, que posiblemente reían ante nuestro ridículo propósito de reclamar derechos y unos dineros, que hace tiempo que crecen y se multiplican, fuera de nuestras cuentas personales.


La protesta se basaba en tres puntos principales: El cese o en su caso, control sobre los subarriendos, la recolocación del personal que pueda verse inmerso en estos dramas, el cobro de los atrasos que se nos adeudan desde que se paralizó el convenio allá por el año 2010, y por ende la resolución de un convenio ya sea del grupo o sectorial, que nos muestre cuales son las reglas del juego en el que nos movemos y moveremos en los próximos años.

Campsared es la empresa del grupo Repsol con peores condiciones laborales, y la crisis, ha llevado a la papelera hasta los más discretos objetivos. Pero no somos los culpables, somos la víctima colateral.

Hace tiempo que empezamos a ver las orejas al lobo, y a sufrir por la situación  Primero fueron el control de los gastos, el ajuste de las plantillas, luego vino el desenfrenado plan de venta activa, el desmadre de las loterías, y ahora el Hunting, el Bench y luego llegará el Tamagochi, que querrá que vendamos muchos lotes de navidad con todo el cariño del mundo.

En la manifestación del otro día, hubo gente de todo tipo, pero infiltrado en los corrillos como una vecina cotilla, descubrí más expendedores de los que parecía, y menos encargados de los que esperaba.

Los encargados (salvo excepciones) son de ese género de personas que se convierten al islam o participan en bailes regionales, o se atiborran de ancas de rana ya sea por gustar a sus jefes o por no desairar la empresa, que les reclama sacrificios que les alejen de los expendedores sin rango.

Cuando alguien accede al puesto de encargado, al poco tiempo se ve afectado por el síndrome de Golum, se encorva y tuerce el gesto, y empieza a mirar por la estación como si fuera una herencia familiar por la que está obligado a hacer maldades, y a saltarse si puede los derechos de los expendedores con tal de mantener el patrimonio de sus antepasados.

Sé que los encargados últimamente están más que jodidos, y hay que decirlo así, con toda la crudeza, se duelen como si les pisaran los dedos de los pies con las botas de trabajo, y por eso me sorprendió que no estuvieran apiñados allí, reclamando caridad con el prójimo (osea con ellos). Aún a pesar de todo, esta concentración me pareció una buena idea para sacar de la pasividad a los otros sindicatos.

La protesta -aunque fuera de unos pocos como dicen- fue una liberación de adrenalina sobre quejas que todo el mundo rumia en petit comité. El comentario general era de agradecimiento hacia aquellos que habían sabido darle voz a lo que todos comentamos en nuestras estaciones y hasta en casa: que estamos hasta el gorro de padecer presión e inquietud en nuestro puesto de trabajo, que Repsol brilla en el olimpo de la bolsa, mientras que los trabajadores de Campsared hacemos malabares con nuestros mil y pocos euros, congelados desde hace 24 meses.

Sé que la situación no gusta a CCOO y UGT, y harían bien en atarse los machos y tomar nota, o mejor, prestar oídos a las demandas de la gente, por que tantos o pocos como los que había allí, solo hacían que alabar la valentía del nuevo sindicato, y lamentar que aquellos con los que estaban afiliados, no hubieran dado en mucho tiempo un paso al frente tan atrevido como éste.

Lamento, por la gente que se lo curra en CCOO y por los jóvenes e ilusionados de UGT, pero algo me dice que, al menos en Madrid, cuando llegue el momento de medir fuerzas, los sindicatos tradicionales van a ver seriamente comprometida su superioridad, pues no hay como crear ilusión para que todo el mundo se contagie.

En cualquier orden natural se producen altibajos, momentos de mayor y menor popularidad, y si se compite con otros, de alternancia, como ocurre en política. El poder produce desgaste, quema a los que lo observan y a los que lo poseen, y en esta comunidad de EESS hace tiempo que huele a chamusquina.

Sindicatos de siempre, que han luchado y firmado páginas con nuestros derechos, proporcionándonos mejoras que de otro modo que con lucha y una buena negociación, nunca se hubieran conseguido, llevan unos años -a ojo de los trabajadores- pasando por el aro, reivindicando con tibieza, permitiendo que en la frontera conquistada a golpe de convenio, se vayan edificando "chalecitos" (al más puro estilo israelí), unos tras otros que nos comen el terreno y acumulan tareas que en muchos casos resultan estresantes.

La acción emprendida por STR (más allá de que sirva para algo) deja en evidencia a los otros sindicatos por su inmovilidad ante una clara intención por parte de la empresa, de demorar cualquier acuerdo en espera del cumplimiento de los plazos legales.

Al principio de aparecer STR en Campsared, como toda nueva propuesta, despertaba cierta desconfianza (el sindicato de los encargados, se decía, y otras lindezas semejantes), hoy en día, ayudados de una campaña activa, muy populista dicho sea de paso, han sabido abrirse un hueco en el estrecho panorama sindical.

La pelota está en juego. La primera jugada y el disparo al larguero que ha levantado a la gente del asiento, los ha hecho STR, y con ello, se han ganado la admiración del respetable, y amenazan con ganar el partido a los mayoritarios. O estos le echan huevos de una vez, o en la próxima temporada les van a traspasar como a muchos de nosotros.

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1 de diciembre de 2012

DICIEMBRE 2012, comentarios

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21 de noviembre de 2012

HACER LA CALLE

Hoy por la tarde, mi encargada se cambió el uniforme y se vistió de calle. Se colocó una falda fucsia más corta de lo recomendable, y se calzó unos taconazos enormes que la elevaban por encima de mis ojos, como si se tratara de una sharapova cualquiera. La blusa clara, estratégicamente desabrochada dos o tres botones, permitía asomar el nacimiento de los senos, enfundados en un erótico sujetador rojo.

Después pintó sus labios de rojo carmesí,  y decoró sus ojos con sombras y con rímel. Convenientemente perfumada, se dio un repasó frente a la chapa del obrador, observándose por detrás el culo y las piernas, para ver si resultaban sugerentes.

Yo la miraba de reojo. Su perfume dulzón, inundaba la tienda hasta el punto que alguien me preguntó, qué tipo de producto selecto despedía aquel aroma tan exquisito.

Le mostré a mi encargada, como se presentan a las vedettes, con los brazos y palmas extendidos mostrado aquella maravilla de mujer.

Aproveché que estaba encandilado, para venderle unas naranjas, y solamente por dejar su teléfono, por si ella lo curioseaba, se avino a rellenar un impreso de Repsol Mas, cuya tarjeta, en pleno éxtasis, tiró a la papelera tan pronto cruzó la puerta de la calle.

Lo cierto es que mi encargada, siempre vestida de uniforme oscuro, como una funeraria, no dejaba lucir, los atributos que en aquellos momentos la convertían en una diosa. La verdad es que estaba diciendo "cómeme"; daban ganas de hacerle brutalmente el amor, ya fuera frente a la "Zona Disney", o en un rincón más íntimo del obrador.

Despertaba pasiones que era difícil reprimir. Yo por respeto al cargo, me di un remojo en el cogote, y me puse a ordenar el hielo para refrescar las ideas.

Cuando se iba, me lanzó un beso soplado de sus dedos, y me preguntó: "¿Estoy bien?"
Estas fantástica -le dije- te los vas a zampar enteros.
Pensé después, si aquello podía entenderse como una impertinencia, tratándose de una mujer, en fin, apostillé: "A por ellos".

Mi encargada me guiñó el ojo. Después, manejándose con algún desequilibrio, debido a la falta de costumbre de andar con los tacones, caminó hasta su coche, y se marchó, despidiéndose con un toque de claxon.
En su mirada, esforzadamente risueña, se apreciaba un trasfondo de tristeza, una melancolía que le brotaba hasta los ojos en forma de lágrima escondida.

Yo sabía lo que iba a hacer en aquel polígono apartado. Aquel atuendo libertino era una forma de resultar más atractiva, más sugerente, era una fórmula ancestral para conseguir que los tíos prestaran atención inmediata y ella aprovechara para desnudar sus verdaderas intenciones. Me dolía que hubiera de llegar a aquel extremo, pero su cargo la obligaba. En la Delegación habían tenido la ocurrencia de que los encargados, al menos una tarde a la semana, fueran a hacer la calle, "chuleados" por el jefe de zona.

No se trataba de vender su cuerpo, pero, con este asunto, daba la sensación de que, en cierta manera, empezaban a vender su alma con tal de hacer que nuestras ventas aumentaran.


Los encargados, a quienes cargan cada vez con mayores responsabilidades y trabajos, ahora tenían que ir a buscar puerta por puerta, los clientes que por la crisis han dejado de venir.  La informática, que prometía devolver tiempo a la salud, amenazada por las cifras, los informes, listados, libros de tanques o el celebérrimo libro azul, no solo había parido rankings irritantes, y mil pasos, sobre mil impresos distintos, ahora les devolvía la libertad condicionada a conseguir clientes de Solred.

Me imagino a algún pobre encargado llamando a los telefonillos: "¿Oiga? -¿Quién es? -El gasolinero ambulante, la persona que usted estaba esperando, traigo la alegría a su hogar. ¿Me puede abrir?

Otros irán a los aparcamientos de los centros comerciales, a los semáforos compartiendo el espacio con los vendedores de kleenex, a las esquinas de algún polígono industrial, donde captar algún guapo empresario con flota propia, o a la zona de atascos de todas las ciudades, a mostrar su perfil más simpático, o el del empresario feroz y desalmado que algunos llevan dentro.

Y digo yo, por qué en vez de robar el tiempo del que carecen nuestros sufridos encargados, no le encomendamos esta tarea a unos especialistas en el tema, esas personas de tan dudosa ocupación y noble rango, que son los "impulsores de ventas", ese subgénero de chivatos que en su día demostraron ser los mejores en la agotadora misión de vender cosas. Ahora es el momento de su reválida,  de demostrar los méritos que les permitieron acceder a su puesto por algo más que el dedo preeminente de un jefe.

Qué mejor que unos consumados especialistas para recorrer los rincones de nuestra geografía. Armados de esa elocuencia prodigiosa, ese gracejo natural y desparpajo, y ese descaro singular que los hace superiores al resto, dotados del don divino de la labia  para tirar del carro de la empresa en estos momentos tan difíciles.

Qué mejor que ellos, con coche de la empresa, con ocurrencias ingeniosas, con desvergüenza en las palabras, decisión, optimismo y visión periférica para captar las necesidades de la gente.

Qué mejor que los "impulsores de venta activa" para que este proyecto, que tendría que tener un nombre de futbolista japonés (En vez del ramplón "+litros"), salga adelante con las mayores garantías.

Los encargados no son la mejor opción para comerse el mundo con descuentos irrechazables, pero los impulsores, con toda la sapiencia que acumulan, y esa graciosa disponibilidad de que disponen, podrían hacer cientos de captaciones, ¡qué digo cientos, miles!, gente tocada por la suerte como ellos, y con el don de la impertinencia, van a conseguir más adeptos que el Real Madrid y el Barça juntos, tienen en el planeta Tierra.

Yo propongo que nuestros encargados hagan un escrito destinado a sus jefes, recomendando sean los impulsores de ventas la verdadera catapulta de este proyecto, los escogidos para cumplir este trabajo, destinado, evidentemente a los mejores especialistas, que a estas alturas (y por la cuenta que nos tiene; es broma) no cabe duda que son ellos: las estrellas que todos debemos señalar. Es el momento de que demuestren sus galones, con unas "ventas activas" que nos maravillen a todos.
Que nuestros Impulsores de Ventas muestren y demuestren lo que es vender (Campsared Blog)

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