COMPAÑEROS DE CAMPSARED



"Podeis decir lo que pensais de vuestros encargados, de los objetivos, de la venta activa, de los cursos, de Sumando valores, seguridad, promotores del cambio, sindicatos, y todo lo que querais. Hubo en tiempos un blog de un compañero en donde mucha gente dejó sus comentarios, hoy no existe y como alternativa nace CAMPSARED BLOG, para reunir a todos los que somos COMPAÑEROS DE CAMPSARED"

Este blog, como indica en la cabecera, originariamente fue creado por un compañero llamado EXPENDEDOR-VENDEDOR el 20 de noviembre de 2008 pero problemas técnicos le impidieron actualizarlo, lo que dio pie a la creación de esta segunda etapa renovada que es la que se abre a continuación.
Como aquel, mantiene la idea de tener una plataforma de comunicación, de reivindicación y sobre todo un medio de expresión para todos los trabajadores de CAMPSARED y de REPSOL, y a la que quedan invitados cualquiera de los trabajadores de EESS sean cuales sean sus marcas.

Bienvenidos todos a este foro de diálogo e información.

Recordar que si visitais esta página por primera vez, para conocer el contenido completo de este blog desde su nacimiento, deberíais comenzar por el antiguo blog pinchando en este enlace:

'www.campsaredsprint.blogspot.com'





1 de junio de 2012

VIAJAR EN EL TITANIC

El mes pasado fui a ver de nuevo el hundimiento más famoso de la historia (Con permiso del Crack del 29). Quería meterme nuevamente -y esta vez en 3D- entre los pasajeros del Titanic, sentir el agua al cuello y el frío de las gélidas aguas atlánticas subirme por el culo, e impresionarme bajo la realidad impactante de las tres dimensiones como si fuera un paria más de los que sucumbieron la fatídica noche del 14 de abril del año 2012.

Francamente, estas películas de imágenes glaciales, deberían estrenarlas siempre en verano, para sofocar el calor y ahorrar en aire acondicionado. Aún recuerdo los fotogramas y el sonido del viento de la película "El día de mañana" (2004) poniéndonos la carne de gallina como si estuviésemos en pleno mes de enero, y en realidad era verano sofocante, pero en aquella sala solo faltaban las mantas y braseros, y un acomodador orondo, de barba blanca, repartiendo polvorones y copitas de ponche para combatir el helor.

Ahora, dispuesto a revivir las imágenes de este naufragio tan famoso, le hice un desfalco a la cartera, y solté las 9,50 por cabeza que costaba el evento, sin incluir las palomitas, la bebida y las gafas de dos colores, que, pensádolo bien, por el precio de aquella juerga y poco más, me hubiese costeado un crucerito de segunda por la costa brava -aunque me hubieran desembarcado en el siguiente puerto-, y habría visto delfines y disfrutado del agua y el aire en pleno rostro. Y además hubiese subido buenas fotos al Facebook.

Bueno, pues no, pasé por caja, y lo ofrecido a cambio me pareció un sablazo, similar a cuando hago la compra o lleno el coche de gasolina hasta que completo el depósito. Nada de brisa marina, nada de vértigo, nada de sorpresas. Nada. Solo una quizás, y es que aquel espectáculo de gente acobardada e indefensa, aquel concierto de mentiras y de silencios me sonaban a familiar, como si el hundimiento completo fuera una parte cotidiana de nuestras vidas.


Salí del cine con la sensación de que no hay espectáculo más trágico y dramático que la realidad de la vida. Y que el naufragio del Titanic, no era sino una transposición de la catástrofe a la actualidad.

Digamos que este país, se ha estado hundiendo desde que chocamos contra el iceberg de la crisis. Lehman Brothers -que así se llamaba el iceberg- hizo una gran grieta por la proa de España, y enseguida se fueron inundando los compartimentos estancos de la burbuja inmobiliaria.

De golpe y porrazo -nunca mejor dicho- hacíamos agua de manera alarmante, y la insumergible economía española, 'el barco de los sueños' que más o menos nos dijo Zapatero, un ejemplo para el resto de flotas europeas, se hundía irremisiblemente.

Desde entonces ha pasado algún tiempo -téngase en cuenta que España es más grande que el Titanic- pero las aguas heladas de la deuda financiera no han dejado de llenar las bodegas, han apagado las calderas, han anegado las cocinas, y poco a poco van hundiendo el barco, que ya en la zona de Levante está completamente sumergido, y todo el mundo se pregunta, qué momento será el definitivo en el que nos vayamos a pique..


Los ministros han lanzado bengalas de emergencia, pero el Carpathia europeo, solo acude cobrando, y caro, como los buenos profesionales, así que no sabemos si es mejor apañarnos o esperar el rescate, después de que no queden mas que cadáveres flotando sobre la superficie, y unos pocos supervivientes natos embarcados en unos cuantos botes.

Como veis, todo el proceso se parece bastante al naufragio del Titanic. Todo, desde el comienzo, empezando por el mecanismo económico, un sistema propulsado ciegamente hacia delante por las calderas de la ambición, que sorpresivamente, encontró en su camino un iceberg de tamaño descomunal que hizo una grieta, que todos nos tememos, acabará hundiéndonos donde nunca, en nuestra soberbia, hubiésemos imaginado.

Rajoy estupefacto ante el naufragio (C.Blog)
Por lo pronto, el naufragio nos ha pillado a todos con lo puesto, y a la mayoría, sin lugar en los botes salvavidas.

Es fácil encontrar bastantes mas similitudes.

Reconozcamos que nuestro capitán clava el papel, y hasta la caracterización barbuda de un comandante patidifuso que no sabe como cortar las vías de agua, que observa atónito como el barco se hunde sin pronunciar palabra, sobrepasado por la grandiosidad del cataclismo.

Los primeros oficiales (Santamaría, De Guindos y Montoro) se desgañitan buscando algún remedio, dan órdenes de evacuación, cortan y recortan salidas, y al final determinan quienes podrán salvarse y quienes se hundirán con el barco. Tienen la potestad, como los dioses, de hacer y deshacer, de perdonar o condenar, de conducirnos hacia las zonas sin salida o hacia los botes salvavidas. El resto somos pasajeros sin futuro, los que, con un chaleco de prudencia deambulamos de un lado a otro intentando escapar del desastre.

Sabemos que primero serán los pasajeros de primera, los bancos y las grandes empresas, luego los de 2ª clase, la mediana empresa, los ricos, y más tarde si queda alguna plaza, nos salvaremos los pasajeros de 3ª, que ya os anuncio van a ser cuatro plazas chungas -y a los remos- para recomendados y mamones. La suerte está echada.
La orquesta, que es vocal, la ponen las tertulias radiofónicas y televisivas, que entonan tristes duduás al estilo de los Platters, con letras que nos abocan al desastre.

Los pasajeros del Titanic español, somos zarandeados, agredidos, atropellados, excluidos y menospreciados. Nos cierran puertas y recortan derechos. Nos llueven golpes y patadas por todas partes. La ilusión, que es fina loza, se estrella en mil pedazos. Se nos han inundado los bolsillos. Las hipotecas flotan por encima de nuestro alcance. Los impuestos y sobrecostes acrecientan la confusión. No sabemos hacia donde correr y no podemos hacer nada. No sabemos qué es lo que ha ocurrido, y algunos dicen, que somos los culpables, por viajar en un barco muy por encima de nuestras posibilidades. Solo tratábamos de hacer nuestro viaje, solo... y ahora estamos a merced del destino. La temperatura económica ha bajado tanto que todos los negocios hacen aguas, incluidas las gasolineras. Hombres, mujeres, niños, todos tenemos miedo, y algunos tiritábamos viendo aquella película, no por que el espectáculo de la sala fuera -pese al 3D- impresionante y gélido, sino por la terrible semejanza con la situación actual.

Al salir del cine Van Golem, junto al río, fui a dar un paseo por la orilla del Arlanzón. Hacía frío, pero no tanto como el que destilaba mi cabeza sobrecogiéndome el corazón, pensando que yo también estaba en un Titanic que se va a pique por momentos,  y en el que muy poquitos van a poder sobrevivir. De momento ya hay, mas de cinco millones de víctimas.



Y esto, para sonreir un poco.





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