En fin, dicen que la macroeconomía ha salido de la UCI, que los indicadores económicos se desperezan de este largo invierno de crisis. En definitiva, ya llega el sol a las copas de los árboles, pero -como escribía Benedetti- "Aquí abajo abajo, el hambre disponible recurre al fruto amargo de lo que otros deciden". Aquí abajo sigue habiendo despidos, desahucios, impagos, y todo lo que el tremebundo zarpazo de una economía herida quiera llevarse por delante.
Acabó el año con muchas familias empeñadas, y otras haciendo malabares para sacar dinero, "que llueve abundantemente (sic)" (Botín), pero solo para unos pocos. La sensación es de que se ha abierto una brecha entre los que tienen mucho dinero y los que no lo tienen, unos son más ricos que antes, y otros son más pobres. Nosotros somos de la gama de abajo, "los miserables" de esos dos tipos de personas de las que hablaba Woody Allen en Annie Hall: Los horribles y los miserables. Los horribles son los enfermos incurables, los ciegos, los lisiados.Y los miserables somos todos los demás. Participamos como peones en la partida del poder, y solo somos algo -y no mucho- cuando nos unimos en la lucha.
2014 se presenta entre nubarrones. Desde la terraza observo un chaparrón entre el que creo distinguir las lágrimas de muchos de los que me rodean: familiares, amigos, vecinos, compañeros... llueve en abundancia, pero aún 'tiene que llover a cántaros' para que tal como reclamaba el cantautor, se limpie este maldito ambiente enrarecido y deprimente que ha aniquilado los derechos de ciudadanos y trabajadores. Estos últimos, entre los que me incluyo, hemos asistido espantados a la escabechina social que ha mermado los sueldos (por mucho que digan), y sobre todo las esperanzas de salir adelante con dignidad. Las circunstancias nos han puesto de nuevo en el pasado. Se han derogado las conquistas sociales, el derecho de la mujer a decidir, la manifestación que no es posible según como y en que sitios. Tampoco se permite escrachear, ni hacer fotos de los abusos, ni cantar en la calle sin estar registrado. No se puede hacer botellón, no se puede ir al médico si eres extranjero, no se puede ser extranjero si se reparten palos por que te caerá alguno seguro, y lo peor es que no tenemos donde agarrarnos, por que nuestros políticos no son los que queremos y nos gustan, sino los que nos han tocado en suerte. Y ha sido mala.
Dos mil catorce tras la euforia momentánea de las uvas, se presenta en tomos grisáceos por que los salarios y las pensiones seguirán a la baja o congelados, continuarán subiendo los precios y servicios, la luz, los carburantes, la alimentación, la inflación, el IPC... solo las grandes compañías verán crecer sus beneficios mientras "abajo abajo", somos tan insignificantes que algunos pretenden que es posible vivir de un salario mínimo interprofesional de 645,30 € al mes, y pagar casa, comida, colegios y un poquito de felicidad, lo justo para que no vivamos por encima de nuestras posibilidades.
Las empresas no entienden de felicidad y como nuestros sindicatos son cada día mas débiles por que las leyes los relegan, los escándalos los humillan, las rivalidades los enfrentan, y además, la sangre ya no les hierve como antes, los empresarios van a negociar o imponer rebajas salariales, condiciones laborales leoninas que van a producirnos dolores de cabeza y de alma, desamparo y desilusión, todo en paquetes 2x1 para que mantengamos el ratio de tristeza bien alto durante todo el año.
La reforma laboral, y la política general de este gobierno, han destrozado los derechos sociales y han conformado un panorama desalentador, porque la España que nos dejan, será más injusta, más pobre y más inhumana, y ofrecerá pocas oportunidades. Pero seguiremos asistiendo a golfadas, desfalcos, corruptelas, malversaciones varias y además, con la sensación de que todos salen impunes mientras quienes pagan el pato son las clases más desfavorecidas, ésas entre las que ya existen tres millones de personas en pobreza severa sin ninguna posibilidad de salir adelante.
En fin, sobre los asuntos domésticos, empezamos un año en el que nuestros sindicatos se la juegan, y lo hacen de farol, por que la mayoría somos unos cagones que no queremos dar la cara ni por nosotros mismos. Luego indignados, cambiaremos de sindicato, de partido, de equipo, pero mientras no depongamos nuestra actitud de perdedores, no hay nada que hacer, estas leyes amargas, las tomaremos con cucharón de palo y dos platos, hasta que comprendamos -a fuer de atragantarnos- el valor de las cosas que estamos perdiendo.
Este Blog es un ejemplo de ello, languidece por que sencillamente los problemas y soluciones no importan a nadie. Los trabajadores en general no utilizan internet más que para washear. Tampoco piensan mucho en sus derechos, todo se reduce a dinero, el resto forma parte de una galaxia donde no interesa explorar. Los sindicatos forman parte de una nave Enterprise de la que solo se espera que regresen con tesoros, y no con mapas de nuevos mundos. Este año no solo no se han ganado seguidores (ni los sindicatos ni el Blog) sino que se han perdido. Entre los que se fueron subrogados, los que se fueron aburridos, los que se fueron interesadamente, y los indignados, la mayoría de las veces navego entre fantasmas. Buff. La empresa por su parte, no reclama mas que lo suyo, como cualquier empresa: resultados operativos brillantes que satisfagan a sus accionistas, pero, ¿le importan sus trabajadores? ¿Y a los trabajadores les importa su empresa? ¿Y su futuro? ¿?
Vaya, me ha salido un ladrillo de los gordos de este primer saludo al año, pero es que se me llevan los demonios ante la situación de tantas y tantas personas que conozco, por que "aquí abajo abajo [...] hay quienes se desmueren, y hay quienes se desviven", esos que me encuentro en el bar, en la tienda, en la calle, en mi trabajo, los que aún agitan las pancartas en la protesta, los que rebuscan entre los productos baratos, los que esperan encontrar un trabajo que no llega, los que piden para comer, los empleados de las tiendas, las cajeras, los camareros, los repartidores, los autónomos, todos esos a quienes quieren convencer con el camelo de que todo va bien, que estamos en la senda, pero que tienen que apretarse el cinturón hasta donde ya no quedan agujeros.
Y se me llevan los demonios por los recortes en educación, en ayudas, en derechos sociales, en beneficios para los ciudadanos, me revienta que pretendan decidir por las mujeres su derecho a ser o no ser madres, me fastidian los caraduras que robaron sin conciencia a los ahorradores, los que se aprovechan de la necesidad, me irritan esos discursos huecos que se olvidan de los que estamos aquí "abajo abajo", donde nos quieren vender que llega el sol cuando en realidad, todo son nubarrones y una sensación agridulce de que las cosas no han ido bien, ni irán en mucho tiempo.
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Totalmente de acuerdo. Gran articulo!
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