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Yo me llamo Pascuale, mi local era uno de los más visitados y de más éxito de cuantos controlaba "la Familia". Todo el mundo tomaba allí los combinados más de moda sin importar el precio.
Yo me llamo Pascuale, mi local era uno de los más visitados y de más éxito de cuantos controlaba "la Familia". Todo el mundo tomaba allí los combinados más de moda sin importar el precio.
Los nuevos tiempos abocaron a aquel local a una pérdida de clientes. Primero fue la ley seca en los locales del centro, y luego la brigada antidroga, así que, sin tabaco ni alcohol, el negocio comenzó a decaer. Todo el mundo lo comentaba: "ya nada es lo que era". Con Dillinger y Capone todo funcionaba mejor, hasta la pasma venía, se tomaban sus cafés, y no molestaban a nadie. Sin embargo para el jefe de La Familia, no había disculpas, el negocio debía aportar las mismas ganancias, el resto era palabrería.
Se dispusieron nuevos cóckteles novedosos: batido de legumbres, combinado de fresa, ciruelas y tomate, el famoso daikiri de patatas, el rico 'naranja spo', zumos de oliva, el inquietante sorbo de espárrago agitado, no batido, y las fajitas de guacamole con almendras, en fin, entre los barmans y yo mismo intentamos reflotar el negocio pero el Don seguía sin estar contento:
-No estoy contento Pascuale- me decía moviendo la cabeza -No estoy nada contento contigo ni con los tuyos. Y eso no es bueno- Y añadía, -No es bueno para mi, no es bueno para tí ¿Lo entiendes?-
Al pie de su mesa yo iba asintiendo con gesto compungido. Aún recordaba cuando me presentaron hace unos años a Don Vito y al resto de La Familia. El patriarca me dio dos besos y me dijo al oído: "Ya eres uno de los nuestros".
-Lo se muy bien, pero ahora tendréis que hacer lo imposible, hay que llegar al presupuesto, y como soy comprensivo, voy a darte una oportunidad, la última, tienes que entregarme una ganancia de 4.500 este mes-
-Es imposible Don, no llegamos ni a la mitad-
-Cuando yo hablo los demás callan- sentenció llevándose un dedo a los labios -No estás aquí para pensar ni para hablar, sino para obedecer. Cuatro mil quinientos, ya sabes-
Y sí, vendimos más, pero no suficiente... El primer mes apareció muerto el barman de refuerzo. Al siguiente le metieron una cabeza de caballo en su nómina y decidió marcharse. El último, se suicidó angustiado. En cuanto a mi, pues bueno, lo mío ya es historia, desde luego que perdí mi local, fue lo primero, y hoy descanso en la cuneta de una autovía remota con unos zapatos de cemento.
(Los nombres de esta historia son ficticios)
14/04/10
Dedicado a SAM, a Exprimid@, y a todos los que han sufrido y sufrirán injusticias y presiones en su trabajo.
Muy bueno ANKSUNAMUN; me siento totalmente identificada, como creo la mayoría de los que aquí estamos y trabajamos en esta "gran empresa"
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