COMPAÑEROS DE CAMPSARED



"Podeis decir lo que pensais de vuestros encargados, de los objetivos, de la venta activa, de los cursos, de Sumando valores, seguridad, promotores del cambio, sindicatos, y todo lo que querais. Hubo en tiempos un blog de un compañero en donde mucha gente dejó sus comentarios, hoy no existe y como alternativa nace CAMPSARED BLOG, para reunir a todos los que somos COMPAÑEROS DE CAMPSARED"

Este blog, como indica en la cabecera, originariamente fue creado por un compañero llamado EXPENDEDOR-VENDEDOR el 20 de noviembre de 2008 pero problemas técnicos le impidieron actualizarlo, lo que dio pie a la creación de esta segunda etapa renovada que es la que se abre a continuación.
Como aquel, mantiene la idea de tener una plataforma de comunicación, de reivindicación y sobre todo un medio de expresión para todos los trabajadores de CAMPSARED y de REPSOL, y a la que quedan invitados cualquiera de los trabajadores de EESS sean cuales sean sus marcas.

Bienvenidos todos a este foro de diálogo e información.

Recordar que si visitais esta página por primera vez, para conocer el contenido completo de este blog desde su nacimiento, deberíais comenzar por el antiguo blog pinchando en este enlace:

'www.campsaredsprint.blogspot.com'





4 de enero de 2013

DOCE MAS UNO (1ª Parte)

Por Yo estresada

Hola chicos y compañeros, o tengo que decir: excompañeros. Lo primero que tengo que hacer es dar las gracias a todas las personas que me apoyan sin conocerme. Coger asiento, que voy a empezar mi relato.

Hace años, entré a formar parte de Campsared, donde al principio me sentí genial, tenía maravillosos compañeros (encargados, jefes de zona, expendedores), eramos un equipo, y tratábamos de seguir las consignas y se nos valoraba justamente. ¿Cual fue el motivo de este deterioro?, no lo sé, el tiempo, las circunstancias económicas, la mala suerte, poco a poco todo se fue descomponiendo hasta llegar, al insufrible horror de estos últimos cinco años vividos en la empresa como una pesadilla, como lo que nunca me imaginé ni desearía para nadie.

Os cuento un poco por encima por que no quiero ni abrumaros, ni deprimiros, voy a contaros como se porta y como trata a sus trabajadores esta empresa, como nos ningunea y se deshace de nosotros, cuando ya no le somos lo suficiente productivos.

Llevo doce años mas uno, no es porque sea supersticiosa, como le ocurre a Angel Nieto, sino que un primer año fue por una suplencia y el resto han sido del tirón. Mi historia muchos la conoceis, soy una de tantos empleados de esta empresa que hicieron de su estación algo propio y querido, que volcaron su esfuerzo y... bueno, el resultado es el que veis que me ha pasado a mí.

Dicen que los cambios son buenos... a veces, en otras ocasiones cambian tu vida, dan un vuelco a tus ilusiones y nunca más vuelves a ser el mismo.  No os podeis imaginar el daño que he recibido yo en estos cinco años, desde que, un buen día, por motivos personales, decidí abandonar una ciudad, unos amigos y un puesto de trabajo, y embarcarme en una aventura que no iba a darme, sino motivos de tristeza. El caso es que, me fui de una estación donde las cosas iban bien, y todos eran compañeros, y el traslado que me ofreció la empresa, era en principio, lo que andaba buscando, algo lejos de mi anterior vida, y un lugar tranquilo donde poder trabajar y seguir ofreciendo lo mejor de mí misma.
Sin embargo, no fue un lugar idílico, sino el principio, de un horror que ya venía marcado por el comienzo de la venta activa, que por desgracia, sella el destino de las gasolineras, por mucho que tu quieras dejarte la piel en el intento. Se vende, lo que se tiene que vender, sin milagros, y yo, sin saberlo, había llegado a una estación, donde íbamos a sufrir para poder sentirnos trabajadores de provecho. Durante ese tiempo, aunque los compañeros de tarea, fueron entre todo, lo menos malo; he podido ver como los encargados establecían su propia ley, robaban lo que podían, chanchulleaban con los contadores y con los  inventarios, y como manejan un verdadero mundo en B, para llevarse lo que los demás nos esforzábamos en ganar.

Yo por aquel entonces, era aspirante a encargada, hacía mis pinitos, y lógicamente si se destapaba el pastel, yo también sería considerada una culpable, una ladrona que jamás se había llevado nada. Decidí hablar con el TZ, desvelar este asunto que me quitaba el sueño y hacía desagradable mi trabajo. Sin embargo, me tropecé con una connivencia inconcebible. El propio TZ me dijo que yo no era creíble, que todo eran invenciones o visiones mías, y que ambos encargados eran muy competentes, gente de confianza, y yo una loca con demasiados pájaros en la cabeza.


El tiempo da y quita razones, y en la actualidad están los dos en la calle por chorizos, no el TZ, sino sus dos amigos a los que creía antes que a mi.
Por entonces empezó a descollar un ave rapiña que con tres meses en la empresa vi como se hizo con una cubertería gratuita de el periódico El País sin juntar ningún cupón ni encomendarse a ninguna promoción, se lo cogió, y listo. Yo no podía creerlo, con solo tres meses, demostró más audacia que una persona con diez años.
Fue el principio de una labor basada en la rapacería, una persona que no dudó en usar de lo que fuera, como las aves de rapiña, para ir haciéndose hueco, destrozando mi imagen o la de quien fuera con tal de conseguir su propósito, ¡Joder con la paleta!, que no tenía ni el graduado escolar, y ya sacaba pecho, dándose porte como la salvadora y máxima trabajadora de aquel punto de venta, en el que los demás, no merecíamos ni la molestia de un saludo.

Como gran ave de rapiña, usando de maldad y malas artes escaló hasta mi puesto de trabajo, y fue minando la reputación de la otra encargada,  -intima amiga suya, por cierto- hasta quedarse con su puesto, y por descontado, arrinconarme y dar al traste con mis ilusiones de futuro.

Yo estaba acostumbrada a trabajar en una estación grande, muy fuerte, allí eramos un equipo estupendo, donde cada uno tenia su función pero que al final el trabajo era de todos (Cuánto os recuerdo compañeros de Canillas; mucho, de verdad).  ¡Como me equivoque pidiendo el traslado de ciudad!, cuantas veces he llorado por este gran error. El presente me demostró que yo me equivoqué y me vine al túnel del horror donde terminé enferma, y ahora extirpada definitivamente de la empresa, sin demasiados miramientos dicho sea de paso.

Mi estación actual (donde me vine), es bastante malilla, quiero decir que nunca fue gran cosa, pese a que siempre nos esforzamos en las ventas, pero hay que ser sincera, era imposible sacar mucho petroleo de aquel pequeño islote.  Era una estación aislada, con mucha competencia, con una tienda pequeñita, apañada si, pero pequeña, y unas instalaciones del año de la pera. Posiblemente, los de Amar en tiempos revueltos repostaran alguna vez aquí, y la familia Alcántara, seguro. Con eso quiero deciros que todo era bastante antiguo, deteriorado, ejem, ejem, incluso cochambroso, y no por culpa nuestra eh, sino por que su propietario, osea, Campsared, había invertido en ella menos dinero del que se gasta en regalos navideños.

Varias veces hemos llegado a alguna cantidad discreta en la Cruz Roja, pero claro, SPO, Once, etc, con 168 y 200 transacciones por turno es imposible que abandonáramos jamás los tres últimos puestos del ranking que da lugar al premio al farolillo rojo.  Cuando no vienen coches, no puedes salir a la carretera a enseñar los muslos, ni a montar el tenderete de naranjas en el arcén a ver si haces algún negocio, ni tampoco pedir a familiares, vecinos, o aprovechar algún pregón del pueblo para arrancar el micro al pregonero,  y suplicar a todos que vengan a repostar en tu estación. Solo puedes trabajar bien, ser simpática, y tratar de que tus clientes estén contentos, y vuelvan, aunque sea regalando abrazos en turnos de ocho horas.


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1 de enero de 2013

ENERO 2013, comentarios

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21 de diciembre de 2012

NAVIDADES BLANCAS GRISES

Una vez más se nos han echado encima las fiestas. Otra vez el turrón, los polvorones y alguna que otra SP que se habrá colado en nuestras casas para aliviar las pocas ventas de la estación, y atemperar nuestra conciencia de malos vendedores.`

No ha sido un buen año para nadie, Ni para aquellos que trabajamos, ni para todos los que perdieron su trabajo y tal vez más, la casa y la ilusión. En lo laboral se ha tensado la cuerda, los jefes de todas las empresas, bien por necesidad, bien por avaricia han apretado el nudo y han exigido más de la cuenta, como en los mejores tiempos del abuso: Jornadas interminables, bajos sueldos, incertidumbre en el trabajo, todo lo que hace que la esperanza se tiña de gris cuando se trata de adornar el porvenir.

En las estaciones de servicio nada ha cambiado, o si, el sueldo sigue siendo el mismo, o ha mermado, por que los incentivos se han quedado raquíticos como algunos filetes cuando pasan por la sartén y sueltan agua quedándose como un escalopín. No corren buenos tiempos para vivir la navidad más alegre. Ha sido un año duro, con muchos compañeros que se fueron, y a quienes mando un recuerdo desde aquí. Sus estaciones pasaron a  manos de privados y eso sin duda es una lotería que ninguno queremos jugar, porque el azar es caprichoso, y sin embargo las facturas, son puntuales, y no entienden de malos tiempos y suerte desigual.

2012 fue el año de la crisis, y no imagino un 2013 más funesto como auguran. La vida de la gente no tendría que depender de los malabarismos económicos de unos pocos, de sus apuestas, de sus negocios...  El futuro de las personas tendría que ir a mejor por fuerza, por que es humano el deseo de prosperar, y no una falta o un delito del que nos quieren acusar para que paguemos entre todos sus desaciertos y codicia.

La crisis se ha llevado los objetivos por delante, soy consciente, así que no me quejo por que mis incentivos en los últimos meses hayan encogido hasta los mínimos sesenta y ocho euros, ya que el trabajo también se ha relajado, y a veces salgo hasta la puerta, a mirar, por si alguien ha cortado la calle, como en una vuelta ciclista, y por eso no entra nadie a comprar o a repostar. Hay que ajustarse el cinturón un poco más, hay que apretar los dientes y aguantar el chaparrón, y esperar a que escampe lo antes posible. Y al final, escampará.

Quiero desearos unas felices fiestas, y mucha, mucha suerte para el año que viene, que no ocurra como con este Blog que se han estancado los seguidores o se han pasado al Facebook, o se asoman con su antifaz anónimo sin buscar amistad, como furtivos que disparan desde la sombra. Además, hay sindicatos que se alegran, otros que se enfadan, compañeros que piden más batalla,  gente que se pierde en conflictos laborales, gente que se aburre, gente que se cansa, gente que se desespera... Tal vez en el futuro muchos ya no estemos, pensando en la que se avecina: estaciones low cost, surtidores en automático, chinos, y rusos, y alemanes buscando nuevos horizontes entre las petroleras españolas, que se hacen las difíciles, pero tal vez acaben en el catre.

Mucha suerte y felicidades a todos, que el 2013 nos depare tantas cosas buenas, que no tengamos más remedio que brindar cada mes para celebrar lo bien que nos ha ido. Por que nuestros problemas y temores se hayan disipado, y nuestro sueldo se haya convertido en una fuente inagotable de alegría. 

Os espero el año que viene (y lo que queda de este año) al pie del cañón, que no me entere yo que me engañais con el Facebook, que todo es silicona y apariencia, nosotros somos los auténticos, los genuinos, y lo mejor de cada casa.

FELICES FIESTAS, 
FELIZ Y PRÓSPERO AÑO NUEVO

Os dejo con algo divertido para que terminemos con buen sabor de boca.

PD.: Un cariñoso recuerdo para todos aquellos que ya no trabajan con nosotros.
Suerte y adelante.
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13 de diciembre de 2012

LA HUELGA DEL 14

Hace ya un mes, en este país hubo una huelga; ya casi nadie lo recuerda. He titulado este artículo "la huelga del 14" por que me evoca tiempos muy remotos en el siglo pasado, como si hubiera trascurrido un siglo desde que nuestros sindicatos quisieron poner patas arriba a este país. ¿Y qué ocurrió? Apenas se recuerda ya por que su resultado fue más que cuestionable: ¿Un fracaso?, veamos.

Las crónicas nos hablan -más allá de las cifras inverosímiles y contrapuestas- de que el consumo eléctrico fue un 13 % inferior al de un día corriente, por tanto, ante tan rigurosa conclusión, la huelga fue un desastre.

Digamos que este porcentaje se obtiene de comparar el día de huelga con el previo, lo que lleva a errores de bulto, ya que en una oficina, por ejemplo, que hayan hecho huelga la mitad de los operarios, el resto van a gastar la misma luz al proseguir con el trabajo, y así, en bares, oficinas, y establecimientos varios. O se ponen todos los trabajadores a una, o las fuentes oficiales, se agarrarán al clavo ardiendo del consumo eléctrico, para decir que allí no hizo huelga ni dios. De las apreciaciones oficiales ni hablamos por lo ridículo de unos datos disparatados, políticamente manipulados por las partes que tratan de arrimar el ascua a su sardina como si los que lo observamos fuéramos cenutrios afectados de ceguera total.

Cuatro gatos, según Delegación de Gobierno (Campsared Blog)

Pero bueno, por encima del relativo éxito de la huelga, light por diversos motivos, la manifestación posterior, demostró que una gran parte de la población está hasta las narices de pasar estrecheces, y de ver sombras al final del túnel. Todos sabemos que en las circunstancias actuales (empresas económicamente renqueantes, otras que acarician un E.R.E., hogares que se han tenido que apretar el cinturón hasta extremos impensables, y el miedo, que es muy libre y humano), han hecho que el valor -muy necesario en estos casos para enfrentarse al empresario- haya sido superado por la prudencia, por el pensamiento resignado de que "en otro momento será", en definitiva, el arsenal de excusas que guardamos para estas ocasiones, a fin de conservar la dignidad.

Sin embargo, el éxito de una reivindicación, no se debe medir por el número de trabajadores en huelga (que ya hemos visto que es manipulable), ni por lo larga que sea la cola de manifestantes, sino por los objetivos logrados, por la capacidad de forzar a un gobierno a cambiar sus decisiones. En ese aspecto, si podemos decir que la huelga fue un fracaso, el gobierno no ha dado un paso atrás, ni lo dará, bien por que tiene las manos firmemente atadas por sogas made in Germany, o por que se ven fuertes y su autoconfianza les permite pasarse por el forro cualquier reclamación que les desvíe de su alocada hoja de ruta.

¿Y ahora qué?: La opción hubiese sido organizar rápidamente una huelga en diciembre, y otra en enero. Entre los polvorones y las uvas tendríamos que buscar fecha para la siguiente en febrero (tal como hacen los sindicatos de transportes), luego en Semana Santa, y en el puente de San José. O una serie de huelgas programadas cada viernes que significaran una presión real, la revolución de las clases bajas y un invierno caliente de verdad... Utópico desde luego. Y para bolsillos preparados.

La otra opción es rendirse, dar por bueno lo que pueda ocurrir y encomendarse a cualquier santo de nuestra devoción, escribiendo en las próximas pancartas: "Dios proveerá", como signo de nuestra sumisión tras haber llevado una vida disipada.

La tercera opción es mudar la táctica, renovarse, cambiar el discurso y por supuesto a sus representantes. Es evidente que tras varios fracasos, nuestros líderes sindicales, han tocado fondo, no se puede luchar con unos representantes caducados. Son otros tiempos, y las viejas consignas obreras suenan a documento sonoro en disco de vinilo. El tiempo, y el repetido discurso sindical, ha logrado que nuestros sindicatos sufran un desgaste similar al de la clase política. Esto, junto con las sospechas sobre los liberados -sagazmente manipuladas por los voceros de la derecha-, su dudosa participación en los consejos de administración de las Cajas,  escándalos sobre expedientes de regulación, etc., la reiteración de sus consignas (sesenteras) y la falta de resultados, han agotado su crédito, desilusionando al común de los trabajadores.

Un compañero nuestro, sindicalista (y posiblemente muchos anónimos), se afana cada día, en tratar de dar lustre a esa imagen deteriorada con sus consejos y asesoramiento (¡En horas libres!), pero la costra de podredumbre ya es irreparable, la gente no cree en los sindicatos, y los sindicatos -por mucho disimulado afán que le pongan- tampoco creen en la gente, saben que su "ángel" en otro tiempo encantador, hoy luce greñas y ojeras, y un triste porte de indigencia, que ya no llama la atención.

Este país está sobre quemado. En nuestro trabajo escuchamos cada día las penurias que nos relatan los clientes, los pocos que nos quedan, muchos de los que antes alegraban el depósito de su coche con un lleno, y ahora le echan diez euros tristes, o cinco míseros, pidiéndole el esfuerzo de mover esa maquinaria el mismo tiempo o recorrido que antes.

Si la gente no fue a la huelga no es por falta de ganas, ni de motivos, pero los sindicatos, ya no son capaces de ilusionar. Cuando al final de cada manifestación, los líderes sindicales hablaron con ese soniquete ridículo de nuestros derechos, criticando al gobierno, a los bancos, y pidiendo un utópico referéndum (que saben que nunca llegará), nadie los escuchaba, solo ellos mismos, sus familias, sus allegados, los sindicalistas y los liberados, por que en el seno de la manifestación, todo el mundo tenía preocupaciones peculiares, domésticas, pequeños dramas personales, vidas anónimas alejadas del discurso político, mareas de todos los colores, unos pidiendo que cesen los recortes en sanidad y educación, y que éstas sean de calidad por el bien de sus familias, por el temor a que sus hijos no sean tratados como ellos siempre imaginaron. Otros clamaban contra el cierre de sus hospitales, por privatizaciones, por desahucios  por miedo a que mañana no tengan trabajo ni tampoco futuro.

Cuando los líderes sindicales hacían su discurso, miles de personas marchaban ya hacia sus casas sabiendo que su voz  y su grito ya estaba dado, lo que quedaba, eran los fuegos de artificio políticos, en los que ya no cree la gente. Esta grieta entre sindicatos y ciudadanos, es difícil de arreglar, salvo con nuevos líderes, no importa que sean jóvenes o viejos, pero si diferentes, nuevas caras que ilusionen por que su voz y su discurso nazcan de escuchar a la gente, y no del brillo místico y fariseo de la política.

Con gente nueva, el futuro es posible (Campsared Blog)

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