Los compañeros ya no recuerdan o vivieron las estaciones de hace años -las grandes-, tiendas abarrotadas con los más variopintos y mezclados artículos, donde teníamos, pues de todo, como en botica, fruta bien dispuesta en bandejas, regalos, peluches, llaveros, colonias ¡Tabaco en caja! y en abarrotados armarios, ¡Alcohol a tutiplén! (Como para surtir los botellones de cualquier macrofiesta), y es que las estaciones de servicio siempre han sido puestos de todo a 100 (Y de ahí para arriba, desde luego). Prácticamente todos los establecimientos disponían de un catálogo de Henifersa (empresa que se dedicaba a vender cosas de chinos sin ser chinos, aunque no se...), o McLane con sus cajas verdes de plástico, ¡los totes!, enormes cofres llenos de sorpresas que hubieran hecho las delicias de un niño un día de Reyes, y otros muchos, por que en los años de liberalización, cualquiera que pasaba por allí podía endilgarnos sus productos ya fueran sólidos, líquidos o gaseosos.
Ofrecíamos pequeños electrodomésticos, también botas camperas o zapatos, navajas de Albacete, relojes, multitud de adhesivos y gadgets para automovil, herramientas para satisfacer a los bricomaniacos, cerámica, souvenirs para viajeros caprichosos, ¡fundillas decoradas para los cigarrillos!, zippos de colección, botas de vino, plumas estilográficas, y llaveros de animalitos y de adornos surtidos, que se apiñaban en la zona de caja (Hubo una época dorada para la venta de llaveros). También había peluches para adherir a los cristales, cargadores de móvil, mantas, medias, bragas, camisetas de 'Viva España', los toros y el flamenco, y por supuesto los imprescindibles cassettes de El Payo, Pimpinela y los éxitos del verano, todos esos recuerdos y productos que los entretenidos proveedores locales ofertaban ladinamente a cada uno.
Yo recuerdo haber hecho hasta perritos calientes nada menos, con las salchichas recocidas hora tras hora, como el asiento de un camionero que viene de Alemania.
Todo un bazar de chinos que ya nadie recuerda o parece recordar, y todo dentro de una gasolinera, de alguna antecesora de nuestras estaciones. Eran tiempos de cantidad y variedad, tiempos de marketing alborotado, de productos que afloraban como los tréboles en un jardín.
Hoy prima la selectividad, aunque de cuando en cuando, como en la E.S Marbella pueblo, pude ver hace poco que el espíritu de los comercios chinos comenzaba a infiltrarse en nuestras tiendas. Allí, en medio de aquella gran habitación, tienen una hermosísima góndola llena de baratijas a un euro, si si, coladores, sartenes, destornilladores y posavasos de cartón, un preludio del universo chino al que avanzamos (¡Y encima te cobraban las bolsas!, ¡Ahí es na!)
No se si serán ellos o nosotros, pero, cuando visito una tienda de chinos me pregunto si en el futuro comenzarán a regentar gasolineras low cost, y volveremos a llenar nuestras estanterías y baldas de cosas inservibles y productos de baratillo,
China- sprint, el sabor de lo auténtico (Campsared Blog) |
Hace unos años, en una de nuestra estaciones entró un chico oriental a trabajar, y era una novedad y una sorpresa para quienes pasaban a la tienda que invariablemente exclamaban ¡Coño, un chino! - No soy chino - aclaraba él - soy coreano, pero inmediatamente volvía a colarse otro paisano sorprendido, - ¡Hostias, un chino! -
Song Ji-Kyung que se llamaba aquel chico, aunque en su chapa blanca de entonces sólo figuraba escrito Song, como si fuera un cántico a la variedad
- Song, tienes nombre de canción -
- No es una canción, se refiere al año de mi nacimiento - decía.
Song me contó que sus padres tenían un restaurante, pero que el estudiaba para romper el arquetipo y trabajar en otra cosa. A su dificultad con el idioma, unía su afán por complacer y una sonrisa permanente, lo que lo convertía en un tipo simpático, y un añadido exótico para una antigua y sorprendida clientela burgalesa, que por aquel entonces aún se extrañaba de ver un extranjero por la calle -Ese chino es el que trabaja en la gasolinera- cuchicheaban - y Song les sonreía con su inequívoca bondad oriental.
Últimamente nuestra actitud y modos semejan a los de aquel lejano expendedor coreano; nos desvivimos en sonrisas, decimos precios altos en voz baja y trabada como si pronunciáramos algún dialecto extraño, y asentimos con la cabeza si nos llaman cargantes y latosos, soportando con talante oriental que amplíen las horas de trabajo, y que tengamos que vender 'rollitos de primavera' con aspecto de SPO.
Antonio Brufau (Repsol) |
Su Shulin (Sinopec) |
Hace unos meses, el viceprimer ministro chino Li Kequiang llegó a un acuerdo con Repsol para la explotación conjunta de sus recursos en Latinoamérica. Me pregunto si en el futuro, esta extraña pareja no llegará a convenios más terrícolas que deriven en la fusión de idiosincrasias y trabajo para la instalación de estaciones de servicio regentadas por chinos y españoles. Es sabido que en China, el respeto a los derechos humanos no es su fuerte, por lo que algunos directivos de Campsared estarían encantados de acogerlos, adoptar sus maneras, incluso de celebrar el año chino con paletillas de jamón y vino de la Rioja, eso si, tendríamos que vender luces de navidad, gatos de porcelana y transistores de bolsillo en los estantes de bazar.
Este mes de julio entró para las vacaciones de verano una muchacha dulce de mirada oriental, se llama Lian, y aunque ya estemos el siglo XXI, enseguida volví a escuchar de mis paisanos que iban a repostar aquello de: - ¡Coño, una china! -
Pero Lian les sonríe, y con la misma sonrisa deliciosa y un perfecto y articulado castellano les corrige - No soy china, soy española. ¿Quereis llevar unos melones de Tomelloso, son riquísimos? Vienen dos por caja -
Proverbio chino: "Nada abriga mejor que el calor de una sonrisa"
y otro "El hombre que no sabe sonreir, no debe abrir una tienda".
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PD.: Dedicado a Lian, y a todos aquellos que se buscan las habichuelas muy lejos de su tierra batallando contra la incomprensión y los prejuicios.
Ups, me parece que "provervio" no me viene en el diccionario... Seguramente sea proverbio... esas v y b tan cercanas
ResponderEliminarLapsus linguae, buena vista vigilante de las palabras. Diez en ortografía.
ResponderEliminarGracias a los tres que votan los artículos, entre ellos a Soyexpendedor que creo que lo hace, a otro desconocido a quien agradezco igualmente, y a mi madre que seguro que es la tercera, gracias mamá.
ResponderEliminarGracias al resto que pasan de votar (¡cabrones!)