Este asunto de la campaña, ha llegado justo en mitad de la discusión sobre si nos dan el dinero de los atrasos, o lo siguen guardando para cuando seamos mayores. Es evidente que como cortina de humo viene que ni pintada, cualquiera pensaría que quieren distraernos y han dicho, venga, 'palante' con la "operación despiste"
El caso es que para estimularnos en la tarea nos obsequiaron con un cuaderno de anillas y hojas cuadriculadas para que anotemos las ideas y propuestas que se nos ocurran al respecto, un bolígrafo con la leyenda "Sumando valor al equipo Repsol", y dos folletos, uno largo y propagandístico, y otro resumido para mentes perezosas (yo me he leído solo el pequeño, y el otro por encima, shisss).
La idea es colaborar para que las relaciones con la empresa mejoren y se aporten ideas productivas (para que el resultado operativo sea mejor fundamentalmente), que todos seamos seres felices, comprensivos y amantes incondicionales de la marca.
Con todo, una de las cosas que me gusta de veras es que por cada propuesta vayan a donarse 10 € a la Fundación Repsol para que colabore en proyectos solidarios, alguno por cierto, de los humanitarios, podía quedarse en casa, osea tocar de cerca a los que también lo pasan mal en este país, con todo el respeto para los indígenas peruanos, bolivianos, colombianos y brasileños.
Sin embargo, algo me dice que el personal que trabaja en Campsared resulta tan insignificante, apenas una cuarta parte de los 24.000 empleados de Repsol, con más de 80 nacionalidades, que para hacernos ver -en España, digo- tendríamos que hacer una carrera popular con uniforme (o sin el, al más puro estilo Spencer Tunick). Así que, con suerte solo llevaremos alguna pedrea en el reparto de viajes fabulosos que ofrecen: "¡Viaje a alguna de nuestras instalaciones!" (sic). Espero que no sea a mi antigua estación de servicio, ni a la estación que tengo en frente, que ya la tengo más que vista.
Cómo compararme con ellos, dicen cosas como que. "somos un gran equipo que estudiamos las necesidades de los clientes" o que "buscamos proyectar la imagen de dinamismo que representa la empresa", "En colaboración con nuestro jefe de zona preparamos estrategias de venta; Repsol proporciona los medios y nosotros desarrollamos el trabajo con eficiencia". (Leer ejemplo real)
En fin, siempre que leo a una de estas almas virtuosas se me suben los colores y me dan ganas de darles un abrazo, de recoger firmas para que les entreguen algún premio o que les dejen dar el pregón de las fiestas de su pueblo. Me imagino al Papa, a Mahatma Gandhi y a la Madre Teresa hechos de la misma pasta que ellos. Me hacen sentir tan mal trabajador que me meto en el obrador y echo unas lágrimas de cocodrilo, para conservar la dignidad.
Ninguno de estos dice jamás que están muy mal las cosas, que somos poco personal para tantas exigencias, que llevan varios años sin cobrar los atrasos, o que su jefe de zona es un explotador sin entrañas. Todo son parabienes y buenas palabras. Hasta compañeros que tuve en el pasado, alguna vez los han captado y han hablado por esos medios, y ahora parecen duplicados salidos de una vaina, tienen la misma cara, el mismo pelo y ojos, la misma barriga prominente, pero sus palabras son de alabanza, como si les hubieran abducido y lavado el cerebro, y pienso ¡Qué éste no es mi Jose Mari, que me lo han cambiado!, que antes era un cabroncete con cara de pillo, un heavy de suburbio y ahora es un salesiano adulador que pide la paz en el mundo.
Después de observarle a ambos lados de la cabeza a ver si tiene hecha alguna incisión donde pudieran haberle introducido un chip o que le sobresalga algún cable detrás de las orejas, nada, me quedo pensando... y eso quiere decir que no soy un buen empleado, y mucho menos un encargado ejemplar, que todo el mundo sabe deben obedecer ciegamente sin plantearse prejuicios ni tener ideas propias, sin pensar nada, y mucho menos cuando les van a entrevistar, que entonces cantan en gregoriano y como mucho advierten: "Dios aprieta, pero no ahoga", dando por bueno que la empresa nos quiere como un padre exigente, para que seamos trabajadores de provecho.
En fin después de estas entrevistas es posible que nos abochornemos de aquella vez que tuvimos pensamientos malsanos respecto a aquella compañera, o que pensamos mal de ese colega, que han resultado ser apóstoles de la bondad y ejemplo para todos.
Yo por si acaso voy a ponerme a pergeñar ideas, aunque sean de bombero jubilado, para que al menos les den los diez euretes a los peruanos, para el proyecto ése de comprarles una cocina decente, con placa de inducción y un horno pirolítico.