COMPAÑEROS DE CAMPSARED



"Podeis decir lo que pensais de vuestros encargados, de los objetivos, de la venta activa, de los cursos, de Sumando valores, seguridad, promotores del cambio, sindicatos, y todo lo que querais. Hubo en tiempos un blog de un compañero en donde mucha gente dejó sus comentarios, hoy no existe y como alternativa nace CAMPSARED BLOG, para reunir a todos los que somos COMPAÑEROS DE CAMPSARED"

Este blog, como indica en la cabecera, originariamente fue creado por un compañero llamado EXPENDEDOR-VENDEDOR el 20 de noviembre de 2008 pero problemas técnicos le impidieron actualizarlo, lo que dio pie a la creación de esta segunda etapa renovada que es la que se abre a continuación.
Como aquel, mantiene la idea de tener una plataforma de comunicación, de reivindicación y sobre todo un medio de expresión para todos los trabajadores de CAMPSARED y de REPSOL, y a la que quedan invitados cualquiera de los trabajadores de EESS sean cuales sean sus marcas.

Bienvenidos todos a este foro de diálogo e información.

Recordar que si visitais esta página por primera vez, para conocer el contenido completo de este blog desde su nacimiento, deberíais comenzar por el antiguo blog pinchando en este enlace:

'www.campsaredsprint.blogspot.com'





16 de octubre de 2011

VENDIENDO SUEÑOS

¿Quiere unas cerezas?
Leyendo unas palabras que escribiera Revoltosina hace algún tiempo, me sobrevino a la cabeza una idea, bueno, es un decir, por que los textos a veces llegan raudos como si te alcanzara un botellazo, y otras veces crecen lentos como el cabello, y hay que 'lavarlos y peinarlos' para que tomen forma definitiva.

Ella se confesaba de pecados veniales, de utilizar en vano palabras como 'riquísimo' o 'reciente', de ponerse el disfraz de 'buena chica' para lograr alguna venta.  Y es que, francamente, nos hemos convertido en mentirosos compulsivos, somos charlatanes de feria vendiendo falsos ungüentos milagrosos. Adornamos las ventas de piropos, de cualidades deslumbrantes, transformamos la fruta en ambrosía convirtiéndola en multivitaminas. Las almendras son las mejores del planeta, los quesos hacen las delicias de los gourmets franceses, nuestro Rioja de seis euros botella, es poco menos que la envidia de los Vega Sicilia, y en las orillas del río Duero, tienen a vírgenes descalzas pisando uvas, para darles un toque afrodisíaco y delicioso a nuestros vinos de Ribera. Y por si fuera poco, vendemos un aceite de oliva, más que virgen, sagrado, aporta juventud, vigor sexual, salud eterna y todo envuelto en aromas de misterio; a su lado los santos oleos con que ungieron a cristo, son escupitajos de cabra. En fin, nos hemos habituado a mentir, bueno, tal vez a mentir no, pero a vender la luna con un lazo, seguro.

Dicho de otra forma, cuando ofrecemos una SPó, vendemos una 'moto' de mucha cilindrada, una moto que más que correr, vuela. Hemos adoptado unas formas de mercader viajado, exageramos como nadie, adjudicando virtudes y sabores fantásticos. Igual decimos que tal o cual producto mejora las varices, o que la oferta es única e irrepetible, o que sin esa venta nuestros méritos va a quedar en entredicho y nuestro hijos en ayunas.  Hemos alcanzado niveles de falsedad considerables: "la fruta acaba de llegar", "las cerezas son las mismas que toma el Maharajá de Kapurthala", "la paleta es riquísima, se deshace en la boca" (Y apenas la hemos visto, y ni siquiera olido, y muy posiblemente ya esté dura si lleva mucho expuesta), "estos quesos manchegos son un caprice des Dieux, no probó nunca cosa semejante, usted verá, mañana igual no tengo".  La retahíla de piropos que reciben aquellos alimentos, bien podría hacernos merecer ser hijos predilectos de alguno de esos pueblos en donde se producen los productos.

Inflamos cualidades pasables para obtener la tan preciada venta. Nos hemos convertido en magos, ilusionistas que vendemos quimeras envueltas de confeti y luces de colores. De nuestra chistera de palabras, extraemos suculentos productos, y ante la sorprendida mirada del cliente, transformamos almendras en palomas, o unos garbanzos en pepitas de oro. Presentamos esos productos como si fueran el alimento de los dioses, la exquisitez de lo exquisito, la crème de la crème. ¿Quién dice que no acabaremos vendiendo la pasta d'italia asegurando que nuestros tagliatelle son los mismos que utilizaba Berlusconi para aguantar el bunga-bunga, o caviar luso certificando que es primo muy cercano del ruso, pero infinitamente más rico y más barato. Tal vez diremos que las fresas llevan champán y viagra incorporadas, o que el jamón es de una finca ancestral de la familia de Francisco Pizarro en la dehesa extremeña.

Pero lo más dramático de todo esto, no es que ya estemos en el top ten de los más embusteros de la historia,  desbancando a Pinocho y por detrás de Clinton, lo malo es que nos gusta, disfrutamos y crea adicción.  No hay nada como vender varios productos urdiendo un cuento chino sobre sabores legendarios y propiedades mágicas. Cuando se marcha nuestra víctima, nos regodeamos como un malo malísimo de los que salen en los dibujos animados, nos encanta haber inventado una patraña para vender esa paleta o el frasco de aceitunas.  Disfrutamos hasta tal punto que casi nos deshacemos de gusto al ver que somos émulos de la bruja Avería.


Sabemos que está mal, que si tuviéramos las napias de madera, serían más largas que un taco de billar. Pero después de producidas varias ventas seguidas, hemos entrado en éxtasis,  no somos dueños de nosotros mismos, se nos excita el hipotálamo, y somos capaces de vender los bollos de anteayer diciendo que son de esta mañana, de borrar la caducidad a unos refrescos, o de endosarle a cualquier vieja la partida de chocolates que se nos echo a perder hace dos meses.
¡¡He vendido una paletilla!!
Somos malos, nos buscamos la vida como pillos. Durante varios años hemos asimilado dotes de feriante que muy bien nos valdrían para poner un puesto en cualquier zoco o mercadillo de los pueblos.  Vendemos SPOs, pero lo hacemos envolviéndolas de guirnaldas, aumentando sus cualidades hasta hacerlas quiméricas.  Hemos aprendido a vender, con sus virtudes y miserias, hemos perdido el miedo y la vergüenza, pero también nos hemos hecho sinvergüenzas, por que lo mismo vendemos chicles, que loterías, que lotes de embutidos, o incluso el monolito a un chatarrero si nos lo propusiésemos, y todo, sin pensar en el prójimo.

Para bien de la empresa -y no lo sé si nuestro-, desde que entramos somos depredadores que buscan dar bocados a diestro y siniestro.
Si pretendíamos ser esmerados trabajadores, ya lo hemos conseguido, pero con la decencia entre comillas, por que aportamos, somos productivos, participamos activamente en levantar las ventas de la empresa, pero en el Día del Juicio, seguramente pasemos varios siglos en el purgatorio antes de que decidan si entramos o no entramos en el cielo de los justos.
. POR FAVOR, NO DEJES DE VOTAR ESTE ARTÍCULO A CONTINUACIÓN. GRACIAS

8 de octubre de 2011

CAMPSARED GRAN BAZAR

Alguna vez he oído la queja de algunos compañeros nuevos, o de aquellos que llevan poco tiempo y exclaman ¡Esto no es normal! ¡Parecemos un supermercado!  Una rancia opinión suscrita por bastantes clientes y no pocos expendedores que no comprenden que en la diversidad está el negocio, y que vender de todo es el camino más correcto para no equivocarse.   Los kioscos no solo venden prensa, las papelerías son grandes tiendas multirregalo, e incluso una tradicional panadería vende cromos, bebidas, y hasta productos inesperadamente ajenos como pilas o comida de perros.  Pero los reyes del negocio variopinto, son los chinos, con sus hiper fantásticos, auténticos planetas paralelos donde es posible hallar lo insospechado, como si fueran laberintos para pasar la tarde. Hay tiendas de chinos tan enormes, que entras un viernes y sales un domingo como quien no quiere la cosa.

Los compañeros ya no recuerdan o vivieron las estaciones de hace años -las grandes-, tiendas abarrotadas con los más variopintos y mezclados artículos, donde teníamos, pues de todo, como en botica, fruta bien dispuesta en bandejas, regalos, peluches, llaveros, colonias ¡Tabaco en caja! y en abarrotados armarios,  ¡Alcohol a tutiplén! (Como para surtir los botellones de cualquier macrofiesta), y es que las estaciones de servicio siempre han sido puestos de todo a 100 (Y de ahí para arriba, desde luego). Prácticamente todos los establecimientos disponían de un catálogo de Henifersa (empresa que se dedicaba a vender cosas de chinos sin ser chinos, aunque no se...), o McLane con sus cajas verdes de plástico, ¡los totes!, enormes cofres llenos de sorpresas que hubieran hecho las delicias de un niño un día de Reyes, y otros muchos, por que en los años de liberalización, cualquiera que pasaba por allí podía endilgarnos sus productos ya fueran sólidos, líquidos o gaseosos.

Ofrecíamos pequeños electrodomésticos, también botas camperas o zapatos, navajas de Albacete, relojes, multitud de adhesivos y gadgets para automovil, herramientas para satisfacer a los bricomaniacos, cerámica, souvenirs para viajeros caprichosos, ¡fundillas decoradas para los cigarrillos!, zippos  de colección, botas de vino, plumas estilográficas, y llaveros de animalitos y de adornos surtidos, que se apiñaban en la zona de caja (Hubo una época dorada para la venta de llaveros). También había peluches para adherir a los cristales, cargadores de móvil, mantas, medias, bragas, camisetas de 'Viva España', los toros y el flamenco, y por supuesto los imprescindibles cassettes de El Payo, Pimpinela y los éxitos del verano, todos esos recuerdos y productos que los entretenidos proveedores locales ofertaban ladinamente a cada uno.


Yo recuerdo haber hecho hasta perritos calientes nada menos, con las salchichas recocidas hora tras hora, como el asiento de un camionero que viene de Alemania.

Todo un bazar de chinos que ya nadie recuerda o parece recordar, y todo dentro de una gasolinera, de alguna antecesora de nuestras estaciones.  Eran tiempos de cantidad y variedad, tiempos de marketing alborotado, de productos que afloraban como los tréboles en un jardín.
Hoy prima la selectividad, aunque de cuando en cuando, como en la E.S Marbella pueblo, pude ver hace poco que el espíritu de los comercios chinos comenzaba a infiltrarse en nuestras tiendas.  Allí, en medio de aquella gran habitación, tienen una hermosísima góndola llena de baratijas a un euro, si si, coladores, sartenes, destornilladores y posavasos de cartón, un preludio del universo chino al que avanzamos (¡Y encima te cobraban las bolsas!, ¡Ahí es na!)
No se si serán ellos o nosotros, pero, cuando visito una tienda de chinos me pregunto si en el futuro comenzarán a regentar gasolineras low cost,  y volveremos a llenar nuestras estanterías y baldas de cosas inservibles y productos de baratillo,
China- sprint, el sabor de lo auténtico (Campsared Blog)

Hace unos años, en una de nuestra estaciones entró un chico oriental a trabajar, y era una novedad y una sorpresa para quienes pasaban a la tienda que invariablemente exclamaban ¡Coño, un chino!  - No soy chino - aclaraba él - soy coreano, pero inmediatamente volvía a colarse otro paisano sorprendido, - ¡Hostias, un chino! -
Song Ji-Kyung que se llamaba aquel chico, aunque en su chapa blanca de entonces sólo figuraba escrito Song, como si fuera un cántico a la variedad
- Song, tienes nombre de canción -
- No es una canción, se refiere al año de mi nacimiento - decía.
Song me contó que sus padres tenían un restaurante, pero que el estudiaba para romper el arquetipo y trabajar en otra cosa.  A su dificultad con el idioma, unía su afán por complacer y una sonrisa permanente, lo que lo convertía en un tipo simpático, y un añadido exótico para una antigua y sorprendida clientela burgalesa, que por aquel entonces aún se extrañaba de ver un extranjero por la calle -Ese chino es el que trabaja en la gasolinera- cuchicheaban - y Song les sonreía con su inequívoca bondad oriental.

Últimamente nuestra actitud y modos semejan a los de aquel lejano expendedor coreano;  nos desvivimos en sonrisas, decimos precios altos en voz baja y trabada como si pronunciáramos algún dialecto extraño, y asentimos con la cabeza si nos llaman cargantes y latosos, soportando con talante oriental que amplíen las horas de trabajo, y que tengamos que vender 'rollitos de primavera' con aspecto de SPO.
Antonio Brufau (Repsol)
su Shulin Presidente de Sinopec el verdadero acuerdo con China
Su Shulin (Sinopec)
Hace unos meses, el viceprimer ministro chino Li Kequiang llegó a un acuerdo con Repsol para la explotación conjunta de sus recursos en Latinoamérica. Me pregunto si en el futuro, esta extraña pareja no llegará a convenios más terrícolas que deriven en la fusión de idiosincrasias y trabajo para la instalación de estaciones de servicio regentadas por chinos y españoles.  Es sabido que en China, el respeto a los derechos humanos no es su fuerte, por lo que algunos directivos de Campsared estarían encantados de acogerlos, adoptar sus maneras, incluso de celebrar el año chino con paletillas de jamón y vino de la Rioja, eso si, tendríamos que vender luces de navidad, gatos de porcelana y transistores de bolsillo en los estantes de bazar.

Este mes de julio entró para las vacaciones de verano una muchacha dulce de mirada oriental, se llama Lian, y aunque ya estemos el siglo XXI, enseguida volví a escuchar de mis paisanos que iban a repostar aquello de:  - ¡Coño, una china! -
Pero Lian les sonríe, y con la misma sonrisa deliciosa y un perfecto y articulado castellano les corrige - No soy china, soy española. ¿Quereis llevar unos melones de Tomelloso, son riquísimos?  Vienen dos por caja -

Proverbio chino: "Nada abriga mejor que el calor de una sonrisa"
y otro "El hombre que no sabe sonreir, no debe abrir una tienda".

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PD.: Dedicado a Lian, y a todos aquellos que se buscan las habichuelas muy lejos de su tierra batallando contra la incomprensión y los prejuicios.

1 de octubre de 2011

MI JEFE DE ZONA

RESULTADOS DE LA ENCUESTA
No cabía esperar otra cosa, cogiendo restos de aquí y de allá, el monstruito que íbamos a montar no podía ser de los que parten la pana por las calles, ni siquiera de los que lucen en los despachos, como la cabeza de un alce o un butacón Luis XV, nuestro Jefe de Zona desconstruido, tiene más piezas de desguace que nuevas, osea que todo lo que muestra, o su gran parte, es lo que arrancaríamos a un ser humano para proporcionarle mayor humanidad.  Si imaginábamos que un jefe podía tener ademanes amables, una mirada comprensiva y unos gestos magnánimos, los resultados obtenidos por la encuesta nos demuestran  que nos hemos equivocado de parte a parte, es decir, ni por asomo vamos a hallar a un santo tras el aspecto de demonio.  La encuesta viene a decir que, un Jefe es lo que es, una fiera que no te arranca un brazo por que no le interesa que seas medianamente productivo, y es que nuestro rompecabezas ha descubierto un frankenstein con  cualidades que ya quisiera para si cualquier villano de película, cualquier perverso dictador africano, o cualquier desaprensivo hijo de puta navajero, hemos hallado al malo de los malos.

Bien, vayamos por partes. La primera cualidad que apreciamos es la falsedad, 24 votos, pero ¡¡48 % de los votantes!!, osea, la mitad de los trabajadores considera falso a su JZ.  Digamos que para empezar, no es la mejor tarjeta si pensamos que todo lo que pronuncie nuestro jefe van a ser palabras marcadas, letras de quita y pon, y doble juego.  Nuestros Jefes de Zona, son, o los vemos en su versión más suave, como vendedores de crecepelo, unos auténticos mentirosos compulsivos (Dios los cría, y ellos se juntan, pensarán los clientes cuando nos juzguen articulando nuestra dialéctica de ventas). Primer suspenso: La sinceridad.

Segunda cualidad, la ambición (10,5 %, más tarde hablaré de ella), nuestros jefes son ambiciosos hasta el punto de cometer injusticias (3ª cualidad, 9,2 %), ser malas personas ( 8 %),  y convertirse en déspotas (9 %) capaces de arrollar a cualquiera, arruinar vidas y de comerte las entrañas, si es que alguno practicara el canibalismo. Unas joyas en toda regla.

Hasta ahora, no hemos hecho más que plasmar a un directivo tipo (Es cierto, también Angela Chaning daría el perfil con todos los matices mejor representados), ¿Es nuestra empresa Falcon Crest, si cambiamos los vinos por petroleo? A los empleados nos parece que el ejemplo es interpolable, por que a las cualidades resumidas aún habría que añadir que son competitivos, 22 %, trepas, 24 % (que es la peor versión de alguien competitivo), y por si fuera poco, una cualidad que resume una visión, o un comportamiento: Nuestro Jefe de Zona es un/a  imbécil según el 22 % de los trabajadores, es decir, entre todas las cualidales que le adornan, el de que sea un/a imbécil matiza todas las demás, es un atenuante, por que no se puede ser un villano asustaviejas, mentiroso y de comportamientos psicópatas, y además ser un/a imbecil. a no ser que ésa sea una variante para momentos íntimos, o una justificación a los desmanes: La estupidez como causa principal de sus actos.
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¿Mi Jefe de Zona?
(Campsared Blog)
¿El modelo que toman nuestros Jefes no será el del asesino convicto Anders Behring Breivik  a quien parte de sus vecinos en Oslo señalaban como, a veces antipático, pero inteligente y buena persona (8 %), como cualquier jefe de zona en horas libres?.   Tiene hasta ese aire de tipo inofensivo, la sonrisa falsa del... verás lo que te espera, y una mirada fría capaz de todo por obtener sus resultados. ¿Es mi Jefe de Zona un psicópata reconvertido en directivo, o es la piel que habita para causar respeto y diligencia?

¡No por Dios!, no seamos demagogos, nuestros Jefes también tienen cualidades de las de presumir, no todas iban a ser de andar por casa. Por ejemplo, son ambiciosos ( 34 % de las opiniones)... aunque ahora mismo no se si es algo malo o bueno. Cuando la ambición hace sangre, es mala seguro. Cuando la ambición es egoísta creo que también, entonces ¿Es algo malo o bueno? Yo creo que la ambición es como un cuchillo, depende de como se utilice.

Pero hay otras virtudes que son incuestionables, pocas si, pero igualmente merecidas.  Un 16 % opinan que su jefe es inteligente. Puede que sea un cabrón, pero el tío es inteligente, sabe lo que se hace, y si encima es ambicioso, pues sabrá a donde se dirige. Un 12 % de los votos lo califica de eficaz; perfecto, como debe de ser, si encima de tener mala uva, fuera un inepto, menuda papeleta.

'Cuidao', además hay un Jefe de zona por ahí, que es simpático, generoso, comprensivo y realista. Que no se entere su Delegado Regional; estos completaron su formación en academias militares, y todas esas cualidades son de una Barbie primavera, una auténtica maldición para el cargo. ¡Lagarto, lagarto!, "No queremos JZ con conciencia",  reza en la puerta de los despachos oficiales. Pese a todo, hay alguno dialogante y buena persona (10 y 16 %), tal vez uno, tal vez dos, más no creo, tres como los Reyes Magos a lo sumo. No te miran por encima del hombro, sonríen y mueven la cabeza como el resto, lamentando las apreturas y acaso hasta el 'sistema'.  Si, uno votó sincero.
-Soy tu Jefe de Zona, te estoy viendo (Campsared Blog)
¿Es compatible ser JZ con ser buena persona? El hecho es discutible. Mi vecino tenía un rottweiler que era un perro buenísimo hasta que le arrancó la pierna de cuajo a una vecina. Buenísimo repetía el vecino, y dialogante, lo entendía todo, pero ese día ni en alemán, ni en checo, ni en ingles hacía caso el jodido perro. Es lo que tiene juntarse con 'elementos' potencialmente peligrosos, que si les entra un día el instinto, te muerden la cabeza y no hay quien se libre de ellos.

Pero allí acaban los halagos, ser del montón o ser recomendado, aún no siendo condiciones malignas, no llevan asociado buen cartel, dejémoslas a un lado. Todavía nos quedaban varias actitudes contrarias con que adornar este retrato robot de nuestros JZ. Unos cuantos opinan que es caprichoso y desastroso (11 %) a partes iguales, seguro que lo dicen por algo, no se cuelgan san benitos de este calibre a la ligera. Algunos dicen que es pasota, otros tacaño (eso seguro), a no ser que tocaran con el precavido (2 %), que lo ahorra todo por si acaso. Y uno tiene un Jefe iracundo, no sólo déspota como son el resto, éste revienta las bisagras de las puertas y ladra por el móvil. Como sean los mismos que lo tienen como mala persona (26 %), están listos.

Con estos mimbres, en la mesa de operaciones era difícil componer un Jefe deslumbrante que pudiéramos presentar a las amigos, sin que hiciera una escabechina en uno de sus prontos. Tampoco un líder intachable, cuyo retrato encabezara el comedor de casa, ni alguien por quien hiciéramos una colecta para erigirle un monumento, acaso, como al Sheriff de Nottingham, para saciar sus ambiciones.

Supongo que, como los guardias civiles, o los inspectores de Hacienda, cuando salen de casa, deben hacerlo con un palo metido por el culo para quedar más dignos, más circunspectos y severos, y que otro tono, es incompatible con su cargo. Lo que si es preocupante es que sean FALSOS como mayoritariamente se les considera, un pecado que nada tiene que ver con la jefatura que ostentan, y mucho con la forma de ser.

Al final, nos ha salido un jefe... ¿Normal?  ¡Vaya por Dios!

Jefe de Zona 'maligno' (Campsared Blog)

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OCTUBRE 2011, comentarios


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