Ya conoceis este sistema, entre sonrisas y limpiezas hemos de estar al menos en puestos de la UEFA, por encima del 7,5, acariciando el 8 un día si y el otro también. Buscan para el futuro la excelencia completa, subirse siempre en el cajón donde viven los campeones, conseguir el diez de manera reiterada. Simpatía, operatividad, limpieza y excelencia son las consignas, ahora elevadas a la décima potencia, por que quieren que seamos perfectos como la voz de Adele, como el cuerpo de una chica Interviu, disciplinados y dispuestos como un grupo de asalto, precisos y atinados como un passing de Djokovic. Esto es el Plan Cliente. Se limpia sobre limpio, después se pasa el algodón para repasar nuestras limpiezas, como si recibiéramos a hiper-alérgicos en la estación. Todo hasta el extremo. La sonrisa debe ser siempre "parte del uniforme", nos debe iluminar la cara, como si cada día nos tocara el cupón. Ah, y la lengua no debe parar, desde que el "objetivo" llega a la estación, ya en pista, le debemos hablar del tiempo, de la magnificencia de nuestros carburantes. Más tarde le ofreceremos la retahíla de productos en promoción, y remataremos con la Once. Alguien vendió nuestra lengua al diablo cuando decidieron considerarnos vendedores.
Ahora, para la remisión de nuestros pecados, y dejar de ser destructores de valor (¡Suena terrible! parece que nos estamos cargando el trabajo de toda la Red, somos la peste) hemos entrado en una etapa de entrenamiento en la que toda nuestra buena actitud, hay que elevarla al cubo, nuestra correcta forma de actuar -hasta ahora intachable- en lo sucesivo tiene que ser sobresaliente, debe de emanar música.
Primera nota. Hemos de estar presentes en la pista como un guardia jurado, y correr como liebres detrás de cada coche. El otro día por curiosidad me coloqué un cuenta kilómetros en el tobillo e hice 2,7 kms. en la mañana, un ejercicio sanísimo para el organismo que a veces sorprende a los clientes: "Hace mucho que no me echaban la gasolina" me han dicho un par de ellos hoy. Lo que me retrotrae al paleolítico cuando empecé, y lo que nos costó convencer a los clientes de que se suministraran ellos mismos; dios y ayuda. Pero se consiguió, podíamos decirles sin pudor que aquello funcionaba en autoservicio y que allí estaban las mangueras. También se suprimieron las carteras al hombro, se eliminaron los seguros de los boquereles, querían clientes pendientes con instrucciones claras: "Ponga el importe exacto", "Pague en caja antes de retirar el vehículo". Pues ahora, sin retirar los carteles de autoservicio, quieren que volvamos al servicio atendido (¿Vuelta atrás?). Nuestra empresa se adelanta en este sentido pero no creando empleos que sería lo fantástico, sino multiplicando las tareas. Y no puede decirse que como vendedores no estemos ya bastante atareados, quieren sacarnos el máximo de nuestra energía, ya sea atendiendo, sonriendo o hablando como loros.
El Comité Nacional de Seguridad y Salud de Campsared denomina a este entrenamiento "Calendario de sonrisas" (Acta 2/2016 de 22/06/2016) que me parece muy irónico y acertado; después de los tres meses os diré si se compone de sonrisas o también de lágrimas.
Ahora estoy en el primer mes de entrenamiento, y el resto no suena muy divertido. Me han impuesto unos compromisos que parecen la penitencia para nuestra mala actitud, sin embargo, solo es el principio. Empiezan a recordarme aquella mala época de venta de SPs en la que vivíamos con el agobio de conseguir buenas ventas bajo pena de ser severamente reprendidos por ineptos. Hoy en día se disfraza de entrenamiento pero solo se trata de exigencias y presión, al tiempo.
Por cierto, un par de apuntes, qué difícil pone los nombres nuestra empresa, y pretende que todos se lo aprendan: "Tarjeta Repsol Mas Travel", "e plus diesel neotech", que desorientan al cliente y enseguida le alarman y responde, no, no, yo quiero del normal y la tarjeta, la de puntos de siempre. Pues eso.
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