Es fantástico la de herramientas para cometer homicidios que venden en las ferreterías, si a eso le añadimos cuatro o cinco conceptos básicos de farmacología, sobre como dar uso a todos esos medicamentos que almacenamos en algún armarito o cajón del baño, al final, y con ayuda de algún experto criminal, de un asesino en serie, o de un novio celoso y homicida, en un plis-plas, hemos cometido el crimen perfecto y tenemos camino libre para campar a nuestras anchas.
Pero también existe otra categoría de homicidas, los que utilizan el maltrato psicológico, que te cosen el corazón a puñaladas silenciosas y amargas, para que no parezcan una escabechina de las buenas, y entre ellos sin duda, los criminales más nauseabundos son los que usan su cargo para cometer felonías, y esos capítulos, seguramente nuestro protagonista los guardaba en blue ray, para no perderse ningún detalle y repasarse la lección cada semana.
Pues si, un muy ferviente seguidor de la serie tenía que ser el directivo de aquella gran empresa, cuando llegó a la capital dispuesto a hacerse un nombre entre la mafia empresarial de la city. Todas las artimañas, los gestos y el registro de bajezas le eran tan fácilmente asimilables, que hizo de ellas una seña de identidad convirtiendo sus actos en un catálogo de fechorías que hubiera firmado con orgullo cualquier jefe de la ‘ndrangheta calabresa.
Así debió sentirse el personaje hasta el momento en el que fue depuesto; por que a algunos los cesan, pero a los dictadores los deponen, como a las mierdas cuando las soltamos del culo; se convierten en 'deposiciones' que apestan.
La desinformación es siempre sospechosa. En la distancia los rumores se mezclan y despistan, y en la confusión del silencio general, resulta complicado explicar la conducta de un jefe de dudosa ecuanimidad. Frente a la duda, basta aplicar oídos al tiempo y descubrir que los lamentos de quienes trabajaron a sus órdenes, aún resuenan por los despachos, y por las estaciones de servicio como si fueran psicofonías de encargados y expendedores muertos.
El famoso directivo recién apartado de su cargo bien pudo venir del frío, como los criminales kosovares o los funcionarios del KGB, tenía un corazón pétreo, las ideas muy claras y las intenciones oscuras. Mostró desde el principio un pulso firme, como un imán también famoso, que explicaba como hay que dar los palos con varas de madera sin que quede señal. Así, su idea de mejorar este negocio, era apretar las tuercas hasta donde humanamente fuera posible, pero sin dejar señal.
Personaje frío, de mentalidad retorcida, el ejecutivo de esta historia, trajo desde un principio el pensamiento claro de superar los resultados de su predecesor; asunto complicado, pues la crisis, como una enfermedad maligna, ya estaba dentro de nuestra economía, y sincopaba de alguna forma los beneficios que hubiésemos tenido que alcanzar en un año normal.
Un D.R. muy particular (Campsared Blog) |
Eso fue, si, un carnicero con corbata, pero antes un matón, alguien que dejó muchas víctimas, como si hubiese pretendido hacer una limpieza étnica de encargados rebeldes y expendedores revoltosos. Tuvieron que intervenir los sindicatos, para detener el desmadre que hacía de su Delegación, un sórdido laboratorio de amenazas, y una fábrica de amonestaciones en cadena (Cuentan las crónicas que en 15 días mándo enviar más de 50 cartas de apercibimiento).
Se cuenta que hasta sus propios partidarios o adláteres, le hacían reverencias con los dedos cruzados, temiendo sus caprichos de Calígula, tristemente delirantes, injustos casi siempre y alejados de la realidad.
Le vi dos veces, una en plan camarada, impartiendo consignas con una suavidad paternal plagada de siseos que almibaraban la conversación, y otra, en plan soberano, bajo palio de unos jefes de zona, confirmando penas de muerte con su dedo pulgar, advirtiendo que no habría compasión, ni paz para los malvados encargados que iban a contracorriente.
Ahora se ha ido por la puerta de atrás. Por nepotismo dicen, que es una suave forma de dar por culo, y meter cosas donde le apetecía y veía un hueco. Vaya usted a saber. En cualquier caso, hay que felicitar a nuestra empresa, pues ha mostrado determinación y justicia al relevar a un individuo de incómoda calaña, que hacía un flaco favor a la imagen de una empresa moderna que pretende representar valores ejemplares empresariales y humanos.
Las noticias de su destitución, han volado por internet como si fuera una explosión hacia el resto de las Delegaciones. Es extraño que algo que no huele muy bien haya dejado tal fragancia de libertad y buen aroma en nuestras estaciones. Ahora solo queda limpiar el resto de basura que aún tizna y atufa el nombre de Repsol, ésa que sueña cometer perfectos crímenes de lesa humanidad en cuanto tengan una excusa rastrera, o un capítulo inspirador de esta serie en La Sexta que les anime a convertirse en homicidas desalmados o asesinos multiples.