Revoltosina entra y sale por la puerta, con la camisa anudada en la cintura, botas camperas, poniendo música de vez en cuando en la gramola, a ver si cambia el ritmo y la cara de los habituales, mientras espera que llegue un forastero que merezca la pena, como para arrancarla de aquel lugar perdido, donde cada vez habitan más lagartos, corren serpientes y aúllan lobos de madrugada, como Encargado de Madrid o Parlatín, que una vez estuvieron en la capital del estado, y este poblacho les sabe a pólvora quemada y a hierbas muertas.
Vendedor Activo, viene cada semana con su carromato de ultramarinos, y telas, y artilugios para la casa o para el campo. Visita a menudo la ciudad, viste elegante, con chaqueta larga y una corbatilla negra y estrecha que se anuda como si fuera un lazo. Cuenta historias de otros lugares, que todos escuchamos con envidia. Revoltosina se prueba la moda de París, y se sonríe con el tocado de plumas que adorna su vestido. Maly rebusca entre las telas, busca la calidad, por que conoce el percal, y no responde a las palabras con que trata de engatusarla el vendedor.
Maly siempre anda sola, como todos, y ni siquiera espera salir de allí. Unos dicen que se lió con un viajante, otros que con una mujer. Su misterio lo oculta en su silencio, se sienta en una mecedora del porche, bebe una cerveza, y observa como pasan los coches, o los coyotes, mientras la inmensa luna se eleva sobre el horizonte del desierto.
Nuevamente dentro del bar, Golosinero, se pega lingotazos de bourbon, sin hielo, mata moscas hasta con la mirada, mientras Sam, desde una mesa llena de libros, le observa, siempre sorprendida, como lanza gargajos hasta la escupidera, y nunca falla, como si fuese un hecho matemático.
¿Golosinero? (Campsared Blog) |
Adicto enreda entre la gente. Todo el mundo sabe que el simpático borrachín, solo busca el afecto de los otros, y que su afán es ayudar y tender manos, a cambio de un tequila que mantenga su sonrisa en la cara.
En la barra también hay un apache, Tellón , fuma en pipa y bebe hierbas que huelen a podrido. Tiene cicatrices en la cara y una larga y brillante cabellera de indio que le llega hasta la cintura. Revoltosina se toca el pelo cuando le observa el suyo.
Luego estoy yo, con delantal oscuro y patillas de motorista, con la cabeza baja, murmurando, siempre sacando brillo a un vaso, o moviendo milímetros esas botellas o los cuadros, para que miren justo al frente, o estén ciento por ciento colocadas milimétricamente hacia la gente.
Revoltosina pone otra canción, mastica chicle, bosteza, se aburre, le descoloca a Sam los libros, y huele las hierbas del indio. El resto, la miramos de reojo, parte por que es mujer, parte por que no hay otra cosa que se mueva.
Sacco me pide un nuevo whisky. Termina el día, el sol se oculta, mientras la carretera desaparece bajo el brillo del atardecer y el polvo del camino. Pronto el silencio se apoderará de ella, y nos dejará de nuevo aislados, entre tinieblas, bajo los alaridos de las hienas, esperando que al día siguiente, algún inadvertido turista, llegue y deje su impronta, su relato, su olor, en este inhóspito garito del oeste que se llama Campsared Blog, y que en los días de viento, deja crujir sus letras en el tejado de madera, mientras los buitres revolotean molestos, por que no han podido dormir la siesta esa jornada.
PD.: Los personajes son inventados, todos lo sabemos, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, de ahí el título*, por que ninguno somos lo que parece (*Despistados consultar: Abierto hasta el amanecer).
Casi que prefiero un Macallan 30 años, no te sepa mal, tengo pocos vicios pero caros.
ResponderEliminarClaro como Don Cándido con sus relojes jejejeje.
EliminarSi alguna guapa chica de mirada viva se fijara en mí quizás dejaría de emborracharme en este antro de mala muerte. Los hombres somos débiles ante la adversidad del día a día. Si no es la teta es la botella, pero siempre algo debe satisfacernos.
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