Ahora si que si, se ha instalado la primavera y todo es más bonito, más brillante, como en full HD, (ya verás como viene el Jefe de zona y nos lo jode). ¡Salinas! La vida puede ser maravillosa, que decía Andrés Montes, aunque ya no tengamos 20 años, ni podamos tomarnos 10 cubatas, ni echar cuatro seguidos de esos que ya sabeis.
Llegando a estas alturas del año, tras el cambio de hora, la primavera se instala por doquier montando chiringuitos de flores sobre cualquier trozo de tierra. Da comienzo la feria, los bichillos del campo dan las palmas con fuerza, las mariposas estrenan alas de faralaes, y los perros y gatos pierden los papeles detrás de cualquier hembra que se les cruce por la calle.
¡Que ricas! ¡¡Qué caras!! |
Cuando llega este tiempo, -y aunque el ánimo recibe vitaminas en promoción de 2x1 por apertura de la temporada- se nos empina... quiero decir que se nos hace cuesta arriba la tarde viendo la luz del sol al otro lado de los cristales de la tienda, haciéndonos cortes de manga por que estamos atados de pies y manos a la zona de caja con el software de teletienda metido por el culo, como bustos parlantes de un bucle sin final.
- ¡Qué bonito!, ¡Qué bonito!, ¡Qué bonito lo tengo, oiga! ¡Naranjitas de Valencia muy ricas! ¡Aceitito de Cordoba para que la ensalada sepa a gloria! Sólo me quedan tres garrafas ¿Quién quiere una?, Señora ¿Qué me dice? -
La primavera se sonroja cuando llega el atardecer, y nosotros agazapados, hora tras hora dando redifusión a las consignas: "¿Quiere ud. un rasca? Por un euro se lleva 100.000 euros."
- Que no, que no, no quiero nada - Te dicen, y le sacas el cartón que guardas en la zona de caja escrito con la ilusión de conmover el corazón y los bolsillos: "Es triste de pedí, pero más triste e de robá"
- ¡Señorito! ¡Cómpreme una cajita de naranjas! ¡Por sus muertos! -
Pero la mayor parte de las veces, ni con esas, así que cambias de canción, que son las ocho y hay que cumplir la venta horaria: "¿Una barra de pan?, ¿Un queso de tetilla?"
- Prefiero solo la tetilla ¡guapa!, ¡Qué estás de pan y moja! -
Mi compañera vuelve la cabeza y me mira. Otro cabrón que suelta el mismo chiste, ¡Hay que joderse con la gente!, que como está bien visto hacer venta cruzada te dan ganas de cruzarle la cara con dos hostias al gracioso de turno.
Los encargados siquiera ven el sol, tienen un calendario con paisajes, con las fechas marcadas: Recogida de sobre, afericiones, inventario... algunos, muy poquitos y con tiempo en la empresa, disfrutan ya del 3er grado y tienen ventanucos con rejas por los que pueden ver si es de noche o de día mientras se funden entre el calor de varios monitores, torres de ordenador, artilugios, la caja rac, y un cuadro de automáticos. Está claro que como pegue un pedo aquello no se salvan.
De vez en cuando los ves salir de allí, con sus ojos cansados y una factura de prensa que no cuadra en las manos, mirando hacia la calle, suspirando por que aún les queda un rato para marchar a casa. Vuelven a la oficina tarareando aquello de Angelillo: "Soy un pobre presidiario, soy un pobre pajarillo que muy pronto ha de volar...", y se apuran para poder beberse el espumoso sol de una cerveza fría contemplando la despedida de la tarde en una terraza de su barrio.
Llegando el tiempo de las flores, la tarde se hace eterna, como si trabajásemos una hora más todos los días. Si a eso le añades una o dos por el tabaco o el condenado horario de verano, el trabajo, cuando llega el buen tiempo, se hace más largo que Avatar subtitulada en ruso.
Viendo pasar el mundo desde detrás de los cristales, se nos prolongan esos turnos con la tristeza de ser espectadores de una película muy larga que no es interactiva. Rabias en tu cubículo por que la vida bulle al otro lado, sufres viendo pasar mujeres que se han quitado ropa, llevando a Defcon-2 nuestra presión sanguínea. Rabias por no poder estar con los amigos, rabias por no poder estar con la familia. Sabes que llevas una bola de preso en los tobillos, la de ser un currante condenado a ganarte la libertad durante tantos años más un día, éste precisamente, donde los coches se mueven como hormigas vistos desde el espacio, por que todos han visto el sol, y se les ha hecho el culo pepsicola queriendo salir en procesión.
Cada viernes se termina la crisis, aunque el lunes regrese a su lugar, y forme retenciones en los titulares prensa, en las tertulias, en los impagos de los bancos y en las conversaciones de los bares. - Está muy mal la cosa.- Ya te digo, y tiene poco arreglo -
La vida sigue, "Calle 4, veinte euros", vuelta a empezar, ¡Qué pena no ser Beckham desde luego! ni Paquirrín al menos. Eres el chico o chica de la gasolinera, callejero parlante, vendedor de fruta que sólo sabe darle al pico y molestar pidiendo el DNI a los honrados ciudadanos, y hostigándoles con ofertas que no quieren oir. Y tampoco les vas a hacer facturas con tarjeta Solred por que eres un cabrón consumado; por que en todos los sitios se la hacen. También ignoras que su tarjeta lleva pin y que jamás se la rechazan en otros sitios salvo aquí. Sólo sabes abrir depósitos y contestar por donde está el ayuntamiento, el pueblo tal, o el camino para llegar a Fuentes Blancas.
La primavera te devuelve las 'notas de la vida', y te recuerda los suspensos que te han llevado a estar allí. No progresaste adecuadamente, necesitabas mejorar, y el sol desde detrás de los cristales te certifica que estás entre los que ponen la música para que los demás bailen. Te ha tocado bailar con la más fea: Tu trabajo, que encima pide que te inventes historias de lo rico, muy rico, super rico que está el queso manchego, las nueces o el espárrago de Navarra. Menos mal que siempre alguien nos guarda un trocito de sol primaveral en la tartera, para que lo comamos los días libres, viendo a los otros trabajar.
La primavera te devuelve las 'notas de la vida', y te recuerda los suspensos que te han llevado a estar allí. No progresaste adecuadamente, necesitabas mejorar, y el sol desde detrás de los cristales te certifica que estás entre los que ponen la música para que los demás bailen. Te ha tocado bailar con la más fea: Tu trabajo, que encima pide que te inventes historias de lo rico, muy rico, super rico que está el queso manchego, las nueces o el espárrago de Navarra. Menos mal que siempre alguien nos guarda un trocito de sol primaveral en la tartera, para que lo comamos los días libres, viendo a los otros trabajar.
La tarde se nos escapa fuera acompañada por un runrún de coches, mientras nosotros quietos, envidiosos, metidos en nuestro escaparate como autómatas, repasamos qué nos toca ofrecer en ese instante, esperando poder librar para atracarnos de sol y de colores, de cervezas y risas como si fuéramos personas del montón, de las que se echan gasolina y alzan quejas por que la Visa no nos pasa, o porque hay cola para comprar el pan y el empleado nos obliga a esperar. Pero eso consuela poco o nada nuestra desdicha de estar metidos en la tienda durante siete días seguidos, con la pata quebrada detrás del mostrador, acosando con nuestra gabardina de palabras a los alegres conductores que se sorprenden y sonríen, por que en la primavera por fortuna, sonríen hasta las estatuas de los parques.
Con el anochecer, mientras recogemos los bártulos, damos por concluido el penar que cada tarde, como una pesadilla recurrente, nos ofrece la primavera bulliciosa, agotadora y trompetera. Primavera llena de risas, solecito de vuelta y vuelta, camisetas de manga corta, blusas de tirantes, gafas de sol, agua y helados, gente que corre a buscar vida por los pueblos, a los chalets, al campo, que se reparte por los parques, en las terrazas, por las calles, que pasan raudos y alborotados por la gasolinera pese a que no les guste el cacareo continuo que gastamos.
Cuando por fin cierras el turno y estás libre en la calle, abres los brazos para que salte en ellos la 'chica primavera', pero ya es tarde y se marchó con otro.
Su burlan las estrellas y hasta los grillos se carcajean de ti como si fueran hienas cargadas de endorfinas. Los únicos que no te hacen ni caso, son los gatos que han pillao cacho en esta tarde, y ahora trabajan a destajo para dejar el pabellón gatuno a la altura que exige la estación.
Mientras tiras 'pa' casa piensas, ¡Puaj, la primavera! A ver si llega ya el verano.
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